—¿Y que vas a hacer ahora?— Alejandro había acompañado Mario al aeropuerto.
—Dascansar un poco— el italiano suspiró —y acabar esta puta carrera. Lo exámenes que hice aquí eran los últimos.
—Te extrañaré— Alejandro lo miró con una sorsira triste.
—Yo también— lo abrazó —Sin ti Alicia ni siquiera me habría mirado.
—Bueno, no se si fue buena idea.
—No se, pero no me arrepiento de nada.
—El amor siempre es complejo.
—Si, pero las cosas simples están tan aburridas.
Los dos chicos llegaron a lo detectores de metales.
—Bueno, Ale, te espero en mi ciudad...y con novio!
—Vale, te voy a enviar tus cosas esta tarde— se miró alrededor —Mira, ¿eso de venir a vivir aquí lo decías en serio?
—¡Claro! Vivir lejanos se puede hacer por un tiempo, pero luego hay que construir algo.
—Claro...— se quedó pensando.
—¿Porque me preguntas eso?
—Por nada...yo..sólo curiosidad.
—Vale— Mario se alejó, pero luego se dio la vuelta y lo miró —La vida es una, no quiero llegar un dia y preguntarme como habría sido, quiero saberlo que lo he intentado todo para alcanzar lo que quería, ¿y tu?
Alejandro lo miró, él sonrió y luego se dio la vuelta y se fue. Lo observó hasta que pudo verlo y luego empezó a mirar las personas. Se sentó, mirando las personas que llegaban, abrazando felices a sus queridos y los que se iban, saludando con tristeza a quien los acompañaba. Había una pareja que se besaba, ella lloraba y él intentaba tranquilizarla, susurrando palabras y secando las lágrimas. Eso era loque iba a pasar entre él y Raúl, si hubiera conseguido conquistarlo. No lo quería, no quería eso, quería estar cada segundo de su vida con él. Quería despertarse por las mañanas viendobsu cara por primera, almorzar con él y sus amigas, cenar en el balcón juntos, eschuchando el ruido del mar, y dormir en la misma cama, cada día, hasta el final. De repente, la solución se dibujó en su cerebro. Sabía lo que tenía que hacer, no tenía muchas opciones.El dia después estaba esperando. Nunca había estado tan nervioso, pero en unos minutos su vida iba a cambiar. Como, no lo sabía, y no dependía de él. Suspiró, mirando la puerta. Caminaba de un punto al otro, sin que desde adentro pudieran verlo.
—¡Ale!— Manu, la jefa de Raúl, había abierto —Ven. Él ha ido un momento al baño.
—Gracias— ella había sido muy agradable cuando había llamado el dia anterior, pidiendo ayuda para sorprender Raúl el dia de su cumpleaños. Entró y saludó las chicas sentadas a sus escritorios que lo miraban sonriendo. Un minuto después Raúl volvió y se quedó inmóvil mirandolo. Él sonrió felíz de verlo, pero en unos segundos se volvió mas nervioso que antes. Raúl no decía nada y lo miraba con una cara inexpresiva. Él se sintió estúpido, ahí de pié, con una estúpida caja de pasteles.
—¡Felíz cumpleaños!— dijo.
Raúl siguió mirandolom y después de unos minutos una sonrisa nació en sus labios.
—¿Que tienes ahí?
—Unos pasteles franceses.
—Mis favoritos.
—¡Claro!
—Eres totalmente loco.
—¿Porque?
—Has venido hasta aquí sólo para mi cumpleaños, solo para traerme unos pasteles.
—No vine solo para eso. Vine para quedarme.
—¿Como?
—Voy a vivir aquí.
—Pero ¡que dices! ¿Y tu trabajo?
—Me he despedido.
—¿Que?
—Por cierto tu hermana me ha dicho que siempre tendrá lugar para, pero no me interesa.
—Yo no te pedí eso.
—Lo se— Alejandro perdió su sonrisa por algunos segundos —Ha siso una decisión mía.
—Pero...
—Bueno, ¿vamos a festejar ahora? ¡El restaurante no nos a esperar para siempre!
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La fuerza de tus palabras - Alejandro y Raúl
FanfictionAlejandro tiene los ojos verdes, el pelo rubio y un cuerpo perfecto. Es hermoso, inteligente y tiene un trabajo que le gusta. Cada noche una chica diferente duerme en su cama, pero él se siente vacío, como si estuviera perdiendo algo... Una noc...