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Raúl entró en su casa, cerrando la puerta tras su espalda.
¡Y tu que haces todavía aquí! - podía sentir la voz de Marthas casi gritar en el rellano - ¡Vete! Y acaba de reír u te acordaras de este día como el día en el que una chica que no conocías te hizo maldecir el día en el que naciste.
Se sintieron solo el ruido de unos pasos y un largo silencio.
En el apartamento los dos chicos seguían mirándose.
Alejandro estaba tan enfadado, nunca le había pasado de sentirse así para nadie.
No sabía que hacer, las emociones se mezclaban de una manera tan fuerte que él casi estaba mareado. Todo lo que había pasado en los últimos meses vivía en su mente otra y otra y otra vez. Un vórtice que no paraba.
- Ale, yo lo siento. Me estaba duchando y él me pidió solo un momento. No estaba tan convencido que fuera una buena idea dejarlo entrar, pero sentí piedad y...
- Piedad...- Alejandro repitió esa palabra con un hilo de voz, como si fuera la única palabra que había escuchado de todo su discurso.
- Sí, lo se. Fui estúpido, no se...cuando abrí la puerta pensé que eras tu y que habías olvidado las llaves. Me sorprendió ver a Juan que me pedía de entrar. Yo le dije que solo podía por un momento. Él empezó a decirme que lo nuestro no era verdadero, que solo es una aventurilla. Me besó diciendo que dejó su mujer por mí.
Alejandro se sentía un poco mareado, no conseguía hablar y nisiquiera sabía si podía seguir respirando.
- Ale, no me importa lo que él dice. Yo y tu... - mientras hablaba, el chico empezó a ir hacia la puerta y salió.
Raúl se quedó inmóvil, como una estatua de piedra. Se había ido. Alejandro se había ido. Su cerebro se bloqueó mientras el respiro se cortaba.

Uno segundos después, que le habían parecido largos como siglos, Alejandro volvió, con la bolsa de la compra. La dejó sobre la mesa - Me había olvidado esto en el rellano.
- Ale... - Raúl intentó acercarse e acariciar la mano de su novio, preocupado.
Él se alejó y sentándose le dijo: - Me quedé aquí porque me gustas. Lo decidí yo mientras tu me decías que era un loco, me decías de dejarte en paz. Por meses he intentado demostrarte lo que siento, cuanto eres importante para mí y que puedes confiar en mi. - quedó callado por unos segundos -
Y ahora esto ¡ ahora tu me dices que sientes piedad por él! Después de todo lo que te ha hecho. Yo no sé...esto me deja... - suspiró - no se como me deja, pero no es una buena sensación.
- Ale... él consiguió engañarme en el pasado y hoy. Fui tonto ayer como ahora. Pero el no es nada para mí.
- ¿Y yo? ¿Yo quien soy? Un amigo, un confidente, un divertimento, un loco que no te deja en paz, ¿quien?
- ¡No digas tonterías! Tu eres... tu eres mi... - suspiró dejando que el silencio inundara la casa.
- He sido tan estúpido. Ni sabes quien soy para ti, que pinto yo en tu vida...
- No es así, Ale. Yo estoy estupendamente contigo y...
- ¡Raúl! - lo interrumpió él - Yo te amo, puedes decir lo mismo?
El chico lo miró fijo. Abrió la boca, pero luego volvió a serrarla.
Alejandro levantó los brazos, con una sonrisa y los ojos tristes - Ya...lo que imaginaba.
El silencio volvió, él lo miraba, pero Raúl solo conseguía volver a mirarle sin hablar. Como si su boca se fuese rota, como si su voz se fuera escondida en el profundo de su cuerpo.
Alejandro no dijo nada más y caminó hacia la puerta. Se bloqueó, y habló sin mirarlo - Hay helado en la compra, tienes que ponerlo en el congelador - y salió.
Por un momento Raúl esperó que volviese, aunque sabía que no habría pasado.

Martha estaba afuera del edificio, esperando que su amigo saliera, cuando lo vio pasar rápido.
- ¡Ale!
El la miró, tan enfadado que no conseguía no moverse un poco - ¿Que haces aquí?
- Yo pensé de esperar un poco para ayudarte si la cosas....
- ¿Iban a la mierda?
- Bueno, yo no...
- Dejame en paz Martha, quiero estar a solas.
Se fue de prisa, mientras la chica lo miraba, antes de volver a entrar en el edificio.

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⏰ Última actualización: Nov 02, 2020 ⏰

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La fuerza de tus palabras - Alejandro y RaúlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora