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El dia siguiente habían sido invitados en casa de los padres de Martha para cenar.
-Hola cariño- Alejandro había ido a recojerlo, no conocía los padres de la chica y no quería llegar asolas. Pero él todavía no estaba listo.
-Hola- contestó el, frío.
-¿Todo bien?- entró y cerró la puerta.
-Claro!- su ironía era obvia- Sobretodo porque cada vez que abro mi facebook lo primero que veo son esas fotos tus amiguitas.
-No son mis amigas. Lo hablamos ayer, yo pensaba que lo habíamos arreglado ayer!- se enfadó, cansado se sentirse siempre en prueba -Tienes que confiar en mi! Nunca hice nada para hacerte didar de mí, pero cada dia hay un examen..
Lo interrumpió levantando la mano derecha, la furia en su rostro.
-Dejalo, ya me pasará. Nesecito un poco de tiempo.
Se había ido a duchar, cerrando con llave la puerta del baño. Nunca lo hacía, esperando que él lo sorprendiera bajo la ducha. El ruido de la llave seguía repitiendose en su cabeza, mientras seguía mirando la puerta. Respiró hondo, intentando tranquilizarse. Lo podía entender, Raúl era una de esas personas que cuando algo los hiere nesecitan un tiempo para volver a estar bien. Pero ese ruido seguía en su cabeza. Intentó distraerse, pero al final, siempre miraba la puerta del baño. Cerrada. Cogió su móvil y empezó a mirar su perfíl en Facebook. Esas fotos eran las primeras cosas que aparecían y probablemente Raúl las había visto otra vez, y otra, y otra.
Y otra. Él era así. Se lo imaginaba sentado, estudiando cada particular de esas estúpidas imágenes. Su cerebro sabía que era suyo, que no quería nadie y nada más. Pero su corazon se estaba recuperando de los golpes de la vida y lo llenaba de dudas e inseguridad. Su Raúl. Para el mundo tenía su máscara de hombre fuerte y sin emociones, pero a él se había desvelado su verdadera naturaleza. Su alma delicada, que solo necesitaba respeto y amor verdadero.

****

-Cariño, tengo una sorpresa para Martha- la cena había acabado y María había ido a la cama, era el momento para ayudar su amiga
-¿Que sorpresa?
-Ya veras, ahora tenemos sólo que convencerla en venir con nosotros a tomar algo, que se...un helado.
-Vale, yo me ocupo de eso- Raúl se fue; una sonrisa había empezado a dibujarse en su rostro.

Habían pasado más o menos veinte minutos, habían acabado los heladoa y ahora estaban sentados en el lugar indicado. Alejandro seguía mirando si móvil cada dos segundos. Raúl lo miraba, preguntandose que iba a pasar, mientras Martha ni se daba cuenta, perdida en sus pensamientos. El mensaje que esperaba llegó, por fín. Sonrió mirando la pequeña pantalla del móvil y señaló con la cabeza a Raúl un pequeño local. El chico lo miró confundido y él le dijo la palabra "agua" sin que la chica pudiera oírlo.
-Voy a comprar una botellita de agua - dijo Raúl.
-Voy contigo - Alejandro miró la chica - ¿Te importa?
-No, no. Os espero aquí.
Los chicos se acercaron a una pequeña cafetería, Alejandro averiguó que Martha no los estuviera mirando y empujó Raúl lejos, hacía un hombre que los esperaba. Raúl parpadeó incrédulo, mirandolo.
-Hola, te acuerdas de Raúl, ¿verdad?
-Si, si, ¿que tal?- Diego estaba muy nervioso, mirando hacía Martha que estaba caminando en la playa.
Los dos chicos se miraron, esperando que el diciera u haciera algo.
-Hombre, no podría ser más perfecto- Alejandro miró Diego y luego la playa.
Él suspiró.
-No te preocupes. Todo ira bien- sonrió Raúl. Diego lo miró y Alejandro pudo ver el miedo en sus ojos.
-Es tan joven, ¿que pinto yo con ella?
-Si te gusta y sabes que cada dia con ella te hará enamorar más, que cada dia su sonrisa enseñará a tu corazon a amar más, que cada dia a su lado te volverá un hombre mejor, ¡no tienes que dudar de nada! Solo tienes que hacerla felíz.
Diego miró serio Alejandro mientras decía esas palabras, un poco sorprendido de que alguien tan joven fuera tan sabio. Asintió y se movió, pero Raúl lo bloqueó.
-Si ella sufre por tu culpa, te buscaré y no estarás contento de verme.
Diego quedó mirandolo sorprendido por unos segundos, luego se fue hacia la playa.
Alejandro miraba Raúl, sorprendido mas que Diego.
-¿Que?- Raúl miró el otro -Hay que dejar las cosas claras.
Alejandro sonrió.
-Me has sorprendido, porque no me dijiste que ibas a hacer esto por ella.
-Me encanta sorprenderte- le cogió la mano - Y ahora vamos.
-¿Donde?
-Sorpresa!

La fuerza de tus palabras - Alejandro y RaúlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora