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Raúl se estaba duchando, cuando sonó el timbre. Salió del baño con sólo una toalla encima. Abrió la puerta, convencido de que fuera Alejandro que había olvidado algo. Había salido desde unos segundos para ir a hacer la compra con Martha. Se quedó inmóvil y sin palabras encontrando Juan a su puerta. Se miraron en silencio por algunos segundos.
-¿Que haces aquí?- el chico se puso nervioso.
-Esperaba que vivieras aquí, todavía. ¿Él está en casa?-intentó mirar detrás de Raúl.
-¿Como?
-

Tu novio
-¿Que quieres Juan?
-Yo...¿puedo pasar?
Raúl suspiró; no quería dejarlo entrar, pero tampoco podían hablar en el rellano.
-Vale- lo dejó entrar y cerró la puerta. Se dio la vuelta, abriendo la boca para hablar, pero el estaba a pocos centímetros de él y lo besó. El chico sintió su corazón acelerar, mientras Juan empezaba a acariciar su piel. Cerró sus ojos por unos segundos y cuando los abrió se dio cuenta de lo que estaba pasando. Acabó el beso y quitó las manos del otro de su cuerpo, alejándose.
-Pero ¿que haces?
-Cariño, tu también lo quieres. Tu cuerpo necesita el mío.
-¡Estás loco!
-Me has dejado besarte.
-Sólo porque no me esperaba...eso...
-Raúl, anda, ese chico sólo es una aventura- señaló Alejandro en una de las fotos que decoraban la casa - Los dos sabemos que te cansaras y volveras a buscarme.
-No es una aventura. ¡Yo lo era por ti!
-Me he equivocado. No quiero estar con mi mujer. Ayer cuando te encontré con él me dí cuenta de que me he equivocado. Quiero estar contigo, dejaré a mi mujer.
Raúl se quedó en silencio. Su vida con Alejandro seguía muy bien, y ahora tenía ahí Juan diciendo las palabras que habría tenido que decirle mucho tiempo antes. Las palabras que había deseado oìr por unos meses, antes de enteder que nunca habrían llegado.
-Yo soy feliz ahora. No te quiero- miró el suelo, no sabía si podía decir esas palabras mirandolo a los ojos.
-Raúl no digas eso. Tu me quieres.
-No
-Vale, mirame, mira mis ojos y dime que no me quieres y no me veras nunca más.- El hombre dijo esas palabras acercandose a él muy de espacio.
Raúl levantó su mirada hasta llegar a esos ojos que le mintieron por meses. Pensaba que mirandolo no habría sido capaz de quedarse tranquilo, pero no fue así. Sólo sentía la gana de alejarse de él y de todas las mentiras que le había dicho. De toda las lagrimas que había derramado por él. Todo aquél sufrimiento.
- No. Te. Quiero. - dijo con enfado, mirandolo fijamente.
Pudo ver la luz de los ojos del hombre cambiar; como si algo se hubiera rompido.
- Vale - se calló por unos segundos - Entonces me iré. - dijo quedandose inmóvil.
Raúl caminó hacia la puerta y la abrió para dejarlo salir.
Cuando llegó afuera Juan lo llamó antes que él pudiera cerrar la puerta.
- Raúl lo siento. He sido...una mierda contigo.
- Si, pero ahora ya no importa. Vete a tu casa.
- ¿Puedo abrazarte?
Raúl lo miró. No quería abrazarlo, pero mirandolo sintió piedad para ese hombre con su vida infeliz.
- Vale.
Se abrazaron por unos segundos. Luego Juan besó su mejilla y se alejó de espacio.
- Llámame.
Raúl lo miró confudido, pero luego se dio la vuelta y cruzó la mirada de Alejandro. Estaba inmóvil y su mirada habría podido matarle por el enfado.
- Ale...
Alejandro dejo de mirarlo y dejando caer su compra se lanzó sobre Juan.
- ¡Hijo de puta! - intentó darle un puñetazo, pero Martha lo bloqueó.
- No hagas tonterías Ale, piensa. - lo ayudó a dejar Juan y cogió sus manos - Ahora coges tu compra y vas a tu casa con tu novio y yo me ocupo de este señor.
Alejandro la mirò unos segundos, cerró sus ojos y respiró hondo, intentando calmarse.
- Vale. - entró en su casa sin mirar Raúl.
- No ha pasado nada, Martha. ¿Me crees?
- Yo si, pero con él - señaló la puerta con la cabeza - no va a ser tan fácil.

La fuerza de tus palabras - Alejandro y RaúlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora