15

212 31 2
                                    

Unos días después, Alejandro estaba sentato en su cama en Barcelona. No se acordaba mucho de los últimos dias en Tenerife. Desde que Raúl había desaparecido detrás de esa puerta, el tiempo había pasado sin que se diera cuenta. Había intentado hablar con él cuando salía de su oficina, pero él lo había ninguneado. Había vuelto a la playa por la mañana y salido con su abuela, pero la verdad era que había estado ausente. Como si esa no fuera su vida, si no de otro. Acordaba de haber hablado, pero no que había dicho.
-Ale- Mario se había asomado a su puerta, que había quedado habierta.
-Alicia y yo vamos a comer algo, vienes?
-Mmm...vale- se levantó poco animado, saliendo con él.
Alicia estaba esperandolo afuera de la oficina.
-¡Hola! ¿Que tal tus vacaciones?- besó sus mejillas.
Alejandro la miró, parecía diferente, como si se hubiera encendido.
-Normal- contestó.
Ella lo abrazó sin decir nada y se fueron.
La cena fue agradable. Alicia habló de su trabajo todo el tiempo. Sandra seguía haciendo un buen trabajo y el trabajo seguía creciendo. Mario parecía muy interesado, dando consejos de vez en cuando y preguntando cosas que no conocía. Alejandro estaba un poco confundido que los dos estuvieran cenando juntos y hablando tranquilos. Él se había enamorado de Alicia en el mismo momento en que la había conocida, pero ella siempre había sido un alma libre. Además él no tenía el cuerpo perfecto de los amantes que elegía Alicia y estaba más pequeño que ella. Había algo diferente entre ellos, sus ojos, sus miradas.
Oh Dios...¡¡¡¡Alicia y Mario!!!!
Una sonrisita tonta se dibujó en sus labios.
-¿Que pasa? ¿Que es esa sonrisita?- preguntó Alicia.

-Sólo me preguntaba desde cuando estáis juntos.

La cara de Alicia volvió roja, mientras Mario intentó hablar, pero ella lo calló y respondió
-No estamos juntos.
-Claro, claro- dijo Alejandro, mirando Mario que acababa de sonreír, sin volver a hablar.
-¿Has visto mi hermano en tus vacaciones?
Alejandro la miró molesto, era su manera de vengarse.
-Si.
-¿Y?
-Nada. Está bien.
-Si, eso lo sabía. Quiero decir, ¿que te ha dicho? Como habéis quedado?
-No cree que tengamos un futuro. No confía en mi, dice que en la primera fiesta que organizaré lo traicioneré.
-Oh...- fue la única cosa que dijo Mario.
-Vale, bueno no tienes buenos antecedentes. Por ejemplo esa tarde en el NaranjaRosa...
-Callate, por favor...no tienes que acordarme de ese dia...- la interrumpió él.
-¿Porqué? ¿Que ha pasado en el NarajaRosa?- preguntó Mario.
-Nada.
-Alejandro estaba conociendo mejor las dos camerares en el trasero y yo y Raúl hemos llegado en el momento equivocado.
-Oh amigo...- dijo Mario.
-No digas nada, por favor.
-Bueno, dejando eso. ¿Tu que piensas hacer?- preguntó Alicia.
-¿Para que?
-Para que Raúl cambie su opinión.
-Que puedo hacer. Si quiere verme así, nada lo va a convencer que soy diferente.
-Claro, eso es verdad, pero...
-Sólo tengo que quitarmelo de la cabeza.
-No podrás- Mario lo miró seriamente -Si lo amas, no podrás olvidarte de él. Tienes que intentarlo todo u algún dia te preguntarás si has hecho bastante para que él estuviera contigo. Demuestrale que lo quieres, que vas a ser sólo suyo. Que puedes ser presente en su vida, que quieres ser importante.
-Pero, ¿como voy a hacer eso? Si vive a kilómetros de aquí. ¿Como puedo ser presente?
-No lo se, pero tu corazón te dará la respuesta, sólo tienes que pensar.

Volvieron a su apartamento una hora después. Alicia fue con ellos y se quedó a dormir con Mario. Alejandro, sentado en su cama, seguía mirando siempre la misma ventana. Intentando pensar que hacer. Nisiquiera tenía su número. De repente se levantóm y se fue silenciosamente al comedor. Ahí Alicia había dejado su bolso. Lo miró unos segundos y después encontró el coraje para abrirlo y coger su móvil. Encontró el número de Raúl y lo guardó en su móvil. Volvió a su cama y se tumbó sintiéndose un triunfador y escribió un mensaje al chico que lo había conquistado.

Buenas noches Raúl. Te extraño cariño. ¡Que sueñes conmigo! A.

La fuerza de tus palabras - Alejandro y RaúlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora