Raúl había pasado la mañana a limpiar su piso. Estaba nervioso sin razón. Eso se contaba a sí mismo, pero la verdad era que Alejandro no le había escrito desde el dia anterior y eso no le gustaba. Le había enviado un mensaje para desearle una buenas noches, pero esa mañana no había recibido su mensaje de siempre. Y era su dia libre, habrían podido verse y hacer cosas juntos. Él decía que quería estar juntos, pero ya se había cansado. Sus atenciones ya iban disminuyendo. Estaba inquieto y no lograba parar de limpiar. A mediodía, su inquietud se había vuelto en enfado y caminaba por su casa moviendo siempre las mismas cosas. Decidió salir y hacer la compra. Volviendo a su casa, miró la pantalla de su móvil, que seguía sin llamadas ni mensajes.
Podría escribirle yo. Pero ¿que le voy a decir? ¿Ya se habrá cansado de conquistar mi confianza? Yo no le dije nada de positivo. Y ¿si él se ha rendido? No me merece, si se ha rendido, no me merece. Pero ¿yo que he hecho para merecerme él? Al final, conmigo siempre ha sido muy bueno.
Suspiró y decidió escribirle. A lo mejor todavía no se había despertado.
R: ¡Buenos dias! ¿Te has quedado durmiendo?La respuesta no llegó. Raúl seguía molesto, pero otro sentimiento empezó a viajar por su cuerpo. ¿Y si se hubiera cansado de correr detrás de él? Intentó con otro mensaje.
R: Hoy es mi dia libre.
Esperó, no quería ser pesado, pero luego empezó a preocuparse. Unos minutos después lo llamó. No contestaba. Se sentó, pensando. Después de unos minutos se levantó, saliendo. No sabía donde ir, así que fue al edificio en el que Alejandro le había contado de vivir.
Llegó ahí y después de unos minutos sin saber que hacer, encontró el coraje de llamar a un telefonillo. Al tercer intento una señora le dijo que vivía en el piso enfrente. Sonó al telefonillo justo, por fín, y la abuela de Alejandro contestó.
—¡Hola señora! Soy un amigo de Alejandro, ¿está en casa?— preguntó.
—¡Hola! Lo encuentras en la terraza. Puedes subir si quieres.
El portal se abrió y Raúl se quedó mirandola. Su cerebro no quería dejarlo subir, pero quería verlo y averiguar que todo estuviera bien.
Mientras el ascensor subía, empezó a enfadarse. Había estado toda la mañana pensando en él, se había preoccupado, ¿y él? Él estaba tomando el sol en esa puta terraza. Cuando las puertas del ascensor se abrieron, salió, subiendo las últimas escaleras de prisa, decidido a echarle la bronca a Alejandro. Pasó por una puerta de vidrio, vio Alejandro sentando que miraba hacia el mar. Escuchó el ruido de la puerta y se dio la vuelta por un segundo, volviendo a mirar el mar en seguida. Raúl abrió la boca pero no tuvo coraje de hablar. Había mirado la cara de él solo por un momento, pero se había dado cuenta que sus ojos estaban rojos e hinchados. Alejandro seguía sin hablar.
—Ale...— dijo susurrando. Se sintió como si la tierra bajo sus pies faltara. Nunca se había sentido así, Alejandro había llorado, y mucho, y eso lo hacía sufrir. No podía soportar de verlo así. Se acercó y e sentó a su lado —Que paisaje bonito.
Alejandro suspiró —La verdad que si.
—Te llamé...
—Yo...
—No te preocupes.
—Ha sido un dia...difícil...— suspiró —Esta mañana hablé con mis padres— cerró sus ojos— No quieren saber nada se mi, no soy normal y...— las palabras murieron en su boca, aunque en su cerebro seguían corriendo como un río.
—No permitas nunca a nadie de hacerte sentir equivocado. Nunca.
Alejandro sonrió triste —Es que sigo sintiendome así. Además, encontré la hija de los vecinos y me puse nervioso porque quería caerle bien y le dije unas cosas...me pasé...es que soy un fracaso total...
—No es así..solo eres humano y como todos te equivocas.
El chico se quedó en silencio, mirando el horizonte.
—Solo quería un amiga...
—¡Yo soy tu amigo!— Raúl quería ponerlo de buen humor
—Eso es uno de mis fracasos.
—Ale...—una parte de él habría querido abrazarlo, decirle que no tenía que sufrir, que él se habría ocupado de su felicidad, pero otra parte seguía asustada de los sentimientos que sentía y del sufrimiento del pasado.
—No te preocupes..yo espero..algún dia vas a cambiar tu opinión de mi.
Raúl lo miró unos segundos y se levantó.
—Anda, vamoso necesitas ducharte antes.
—¿Antes de que?— preguntó Alejandro confundido.
—De remediar a tu error. Lo bonito de algunos errores es que tienen remedio.
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La fuerza de tus palabras - Alejandro y Raúl
FanficAlejandro tiene los ojos verdes, el pelo rubio y un cuerpo perfecto. Es hermoso, inteligente y tiene un trabajo que le gusta. Cada noche una chica diferente duerme en su cama, pero él se siente vacío, como si estuviera perdiendo algo... Una noc...