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Alejandro estaba sentado en el balcón, mirando las estrellas y pensando a lo que la había pasado esa noche, antes de cenar. Estaba convencido de que no había pasado a él, que lo había imaginado. Pero estaba seguro de haber llamado a la puerta de sus vecinos, de haber preguntado por Martha y de haberse disculpado. Además de haberla invitada a una cena. Ella lo había tomado muy mal, pensando que la hubiera invitado por piedad lo había echado, cerrando la puerta antes de que él pudier decir algo más.
—¿Que haces, cariño?— su abuela había llegado y se estaba sentado a su lado.
—Mirando las estrellas.
—Ha pasado mucho desde cuando me puse a verlas— suspiró ella.
—¿Estas bien abuela? Te veo..no se...un poco...
—¿Vieja?
—Cansada...
—Tengo una edad y mi cuerpo empieza a demostrarme todos los años que tengo.
—Yo me quedaré aquí contigo, así puedo ayudarte.
—¿Que quieres decir?
—Me despedí...voy a vivir aquí...
—Si lo haces sólo para mi no lo permitiré.
—Bueno, no es sólo para eso...
—¿Y tiene que ver con ese chico que vino esta mañana?
Él se sonrojó —Tu...¡Que dices abuela! Eso es un amigo.
—Vale, lo que quieras...
—Abuela...yo no...
—No harías nada mal, es tu vida y tienes derecho de amar quién quieras. Tienes que ser feliz, sólo eso.
Alejandro sonrió dejando que unas lagrimas salieran de sus ojos.
—¿Y tus padres? ¿ Lo saben?
—Hoy hablé con ellos y les dije del trabajo.
—¿Y?
—No quieren saber nada de mí. Los conocen, no le ha gustado mi decisión.
—Si, claro, como si ellos tuvieran el segreto de la vida perfecta. No los escuches, tienes derecho a vivir una vida llena de felicidad, no a quedar atrapado en una existencia que no es la tuya sólo para complacer a los demás.
Él suspiró —Yo los conozco y se lo que piensan, sólo me habría gustado por una vez poder contar sobre su apoyo.
—Niño, ellos te quieren, pero no consiguen salir de sus forma de ver el mundo y las personas. A veces me pregunto si tu padre es mi hijo deverdad.
—Quizás algún dia volveran a hablarme...
—Lo dudo, pero no te preocupes, yo siempre estaré contigo de alguna manera y ese chico que vino por ti hoy...
—Raúl
—Raúl, quizás pueda ser mas de un amigo.
—Abuela, ¡Que dices! Yo no soy...
—Hoy vino por ti, se preocupa por ti, eso lo hace un muy bueno amigo...
—No se...
—Paciencia hijo, cuando te han lastimado mucho, no es fácil volver a confiar en los demás.
—¿Pero tu como...
—A mi edad, cariño, se entiende algo de una persona con sólo mirar sus ojos por unos segundos. Cuando bajó contigo de la terraza lo entendí enseguida. Su corazón está intentando volver a ser como antes.
Él sonrió, mirando la anciana, no habría podido imaginar una vida sin ella. Lo había entendido todo, y aunque él no estuviera pro to a decirle su verdad, ella lo entedia.
—Ahora— se levantó ella —Yo voy a dormir y tu vas a una fiesta. Un señor que conozco tiene una agencia como la donde trabajabas. Hablé con él y quiere conocerte.
—Pero, yo...
—¡Anda! Vete a duchar yo te apunto la dirección de la fiesta.

Cuando llegó, Alejandro vio un maravilloso local en la playa. Las decoraciones estaba un poco exageradas según él, pero había visto cosas peores. A la entrada un chico lo bloqueó, diciendole que era una fiesta privada. Él preguntó por Carlo Suerte Treja y esperó.
—¡Alejandro!— un hombre bajo y gordito salió sonriendo.
—Hola señor
—Llamame Pedro...tu abuela me ha hablafo mucho de ti y de tu trabajo, así que llamé tu anterior jefa. Esa Alicia parece una fuerza de la naturaleza,¿no?
Alejandro intentó contestar, pero él siguió hablando.
—Bueno me hablo muy bien de ti. Me dijo que si fuera por ella nunca te habría despedido, porque como organizas las fiestas tu...bueno me convenció. Ven adentro conmigo— lo empujó hacía la entrada —Yo te digo, eato es un poco diferente, pero sólo tienes que acostumbrarte.
El chico no tuvo ni el tiempo de hacer una pregunta que se encontró en el medio de una boda.
Mierda, este tío organiza bodas.

La fuerza de tus palabras - Alejandro y RaúlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora