13

5 1 0
                                    

13
Jay abrió la boca y lanzó una entrecortada exclamación. Los tres nos quedamos
mirando con incredulidad a Larry, dejando que la sorprendente noticia se grabara en
nuestra mente.
—Alguien ha cometido un error —dijo finalmente Jay, con voz temblorosa por la
emoción—. Le hemos buscado por todo el comedor, Larry, y ha desaparecido. Roger no
está aquí.
—Nunca ha estado aquí —replicó Larry con tono indiferente.
—¡No lo creo! —exclamó Jay.
—¿Qué tal si nos damos un baño, muchachos? —sugirió Larry, señalando con la
mano hacia el agua.
—Bueno, ¿tú qué piensas? —pregunté a Larry. No podía creer que aquel asunto le
dejara tan indiferente—. ¿Qué crees que ocurrió anoche?
Larry se encogió de hombros.
—No sé qué pensar —respondió, mirando a un grupo de nadadores congregados a
cierta distancia de la orilla—. Quizás estáis intentando gastarme una broma.
—¿Qué? ¿De verdad piensas que todo esto es una broma? —preguntó Jay con
tono enojado.
Larry volvió a encogerse de hombros.
—A nadar, chicos. Hay que hacer ejercicio.
Jay empezó a decir algo, pero Larry se volvió rápidamente y se metió corriendo
en el agua. Se adentró cuatro o cinco pasos y se zambulló luego, dando largas y firmes
brazadas.
—Yo no me voy a bañar —dijo Jay muy enfadado—. Me vuelvo a la cabaña. —
Tenía la cara roja y le temblaba la barbilla. Me di cuenta de que estaba a punto de echarse
a llorar. Se volvió y empezó a correr entre los arbustos, arrastrando la toalla por el suelo.
—¡Eh, espera! —exclamó Colin, echando a correr tras él.
Yo me quedé donde estaba, sin saber qué hacer. No quería seguir a Jay hasta la
cabaña. No podía hacer nada por ayudarle.
Quizás un baño en el agua fría me haga sentirme mejor, pensé. Quizá nada me
haga sentirme mejor, me dije sombríamente.
Miré a los que ya se encontraban en el agua. Larry y otro monitor estaban
organizando una carrera. Les oía discutir sobre el mejor modo de nadar.
Parece que todos se lo están pasando en grande, pensé, viendo cómo formaban en
línea. ¿Y yo por qué no? ¿Por qué me he sentido tan desdichado desde que llegué aquí?
¿Por qué los demás campistas no ven lo siniestro y aterrador que es este lugar?
Meneé la cabeza, incapaz de encontrar una respuesta a mis preguntas.
Necesito darme un baño, decidí.
Avancé un paso hacia el agua pero alguien alargó una mano de entre los arbustos
y me agarró fuertemente por detrás. Empecé a lanzar un grito de protesta, pero mi
atacante me tapó rápidamente la boca con la mano para imponerme silencio.

Pánico En El CampamentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora