Y sin duda ella ya había elegido a su chico ideal. Cansada del más reciente rechazo del modelo Adrien Agreste, Marinette decide darle una oportunidad a ese gato que siempre la elogió desde el momento que se conocieron.
Una tarde ella descubre que Ch...
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"Me quedo callado Soy como un niño dormido Que puede despertarse Con apenas sólo un ruido Cuando menos te lo esperas Cuando menos lo imagino Sé que un día no me aguanto y voy y te miro "
Cuando por fin encontró un lugar correcto donde transformarse se colocó los aretes y aquella pequeña criatura roja. El saludo fue rápido pero lleno de afecto, Tikki comprendía la ansiedad de la azabache por ver a su gatito. Así que sin pensarlo más, le concedió la transformación.
Lanzó su yoyo, y en un segundo, ya estaba su cuerpo desplegándose en los aires; jugando como una pequeña niña en una pradera. Su corazón latía rápido, estaba tan emocionada por decirle a Chat que ahora si, ella era libre para estar con el, que ahora si podían estar el uno con el otro. Y aunque primero le pediría que no volviera a ser tan impulsivo, lo que más deseaba era apretar en un gran abrazo al dueño de todas sus emociones.
El colosal edificio le hizo frente a sus ojos, tan majestuoso e imponente con esas luces. Pero ella ni siquiera se fijó en la entrada, su mirada estaba encima de la punta del Empire State.
Tomó aire emocionada y con ayuda de la cuerda de su yoyo, empezó a subir. Sentir el aire estampándose contra su rostro era majestuoso, tranquilizante e inigualable. No podía creerlo, pero extrañaría a esa ciudad; aquella parecía haberse esforzado por consolarla de lo que le había hecho París.
Hanzel.
Su nombre resonó en la mente de ella. Lo extrañaría muchísimo, no podía creerlo, pero su presencia ya le comenzaba a hacer falta; y aunque sabía que esa necesidad desaparecería pronto. Era un extraño e irónico masoquismo, quería olvidarlo pero a la vez no.
[Marinette empezó a guardar sus cosas. Las clases de la universidad ya habían terminado y como siempre, ella era la última en el salón de clases.
Y a pesar de que ya había guardado hasta su ultima libreta, continuaba ahí, observando el gran ventanal del salón y viendo cómo el frío invierno había consumido hasta la última hoja de ese roble que se encontraba ahí, llenando de escarcha hasta la más recóndita rama. Suspiro, ese árbol parecía tratarse de la tragedia más bella.
-¿Marinette?- escucho decir a una suave voz a sus espaldas. Volteo a ver, no podía ser, era ese bastardo de Hanzel. Un chico hueco que por más que le repetía, insista en estar con ella, alguien que simplemente no le cuadraba lo que significa "quiero estar sola".
No lo soportaba ¿Que no entendía que no iban a ser amigos? El no era de su agrado, un chico que se atreve a romperle el corazón a sus compañeras no podía caerle bien. Sabía lo que se sentía ser rechazado, no correspondida, y la verdad, es que había agarrado cierto remordimiento a las personas como el. Sin más se levanto y empezó a tomar rumbo a la salida.
