Capitulo 14: Lejanía

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En multimedia: Aunque no te pueda ver - Alex Ubago

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Hanzel no dejaba de verla. Estaba sentada en el suelo de ese balcón donde tantos bellos momentos habían compartido, sus pies asomados al vacío colgando de ahí, su vista perdida en la inmensidad de la tormenta neoyorquina. Parecía como si su mirada azul hubiera perdido ese brillo.

Y es que desde que regresó de Francia, se le notaba muy cambiada.

Tanto hasta el punto de que parecía temerle aún más al compromiso.

Aún así ella le seguía pareciendo hermosa, era tan... única. Su existencia le pertenecía al aire, su mente viajaba con las ráfagas. Soltó un suspiro y vio el anillo de compromiso que su dedo portaba. A veces se preguntaba a que la estaba condenando.

Ella siempre había sido tan lejana a el, quizás era eso lo que más lo enloquecía de ella. No, que decía; su sonrisa, su cabello, su mirada, su voz, su espíritu libre, su personalidad fuerte; todo en ella resultaba como un dulce que jamás se cansaba de saborear.

Sus labios.

Maldición, su mente ya iba para otro lado. Tenía que ayudarla, sacarla de ese pantano en el que ella misma insistía en sumergirse. Sin más se acercó con los dos vasos de moka caliente a ella.

No es que a él le gustara la moka, el jamás había sido de bebidas calientes; pero a ella le fascinaba y con eso le bastaba para acompañarla a tomar su bebida favorita.

-Mari.- soltó Hanzel sentándose junto a ella. Ella no movió ni un poco su vista ¿Para que? Sabía que si lo hacía, su mirada delataría lo destrozada que se sentía.

No sabía cómo actuar. Ni siquiera podía decir que haber hecho ese viaje era la peor decisión que había tomado, no podía ser así; vio a su madre, la ayudo a salir de coma y apoyo a su padre, vio a los pequeños de Alya y Nino aunque ya no cumplió su promesa de verlos por última vez, descubrió que su enemiga la había extrañado y sobre todo, estuvo con el.

El.

Siempre era el, aquel que su alma pedía a gritos y su corazón necesitaba. Toda su existencia parecía estar caminando en la cuerda floja. Cualquier mal paso y toda su vida se derrumbaría.

-Te traje Moka, tu favorita; helado de Mora.- le entregó el vaso con una sonrisa. Ella trato de hacer lo mismo, más se sentía una hipócrita. El era tan dulce, ella era su monstruo. Sin más lo recibió con pocos ánimos. Dio el primer sorbo, sintió a la bebida caliente pasar por su garganta. Deleite.

-Gracias.- musitó para que él no percibiera su tono quebradizo. Volvió a dar otro sorbo, era curioso cómo su ánimo subía a cada trago. Una sonrisa se dibujó en el último trago. El veía a detalle ese gesto, se veía tan tierna, como una niña que aún disfrutaba de los cuidados.

Besos bajo cielo parisino //Ladynoir // TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora