Y sin duda ella ya había elegido a su chico ideal. Cansada del más reciente rechazo del modelo Adrien Agreste, Marinette decide darle una oportunidad a ese gato que siempre la elogió desde el momento que se conocieron.
Una tarde ella descubre que Ch...
"... ¿Qué es poesía? Dices mientras clavas en mi pupila, tu pupila azul. ¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas? Poesía eres tú..." Adolfo Becker.
Multimedia: Te amo - Francisco De Vita
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"Así nos hubieran visto, Estábamos ahí sentados Frente a frente.
No podía faltarnos la luna, Y hablábamos de todo un poco, Y todo nos causaba risa Como dos tontos."
Su corazón martilleaba y veía el suelo con cierto temor y confusión.
-¿Lista, princesa?- escucho a esa voz decir a un lado suyo. Ella alzó su mirada y se dedicó a ver esos ojos verde intenso con los que alguna vez pensó, seguirán siendo solo un producto de sus sueños. Pero ahora eran reales, y ahí estaba, otorgándole toda la seguridad posible.
Y es que, al pisar suelo, oficialmente estaría de regreso a París.
-Ya no hay vuelta atrás.- musitó para ella misma dándose valor, pero antes de que lo viera venir; Adrien la cargo y empezó a avanzar con ella.- ¿Que haces?- preguntó divertida.
-Asegurándome que mi prometida no vuelva al avión.- contesto con sus rostros a solo un hilo de distancia; aflorando más sensaciones en ambos.
-Pues... entonces siempre querré regresar a ese avión.- contesto coqueta. Con su dedo índice empezó a rozar suavemente los labios del rubio.
-Mmmmm, entonces siempre te tendré que cargar.- sus alientos poco a poco empezaron a rozar. Era inigualable sentirlo tan cerca.
-Por mi no hay ningún problema gatito.- y en un instante, unieron sus labios. Felices, sosegados, agradecidos, enamorados, encantados con la magia del tacto del otro.
"Y yo que no veía la hora De tenerte en mis brazos Y poderte decir..."
Siguieron avanzando con sus latidos perdices de la mirada del otro, anhelando ya unir sus almas para toda la eternidad, entregarse uno al otro y demostrarse cuanto había sido el amor que le resguardaron al otro por tantos.
En cuanto la bajo, ignorando a todo el que lo rodeará, empezaron a correr con sus manos entrelazadas hacia la salida. Ansiosos por llegar a casa y contarse todo lo que habían vivido sin el otro, vivir por primera vez, en un sitio que decorarán los dos con su forma de ser. Todo por fin tomaba nuevos colores, y se iluminaba de risas y alegrías.
Pero cuando por fin llegaron al recibidor del aeropuerto, Marinette se quedó atónita ante lo que veía. Su corazón ni sabía a qué ritmo latir.
-A-a-Adrien.- tartamudeo.- ¿Tu sabías de esto?- preguntó congelada viendo aún aquella escena. Aparentemente ni el mismo sabía, ya que estaba en la misma posición que ella.
