Remiendos

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─ ¡Kim Mingyu, teléfono! –Gritó Seokmin, alejando la mirada de su copia de "El Malestar de la Cultura". El tono estridente rompió su concentración y sabía que no podría volver a leer hasta que el moreno atendiera. El sonido de la ducha se detuvo y la voz de su mejor amigo sonó amortiguada por la pared:

─ ¿¡Quién? –Refunfuñando, pero decidido a que el aparato dejara de sonar, Seokmin se arrastró fuera de la cama y llegó a la otra, apenas registrando el nombre de su contacto antes de dejarse caer a su colchón de nuevo.

─ ¡"Trainee"! –Era alguien nuevo, igual que todas las semanas. Tomó el libro y trató de recuperar su lectura, pero ya no era solo el teléfono lo que lo molestaba. Había dejado de preguntarse cómo es que Mingyu siempre encontraba a una persona distinta cada semana, o cómo todos caían a sus pies, pero eso no evitaba que se preocupara.

Un quejido débil lo distrajo. Minghao, desde la parte superior del camarote que compartía con Mingyu, se sacudió con frustración –todavía sin acostumbrarse a ser despertado por los gritos de sus compañeros de habitación.

─Mingyu, responde o lo tiro por la ventana. –Gruñó con la voz ronca por haber despertado. El moreno, saliendo del baño con apenas una toalla alrededor de su cadera, se sacudió el cabello mojado. Debido a su estatura y la altura del camarote, todas las gotas cayeron sobre Minghao, quien abrió un ojo para mirarlo enojado. –Algún día despertarás calvo, lo juro.

Haciéndose el sordo ante las amenazas del chino, Mingyu tomó su celular y lo pasó cerca del recién despierto a propósito, entretenido al verlo molesto y a la vez demasiado cansado para propinarle un golpe. Pocos segundos después, decidió contestar.

─Hola bebé. Sí. Para ti, siempre. Claro. ¿Dónde? Llego en diez. –Sus respuestas cortas fueron más que suficientes para confirmar cualquier sospecha que Seokmin y Minghao tuvieran, aunque tampoco eran muchas. Lo conocían lo suficiente para saber por qué lo llamaban. Luego de colgar la llamada, Seokmin lo miró; dándose por vencido en su intento de estudiar.

─ ¿Esta vez qué es? –Preguntó, ya que Minghao y él tenían la estúpida apuesta de qué sexo sería la mayoría de los amantes de Mingyu para el final de año. Seokmin había ido por hombres.

─Chica, tal vez. –La sonrisa traviesa de Mingyu lo delató. Bufando y lanzándole una almohada a la cara, Minghao se desquitó con el moreno (iba perdiendo la apuesta y realmente no quería pagarle a Seokmin, el bastardo no le dejaría olvidarlo por años). Riendo, Mingyu juntó la almohada del suelo y se la devolvió al chino. –No era necesaria la agresión, Hao. Es un chico.

─ ¿Un idol? –Recordando el nombre con que lo tenía agendado en el celular, Seokmin decidió que no estaría mal preguntar.

─Entrena para serlo. –Mingyu alzó los hombros, con indiferencia, y caminó hasta su ropero para vestirse. El silencio envolvió a la habitación, y no fue hasta que Mingyu tenía unos pantalones negros y rasgados puestos que Minghao habló.

─No entiendo cómo eres capaz de mantener esa vida. Coges todas las semanas, con amantes distintos y estás en tercer año de tu carrera. Todavía no decido si eres mi héroe o te detesto. –Seokmin y él no eran santos tampoco, pero la universidad exigía mucho de ellos. Mingyu, sin embargo, parecía tener tiempo de sobra y nunca lo había visto entregando un trabajo tarde o fallando en sus clases.

Seokmin miró a su mejor amigo: él todavía no se decidía si seguía doliéndole o se alegraba por haber recuperado a Mingyu –parte de él. Cuatro años atrás, cuando Wonwoo se marchó, el moreno había muerto en vida. Jeonghan, su madre, Minah y él lo cuidaron, buscando sacarlo de esa horrorosa depresión que lo consumió por completo. Incluso Jisoo se mantuvo a su lado, aunque no hizo mucha diferencia para Mingyu. Él apenas era consciente de que seguía respirando –aunque muchas veces intentó dejar de hacerlo. Fue un año horroroso, que los obligó a todos a enfrentar la madurez de golpe, porque Mingyu los necesitaba demasiado y lo único que podían darle era su compañía, y un poco de sus ganas de vivir. El Mingyu que habían conocido desde su infancia había muerto ese año, con la partida de Wonwoo, y sinceramente no creyeron que se recuperaría nunca.

Mil pedazos • MEANIE • |TERMINADA|Where stories live. Discover now