Conexiones

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Sentado en una banca al lado de la cancha, Jihoon le agradecía a la vida y a Wonwoo por presentarle a sus amigos. Los seis chicos estaban jugando baloncesto y, gracias a que eran un número impar, él pudo quedarse trabajando en sus partituras a pocos metros de ellos. Odiaba los deportes.

Le había dicho a Wonwoo que no había tenido amigos muy cercanos, y realmente había sido la verdad. No le interesaba, tampoco era un asocial, pero nunca se encontró deseando una amistad fuerte, arraigada y profunda. Él era muy independiente –lo que su madre siempre había calificado como un defecto, aunque ella fuese igual –y necesitar de la compañía de otros no aplicaba en su vida. Sin embargo, esos chicos que se peleaban por el balón se lo ganaron fácilmente; con ese ambiente familiar y cercano donde todos se preocupaban inmensamente por los demás, esas risas y las agradables tardes de conversaciones estúpidas. Fue fácil llegarlos a considerar sus amigos, y su pecho se apretaba de cariño al darse cuenta de lo mucho que le importaban –con solo dos meses de conocerlos.

Jihoon volvió a enfocarse en la pieza que intentaba crear, tarareando las notas de una suave y dulce melodía. Amaba componer, crear música desde cero y luego deleitarse con el resultado. La inspiración llegaba en cualquier momento y, justo esa tarde, la manada de torpes –como le gustaba llamarlos –era su musa.

Los gritos de ellos llegaban hasta él, haciéndole reír y negar suavemente con la cabeza. Levantó la mirada de sus partituras y observó lo que podía ser el juego de baloncesto más malo de la historia: Mingyu y Wonwoo tenían una gran ventaja en el juego por sus estaturas, y los otros cuatro hombres solo corrían detrás de ellos, tratando de evitar a uno de los dos, dependiendo de a cuál grupo pertenecían.

─ ¡Min, a mí! –Jeonghan gritó, moviendo sus brazos en el aire para mostrarle al moreno que estaba libre y podía encestar la pelota. Mingyu asintió y justo cuando iba a lanzarla, Wonwoo lo interceptó con una sonrisa. Mingyu, aturdido, le pasó la pelota al azabache y dio un salto hacia atrás.

Jihoon pudo ver cómo Jeonghan, detrás de Wonwoo, se pasaba la mano por la cara con exasperación y el gesto le hizo reír. No le había costado descubrir que Mingyu tenía sentimientos no correspondidos hacia el azabache, y se sorprendió al ver como su amigo –siempre perspicaz y coqueto –era completamente ignorante de la situación. Incluso Mingyu intentaba no estar muy cerca de él, pero Wonwoo ni siquiera lo notaba.

─ ¡Descanso! –Pidió Jeonghan luego de que el azabache anotara otro punto y Seokmin corrió hacia Jihoon, pidiéndole la botella de agua en el camino. Se la lanzó, o intentó hacerlo, porque tenía una pésima puntería y Seokmin era igual de torpe, así que la botella casi aterrizó en el rostro de Jisoo. Por suerte, Mingyu la atrapó a tiempo y abriéndola, tomó un largo trago de agua. Sonrió ante la decepción de Seokmin.

Minghao apareció a su lado, tranquilamente tomándose la leche de fresa que Jihoon había reservado para sí mismo. Se corrió justo a tiempo para evitar el golpe que iba destinado en su dirección.

─Tienes un gran deseo de morir, Hao. –Se burló Mingyu, con una mirada de admiración en su rostro mientras observaba al chino saborear el refresco. Robarle comida a Jihoon no era una decisión muy inteligente ni autopreservadora. Riendo, Jisoo se sentó a un lado del más bajo y su propia botella quedó a medio camino antes de tomar un trago, enfocando la mirada en algo atrás de ellos.

Dos chicas, realmente atractivas y coquetas, estaban hablando con Jeonghan y Wonwoo. Ellos parecían embobados, admirando las curvas de las mujeres y con su mejor cara de jugadores que hasta lucían distintos. Mingyu apretó la mandíbula, tratando de evitar la molestia que no debería existir. Su amistad estaba lentamente volviendo a ser la de antes, aunque había una sola cosa que atrapaba a Mingyu y lo hacía un hombre distinto al que fue cuatro años atrás. Detestaba ver a Wonwoo ligarse a chicas. Era un sentimiento primario en él, casi primitivo, porque aunque no tenía sentido y sabía que era absolutamente ridículo pensar así, su cuerpo reclamaba a Wonwoo como suyo y no quería compartirlo.

─ ¿Celoso? –Jihoon tenía una pequeña sonrisa, aunque viendo (como en varias ocasiones ya) que Mingyu estaba roto. Parecía ser por él, por el azabache que no comprendía las miradas que el menor le daba.

─ ¿Yo? Jamás. No. ¿Por qué lo estaría...? Espera, ¿qué? –Aterrado, y tan frágil, Mingyu miró a Jihoon con los ojos abiertos.

─No eres capaz de fingir muy bien. –Minghao rió un poco, asintiendo con la cabeza y apretó el hombro de Mingyu. Jihoon, sabiendo que probablemente el moreno entraría en pánico, agregó: –Ese idiota nunca se daría cuenta incluso si le propusieras matrimonio. Tu secreto está a salvo conmigo.

─Deberías ser más claro, si ambos son unos idiotas. –Jisoo señaló a Wonwoo y Jeonghan con una sonrisa que pareció dolida a ojos de Seokmin y Jihoon, mientras los otros dos se despedían de las chicas e iban hacia ellos.

─ ¡Escuché ese comentario, Hong! –Gritó Jeonghan fingiendo estar ofendido y Jisoo rodó los ojos. Fue rápido, así que Seokmin no estaba seguro de ello, pero creyó ver un poco de rencor en el gesto del castaño.

─ ¿Por qué somos idiotas? –Preguntó Wonwoo con una sonrisa de lado.

Los chicos volvieron a ver a Mingyu, que fingió ignorancia sobre la razón. Jeonghan tomó la botella con agua de las manos del moreno, alternando su mirada en todos los presentes para escuchar la respuesta.

Minghao, consciente del silencio que estaba surgiendo, decidió hablar:

─Porque no piensan con las cabezas que tienen cerebro.

Jeonghan escupió el agua de su boca, mientras que el resto de sus amigos reían por el comentario del chino. Minghao sonrió satisfecho y palmeó la espalda del pelinegro, ayudándole a recuperar el aire mientras el grupo se deshacía en unas alegres risas.

─Bueno, estos idiotas hoy tienen una cita con dos chicas lindas, así que estoy bien con eso. –Guiñó Wonwoo con suficiencia, moviendo su teléfono en su mano para indiciar que había conseguido el número de la chica con la que habló.

─Bien. –La voz de Mingyu sonó más molesta de lo que esperaba y, para compensarlo, agregó con su típica sonrisa fría. –Yo también saldré hoy.

Mil pedazos • MEANIE • |TERMINADA|Where stories live. Discover now