Efímero (II Parte)

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Sintiéndose cansado y enfermo, Wonwoo se levantó y avisó a los demás que se iría. Necesitaba descansar y dejar que su mente dejara de torturarse a sí misma, por lo que prefería ir a su cama y esperar al día siguiente. Palpó sus bolsillos, asegurándose de todavía tener el celular y la billetera en estos, para poder pagar el taxi que lo llevaría a su casa –porque incluso tan ebrio como estaba, era lo suficientemente honesto consigo mismo para admitir que se perdería apenas saliera de Babel.

─No creo que deberías irte solo. –Incluso estando tan ebrio como él, Jeonghan lo miró preocupado. Justo como antes, pensó Wonwoo antes de sonreír suavemente y negar con la cabeza; pero fue interrumpido por Jisoo.

─ ¡Gyu! –Gritó, asustando al moreno que había estado concentrado en su botella. El chico lo miró, confundido y el mayor continuó. – ¿Llevarías a Wonwoo a las residencias? Nosotros cuidaremos de Kyungil.

Esperando que el azabache se excusara y los salvara de la incomodidad que se formaba entre ellos, Mingyu observó a Wonwoo. Sin embargo, el mayor parecía perdido en sus pensamientos y asintió a la oferta de Jisoo. Suspirando derrotado, Mingyu apretó la rodilla de Kyungil antes de levantarse, despidiéndose y atrapando a un tambaleante Wonwoo mientras cruzaban la cortina de abalorios.

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Luego de muchos intentos fallidos, Mingyu logró abrir la puerta del apartamento que Wonwoo y Jihoon compartían. El azabache colgaba de él por el cuello, casi como un mono sobre su madre, y hablaba sin detenerse de cosas que Mingyu no podía entender. Entró – técnicamente arrastrando al mayor en el proceso – al apartamento casi idéntico al suyo, y lo llevó hasta su habitación, tirándolo en la cama mientras seguía murmurando incoherencias. Por fin teniéndolo lejos de él, Mingyu inhaló profundo, aunque inmediatamente se arrepintió de ello. Su idea era recibir una bocanada de aire que no tuviera el aroma de Wonwoo pero, en la habitación del azabache, todo olía a Jihoon y él.

Frustrado, se dirigió a la cocina y bebió un vaso con agua, volviéndolo a llenar para llevarlo a la mesita de noche del azabache. Junto a su escritorio pudo encontrar un pequeño bote de basura que por instinto acercó a la cama de su amigo. Sonrió al notar que eso era lo que hacían Seokmin y Minghao cuando él quedaba completamente vencido por el alcohol.

Miró a Wonwoo, quien parecía haberse quedado dormido apenas al llegar a la cama, se sentó a su lado y admiró su rostro. Dormido, sus facciones se suavizaban y Mingyu era capaz de ver al mismo chico del que se había enamorado, aunque ahora mostraba una madurez que antes no estaba. Su personalidad, sin embargo, era la misma. Lo odiaba por eso. Cada vez que le decía algún chiste malo o se enfocaba con determinación en lo que quería hacer, incluso cuando le hablaba como a un bebé ignorando sus estaturas, su corazón se retorcía y podía notar cómo se iba enamorando del Wonwoo actual, en vez de los recuerdos a los que se aferró por cuatro años.

Pasó su mano por el pelo negro del chico, agradecido por tenerlo otra vez. Aún si no lograba seguir adelante, aún si seguía estancado entre las arrugas alrededor de la nariz de Wonwoo cuando sonreía, era feliz con tenerlo cerca. El sufrimiento al que se estaba acostumbrando era muchísimo más soportable que el que había sufrido por cuatro años. Al menos ahora los mil pedazos en los que se rompió estaban cerca. Desordenados y dispersos, pero cerca.

Aunque parecía que se estaba hiriendo con cuchillos cada vez que lo miraba. Mingyu exhaló, y acarició una mejilla del azabache con la punta de sus dedos. ¿Por qué tuvo que enamorarse de él?

─Won, ya me iré. ¿Estarás bien, verdad? –Susurró el moreno sin esperar una respuesta. Se levantó y una mano alrededor de su muñeca lo detuvo cuando estuvo de pie.

Mil pedazos • MEANIE • |TERMINADA|Where stories live. Discover now