Efímero (I Parte)

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Adictivos.

Así son los labios de Wonwoo, repentinamente tan necesarios para la supervivencia de Mingyu. Y mientras se aleja lentamente el moreno comprende que de todas las adicciones posibles, esa debería ser la peor.

Y lo es, porque necesitar tanto de los labios de alguien que nunca puede ser suyo es una tortura que golpea duro. Rindiéndose, admira el rostro pacífico y sonrosado – ¿por el alcohol, por el beso? –del mayor, que aún no ha salido de su trance y tiene los ojos cerrados. En esos cortos segundos de incertidumbre, en los que secretamente teme que Wonwoo le golpee otra vez, puede engañarse lo suficiente para creer que el azabache siente lo mismo.

Pero sabe que no es así, por lo que se traga el nudo en su garganta cuando Wonwoo abre los ojos y lo observa con incomodidad y confusión, aunque sin enojo. – ¿Estás tan ebrio? Porque mira que besarme a mí, que he sido como tu hermano desde siempre, parece algo que no harías si el alcohol no jodiera tu organismo.

No respondió nada, porque no sabía qué decir y Wonwoo, malinterpretando su silencio como una afirmación a sus palabras, asintió y le miró con severidad y ternura. –Eres mi amigo, pero Min... No soy gay, ni bi como tú. No estoy interesado en los hombres.

Wonwoo le palmeó el hombro y sonrió torcidamente antes de volver a sus amigos; aunque Mingyu apenas lo notó. La sensación de ser de nuevo ese torpe y enamorado adolescente era más fuerte, y lo ahogaba de a pocos, porque las cosas no cambiarían por unos años lejos, y él lo sabía.

Su primer amor valía más que eso, más que una ingenua ilusión que no tenía ningún tipo de base ni lógica. Valía más que la idea de forzar algo que no estaba destinado a suceder.

Mirándose al espejo, observando detalladamente cada tonalidad verde y morada en su mejilla, exhaló el aire que había retenido en sus pulmones. Wonwoo era su amigo, no lo veía como algo distinto y él estaba dispuesto a aceptarlo así. Tenerlo de vuelta en su vida le recordó lo mucho que el azabache le hacía feliz y lo completo que se sentía teniéndolo a él y a sus otros dos mejores amigos cerca. Era más que suficiente.

Podía encontrar el placer, deseo y amor en otros cuerpos. Después de todo, el amor nunca se sentía igual y Mingyu se creía capaz de convencerse de que así –con Wonwoo como su amigo desde siempre y perdiéndose en otras almas por lo que el azabache no podía darle –lograría considerarse feliz.

Unos cuantos besos de sus dulces labios no cambiarían nada.

Repitiéndoselo lo suficiente, tal vez llegaría a creerlo.

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Babel ya le parecía un ambiente más cálido y familiar, consideró Wonwoo con una sonrisa mientras Jihoon y él se adentraban para encontrarse con sus amigos en la mesa usual. Habían quedado en salir durante el almuerzo, porque no todos los días festejaban el cumpleaños de uno de ellos y Mingyu estaba de manteles largos. Después de la propuesta, el moreno aceptó y pareció considerarlo unos segundos, antes de prometerles que conocerían a alguien importante.

Wonwoo tuvo que ignorar la molesta punzada de celos en su pecho, porque desde que tiene memoria recuerda al pequeño moreno andar detrás de él y tratarlo como al mejor, como al más importante y como al que más quiere. Sin embargo, esos días habían quedado atrás y descubrió amargamente que desde su regreso del extranjero, no parece que el menor lo considere como al mismo de antes. No parece ser digno de aquel pasado.

Sacudió la cabeza, alejando los pensamientos y recuerdos, para mirar a Jihoon ponerse de puntillas, tratando de pasar por la masa de personas bailando y así poder llegar donde sus amigos. Luego de que Mingyu saliera corriendo durante el almuerzo (alegando haber olvidado imprimir uno de sus trabajos), ellos estuvieron considerando quién sería la persona. No tardaron mucho en decidirse por Kyungil, el trainee que se había convertido en una constante en la vida del moreno –para sorpresa de todos, incluso de Jihoon y él.

Mil pedazos • MEANIE • |TERMINADA|Where stories live. Discover now