Ágape |FINAL|

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Aún estaban allí, sentados en las gradas de la entrada de su universidad. Momo había descartado su túnica sobre él, así que decidió quitarse la propia y doblarlas cuidadosamente. La graduación había sido unas horas antes, y ellos decidieron pasar unos momentos más juntos, ya que Mingyu volvería a su país dentro de pocas horas.

Takuya estaba sentado a su lado, mientras Momo jugaba subiendo y bajando las gradas, completamente absorbida por su pequeño juego para notar las suaves risas de los dos hombres.

Habían sido tres años, largos y difíciles por momentos, pero Mingyu no podía sentirse más satisfecho. Siguió adelante, sin relaciones tóxicas ni arrastrando el pasado tras él; Era una persona nueva, distinta a aquella que dejó su país hace tres veranos, y finalmente reconocía al hombre en el espejo. Encontró personas asombrosas en el camino, y finalmente pudo cerrar una etapa de su vida que llevaba atormentándolo desde que era un adolescente. Se había enamorado de Tokyo y todo lo que tenía por ofrecer; pero la oferta de un puesto en el Hospital Universitario de Seúl fue suficiente para que él viera el momento indicado de volver a casa.

─ ¿Estás seguro que no quieres que te llevemos mañana al aeropuerto? –Preguntó Takuya a su lado, finalmente sacándolo de su burbuja. Mingyu sonrió y negó con la cabeza, enfocado en la chica que seguía disfrutando de su nuevo título y riendo sin razón alguna.

─Sabes que Momo lloraría en todo el viaje.

Takuya, observando a su novia, rió concordando con las palabras del moreno. –Se encariña rápido y fuerte. Lo sé.

─ ¿Qué hay de malo en querer a mis amigos? –Se quejó la pelinegra, finalmente mirándolos y con las manos en las caderas. Y aquello le recordó el día que conoció a la chica, porque él apenas tenía un par de semanas en Japón y era pésimo con su manejo del idioma. Entonces, durante una clase unos compañeros le mencionaron algo que Mingyu no entendió y allí apareció Hirai Momo, reprimiéndolos en un japonés muy rápido que le fue imposible entender. Cuando los chicos parecían querer esconderse en sus asientos ante la furia de una castaña muy molesta, ella lo miró a él y cambiando totalmente su semblante, le preguntó si podía sentarse a su lado en un coreano/inglés muy confuso. Desde ese día, Momo se convirtió en una amiga que Mingyu apreció con la vida entera. Takuya apareció poco después, cuando el profesor les ordenó hacer grupos para el proyecto de la clase y él ofreció que los tres hicieran el trabajo juntos.

Entre ambos le ayudaron con su japonés, y Mingyu les enseñó un poco de coreano para entretenerse. De allí en adelante, la vida tomó su curso y lo demás fue historia. Observando a la pareja –Momo lucía deslumbrante en su vestido amarillo y frente a ella, Takuya seguía sentado y miraba hacia arriba para hablarle –Mingyu sentía una calidez enorme, porque estuvieron a su lado cuando él era un extraño en tierra ajena y continuaron apoyándolo incluso cuando estuvo en momentos muy oscuros.

─Estás listo para volver, ¿no es así? –Takuya estaba sonriéndole, y Momo lo hacía con esa mirada tan dulce que le recordaba a su propia hermana.

─Sí. –Y nunca se había sentido tan seguro de su decisión. Porque sí, por fin había comprendido que era hora de recuperar su vida y abandonar el dolor en el pasado. Momo y Takuya sabían poco de lo que había sucedido, conocían de sus pesadillas y de sus amigos siendo testigos de su fuerte lucha por recuperarse, pero Mingyu no permitió que dedujeran quién fue el detonador de las lágrimas y gritos. No necesitaban saberlo, y además él se prometió tener una vida distinta en Japón. Los fantasmas de su pasado cayeron del avión dos años atrás, y Mingyu estaba más que feliz con dejarlos ahí, abandonados en lo más recóndito del océano.

─ ¿No nos olvidarás? –Momo le preguntó en un suave susurro, pero él pudo escucharlo. Ella lo miraba con nostalgia, extrañándolo incluso cuando no se había ido. –Siempre sentí que para ti Japón no fue más que una estadía pasajera.

Mil pedazos • MEANIE • |TERMINADA|Where stories live. Discover now