Máscaras

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Cuando Mingyu tenía diez años, su padre se suicidó. Fue una larga lucha contra la depresión y bipolaridad, que al final Kim Jaehwan no fue capaz de ganar. Wonwoo no pudo encontrar ni un rastro de compasión por el hombre: sus arrebatos, odio por la vida, habían destrozado a la familia que lo amó. Él los arrastró en su miseria, los culpaba del dolor en los días malos y en los regulares, los ignoraba. No había días buenos. Mingyu y Minah, su hermana en ese entonces de solo seis años, se vieron en la necesidad de madurar de golpe. Aunque su madre, una hermosa mujer llena de energía y confianza, veló por sus hijos y evitó que fueran muy dañados durante esos años antes de que el señor Kim muriera; algo de ella se perdió esa noche en que encontró a su marido en la tina, rodeado de su propia sangre.

Wonwoo no lloró a Jaehwan, aunque el hombre le había agradado mucho –antes de que empezara su miseria. Sin embargo, sufrió a Mingyu porque una pequeña parte de él –la inocente, desconocedora del lado oscuro del mundo –había sido vilmente asesinada por su padre. Pasaron años para que pudiera ver de nuevo una sonrisa genuina de Mingyu, y él solo pudo resentirse con una alma que ya no existía por ello.

Pero, cuando se marchó, Mingyu era una persona brillante, maravillosa y había curado por completo de esa pérdida. Entonces, pensó amargamente, ¿por qué el moreno lucía tan roto, mientras hablaba con el chico luego de haberle comido los labios?

─Bien, ¿ese es Trainee? –Minghao rompió el silencio, con la cabeza ladeada hacia un lado y el ceño fruncido en un gesto que mostraba su curiosidad.

─Veinte dólares* a que sí. –Sonrió Seokmin, alzando la barbilla confiado y ganándose un bufido de Minghao. Los chicos siguieron hablando, aumentando sus apuestas y Wonwoo los miró; ¿acaso no eran capaces de ver lo falsa que lucía la sonrisa de Mingyu?

─ ¿Cuándo...? –Logró articular, inseguro de saber qué estaba preguntando exactamente. ¿Quería saber sobre su gusto por los hombres o sobre cuándo se había lastimado de nuevo?

─Lo supimos después de que te fuiste. –Jeonghan mintió descaradamente, reconociendo la doble dirección de la pregunta e ignorando la que no era suya para responder. Alzó los hombros, intentando ignorar la pesadez en ellos, y sonrió a Wonwoo. –Técnicamente no es gay, ¿sabes? Es bisexual, aunque hemos puesto nuestras apuestas sobre la pansexualidad también.

─Yo... Vaya. –Exhaló, volviendo a mirar al moreno coqueteando con el otro tipo. –Realmente no lo esperaba.

Minghao y Jisoo sofocaron una risa, este último ganándose un codazo de parte de Jeonghan. Wonwoo sabía que siguieron hablando, que la conversación retomó su normalidad, pero no pudo concentrarse.

Saber que Mingyu era bi no le molestaba, él era más que eso. Sin embargo, su pecho se sentía apretado, como si al verlo realmente no pudiera reconocer nada del antiguo chico que había sido. Él no se compraba esa máscara, había conocido a Mingyu mejor que a sí mismo; algo andaba demasiado mal –y le molestaba no saber qué era.

Le molestaba que hubiesen pasado cuatro años desde que los vio, desde que conversó con ellos. Jeonghan le llamó varias veces, pero desapareció un mes después de marcharse, sin importar lo mucho que Wonwoo intentó buscarlo. Había creído que su amistad valía más que eso, pero al verse solo y sin ninguna palabra de apoyo de parte de sus mejores amigos en otro país, supo que algo había pasado. No lo habían escogido a él, aunque no entendiera por qué tuvieron que elegir –y entre quienes. Viendo a Mingyu, era lógico pensar que tenía razón.

Se levantó, apenas murmurando una despedida y –lanzando una última mirada a Mingyu –salió del bar.

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Mil pedazos • MEANIE • |TERMINADA|Where stories live. Discover now