Edén

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Edén era... No era agradable.

Encontró el bar en una de sus malas noches, cuando estaba tan ebrio que apenas era capaz de caminar sin caer y solo quería un polvo más. El lugar, a pesar de su bonita infraestructura y agradables empleados, era una burla explícita a la creencia cristiana del paraíso.

Mingyu lo detestaba; sin embargo, era perfecto para cuando quería ser un simple bastardo y no ser juzgado por ello. Por eso, no se comportó recatado y respetuoso con esa chica que bailaba restregándose a su cuerpo, visiblemente contenta por la erección del moreno. Él quería follar, la chica deseaba lo mismo.

Tan simple como eso. Las reglas morales no aplicaban en Edén. Hyejin –o eso creía haberle escuchado –se giró y pasó los brazos por el cuello de Mingyu, atrayéndolo hacia abajo y besándolo sin dejar de bailar. Recorriendo el cuerpo de ella con sus brazos, Mingyu asentó sus manos bajo la corta blusa de ella, acariciando la piel tersa de su estómago.

Aparentemente complacida con el tacto, Hyejin no esperó más y empezó a caminar, Mingyu no dudó en seguirla. Estaba adormecido, tanto por el alcohol que ya había consumido como por las olas de excitación que recorrían su cuerpo. Quería hundirse en el cuerpo de la chica y dejar que sus instintos más primitivos le olvidasen quién era.

Miró a su alrededor, asegurándose que era el camino hacia los servicios y justo cuando iba a volver la mirada a Hyejin, algo captó su atención. Más bien alguien, que estaba entrando por la puerta del bar muy acaramelado con una chica de pelo corto y vestido revelador.

Wonwoo, muy concentrado en el cuello de su cita, ni siquiera miró alrededor. Bufando molesto; porque mierda, ese día realmente no necesitaba de todos sus problemas, Mingyu continuó caminando con Hyejin y apenas la dejó cerrar la puerta del cubículo antes de lanzarse a sus labios.

La besó, rudo, desesperado y agresivo, desahogando su frustración e ira en el acto. La chica, tan preparada para él, guió las grandes manos del moreno hasta su entrepierna, rozándose contra ellas y gimiendo en sus labios. Sin poder esperar más, Mingyu bajó el corto short y ropa interior a la vez. Hyejin, temblorosa y llena de lujuria en sus ojos, le ayudó a abrir su cremallera y sacar su miembro erecto y dolorido.

Más que sexo, lo que tuvieron fue una follada ruda, primitiva y vacía de sentimientos ni interés por el otro. Mingyu la penetró y de inmediato empezó a embestirla, necesitando de esa bruma maravillosa que lo drogaba durante el sexo.

Y finalmente, ese mundo borroso apareció con el orgasmo. Apenas fue capaz de registrar cuando se acomodó las ropas y le dio una última sonrisa a la agotada Hyejin, para luego marcharse de los servicios y volver al bar. Agotado, tranquilo y sintiéndose ligero, Mingyu fue hasta la barra en forma de media luna y se sentó en uno de los extremos. Ese lugar le gustaba porque era capaz de ver tanto al resto de las personas que se sentaban allí, como a gran parte del local –así no tendría ninguna sorpresa inesperada o indeseada. Mantener la guardia alta en Edén era simplemente pura lógica.

Se ordenó una cerveza, decidiendo tomarla y marcharse para descansar. Con los trabajos de cinco cursos distintos sobre su cabeza, de verdad que un polvo era más que suficiente para esa noche. Aún drogado por el orgasmo, miró la barra y frunció el ceño al encontrarse a Wonwoo con la chica, bastante emocionado comiéndole los labios.

Incluso después de tantos años, el azabache seguía siendo igual. Confiado en su propia apariencia física y personalidad llamativa, no le costaba encontrar a chicas interesadas en él –y chicos, pensó Mingyu con una sonrisa sin un rastro de diversión en ella. Los observó, como Wonwoo acunaba el rostro de su acompañante durante el beso y cómo ella se inclinaba en su toque, buscando más de él. Era ridículo que él también fuera el mismo de cuatro años atrás, celoso de la chica y deseando ocupar su lugar. Deseando poder inclinarse hacia Wonwoo como ella hacía, sin temor del rechazo.

Mil pedazos • MEANIE • |TERMINADA|Where stories live. Discover now