┋CAPÍTULO XXVI┋

1.1K 330 1
                                    

Ara

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ara.

—No, basta, a ellos no. Mátame a mí...

Despierto de golpe, sentada en la cama, con la respiración rápida, palpando el lugar donde estoy. Tomo una bocanada de aire y me dejo caer de regreso sobre el colchón.

«¡Dios mío, vaya pesadilla!»

Cierro los ojos un momento, con las manos sobre la cara, tomando otra respiración profunda hasta que los pulmones me arden.

—Mierda, mierda, mierda —susurro.

Dejo caer los brazos extendidos sobre la mullida sábana y me quedo viendo el techo. Tengo las mejillas húmedas. Cierro nuevamente los ojos y me dejo perder en el sueño.

Todo está en silencio, con las luces apagadas cuando me despierto

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Todo está en silencio, con las luces apagadas cuando me despierto. Estoy muy cómoda y calentita en esta cama.

«Al fin, una noche de paz», ironizo.

Abro los ojos y, por un momento, estoy tranquila y serena, disfrutando del entorno, que no conozco. No tengo ni idea de dónde estoy. El cabezal de la cama tiene forma de un corazón gigante. Me resulta extrañamente familiar. La habitación es muy grande y está lujosamente decorada en tonos blancos y rojos con muebles antiguos.

«Maxwell. Estoy con Maxwell Nox», entonces lo recuerdo.

Mi noche estuvo llena de inquietantes sueños donde un grupo de payasos asesinos se burlaban de mí para, al final, entregarme a Gabriel en un enorme plato dorado y yo no podía hacer nada para defenderme. Tenía una manzana en la boca, las manos y los pies atados, y una terrible curiosidad por saber lo que me esperaba. Me despierto gritando por la vida de mis padres, pidiéndoles que corran antes de que la mina estalle y nos deje esparcidos en cientos de pedazos por todo el pavimento.

Lentamente, las imágenes fragmentadas de la noche se incrustan en mi mente, como piezas de un rompecabezas desordenado. El exceso de Tequila, la llamada, la escena en el baño, el vómito y el falso Max.

«Maldición».

Por instinto, dirijo mi mirada hacia la mesita de noche en busca de mi celular, en cambio lo que veo es solo un vaso con agua y dos pastillas de ibuprofeno.

Al Límite de ti. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora