┋CAPÍTULO V┋

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Ara.




Hoy se convierte oficialmente en el día más catastrófico de mi existencia —exclamo, sentándome sobre escritorio de mi amiga mientras ella teclea la actualización semanal de nuestro blog de chismes al estilo Gossip Girl sobre la empresa.


No es tan complicado ocultar la IP de las computadoras cuando eres Ágata Vial, al menos eso es lo que ella dice, y tampoco es difícil conocer cada detalle de un jugoso cotilleo corporativo cuando eres Ara Rojo y sabes cómo engañar a tu jefa para que deje abierta la línea directa hacia todos los dramas laborales. Y no es que seamos chismosas, solo nos gusta manteneros bien informadas.


Esta semana le toca a ella hacer las actualizaciones que, obviamente —porque conozco demasiado bien a mi amiga—, hablarán del nuevo y sensual jefe. Seguro que lo leeré todo más tarde, pero, aun así, no puedo evitar la tentación de echarle un ojo de vez en cuando a todo lo que publica solo para pasar el rato y controlar mis nervios revueltos.


—Deja de ser tan dramática —suelta Ágata de repente, acercándose mucho a mi oído y dándome un susto de muerte que me hace saltar del escritorio—. Aquí viene el adonis. —Me indica con un movimiento de cabeza y, sin esperar nada más, bajó del escritorio y me giro sobre mis tacones para encontrármelo casi de frente.


«Unos pasos más y chocamos de narices. ¡Dios mío! ¿A qué huele?».


Inclinando mi cabeza hacia adelante como una heroína de un drama coreano, paso junto a ellos para llegar a mi puesto de trabajo. Mi corazón está a punto de salirse del pecho y con el silencio que reina en la oficina, estoy segura de que cualquiera con buen oído puede escucharlo sin problemas.


—Espero que la charla haya sido sobre trabajo, señorita Rojo —masculla entre dientes mi jefa, intentando hacer que parezca que soy una holgazana que no trabaja, y continúa en dirección a Maxwell Nox—. Así son estas empleadas, siempre que uno se descuida, corren a esparcir chismes como si su vida dependiera completamente de ello. Por eso te digo que necesitamos más organización, Max. —Él solo asiente y siguen caminando hacia el ascensor sin voltear a verme ni una sola vez.


Todo pasa en un abrir y cerrar de ojos, camino hacia mi escritorio, y Nino da un salto veloz, sin importarle haber tirado su silla en el proceso, para ser el primero en llamar al ascensor por ellos. Pero en un instante, da media vuelta como si nada hubiera ocurrido al ver que cambian de rumbo y se dirigen de regreso hacia donde estoy.

Al Límite de ti. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora