┋CAPÍTULO XXI┋

1.1K 328 8
                                    


Max

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Max.

—¡Carajo! —hablo tan bajo que solo yo mismo logro escucharme. Necesito tranquilizar mis nervios.

Estoy sentado, sudoroso, incómodo y molesto en el restaurante cinco estrellas que pedí cerrar solo para mi cita con Ara. Hace mucho tiempo que no venía y se me había olvidado lo tranquilo y acogedor que es. Siempre me atienden como si fuera la realeza. El último cliente se marchó hace media hora, y Danilo ha venido más de tres veces para saber qué quiero pedir, si me siento bien o si necesito que ajusten la temperatura del lugar. Me he puesto de nuevo la máscara de Batman, tengo pensado revelarle todo hoy, pero pensé que, si al entrar solo me veía como Maxwell Nox, seguramente pensaría que todo era una broma o algo así. En cambio, ver a Bruno Díaz le indicaría que esto es parte del juego.

Ara llega con tres minutos de retraso, y aquí estoy otra vez, tamborileando mis dedos sobre la mesa como un niño impaciente. La paciencia no es mi fuerte en estas situaciones, ni en los negocios. Cuando veo algo que quiero, voy tras ello hasta conseguirlo, y nunca tardo mucho en obtenerlo de todas formas

Nada me tranquiliza lo suficiente, ni siquiera la larga caminata que decidí hacer cuando dejé mi Avicon azul en el estacionamiento de un hotel cercano pudo disminuir mi inquietud.

De repente, veo a una bella figura envuelta en un flamante vestido negro pasar por la puerta principal y asombrarse por toda la decoración que mi hermana se esmeró en poner para causar una buena impresión.

—Todos estos detalles son para la chica que te gusta. —dijo cuando la cuestioné sobre el asunto.

—Ella no me gusta. —Miento. No lo hago por vergüenza ni nada, simplemente no quiero que mi hermana se haga ilusiones antes de tiempo, para que no termine como yo, que por nervios me he creado fantasías en mi mente y he llegado a contarle a la abuela sobre una posible relación, fingiendo que ya es un hecho, imaginando a Ara mientras camino por el parque central de la ciudad o pensando en cómo sería caminar con ella por la calle tomados de la mano, como una pareja normal.

Al verla, mi corazón comienza a martillar en mi pecho. Ha llegado la hora: o bien es el inicio de una relación beneficiosa para ambas partes y quizás algo más allá de un simple negocio, o es el principio de un catastrófico fin.

«¡Cálmate, dramático!», me riño interiormente.

Los labios de Ara esbozan una sonrisa tímida al acercarse hacia mí. Su rostro expresa confusión al verme de nuevo con la máscara puesta, pero parece relajada, como si esa acción premeditada por mi parte la tranquilizara de alguna forma, o al menos un poco, en vez de asustarla al hacerla salir corriendo sin permitirme explicar nada. Estoy hiperventilando, me siento como un león enjaulado en un espacio bastante confinado. Sin saber qué hacer, me pongo de pie tan rápido que no le doy tiempo a la silla de alejarse con mi movimiento nada delicado, y solo escucho cómo cae al suelo, provocando el alboroto de los meseros y un espasmo o brinco, no podría distinguirlo, de Ara ante el ruido.

Al Límite de ti. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora