┋CAPÍTULO XX┋

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Ara

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Ara.

—Eres una maldita perra afortunada — grita Ágata tan fuerte que debo separar el teléfono de mi oído antes de que me reviente el tímpano.

Tal vez tiene razón. Las cosas me están saliendo tan maravillosamente bien que podría llegar a pensar que todo esto es solo un sueño y que al despertar regresaré a la pesadilla laboral de siempre. El Maxwell Nox que conozco ahora no existe en realidad, y Bruno Díaz es solo un extraño, pero maravilloso, producto de mi imaginación.

—Y bien, puede ser todo un sueño, por todas las cosas extrañas que te han sucedido esta semana.

El hotel es un verdadero lujo. En los años que llevo aquí, nunca escuché hablar de él ni una vez. Según pude observar, mientras avanzaba por la recepción, solo se ingresa si tienes reservación previa y una membresía adicional. Muy secreto y oculto. Me hace sentir especial que Maxwell pensara en algo así.

El aroma a pinos, tierra mojada y menta es un bálsamo para mis sentidos y todo lo que necesito para sentirme relajada. El olor me transporta a esos días de emoción de mi infancia cuando corría por el bosque con mi hermana Nina bajo la vigilante mirada de nuestros padres. La tranquilidad, el espacio abierto, la libertad. Solo el escuchar el crujir de las agujas de pino secas bajo mis pies me eriza la piel. Apenas ingresado a la habitación, me refugio del frío que anuncia la llegada de la primavera, mientras Jaime habla con la señorita de recepción.

En un abrir y cerrar de ojos, cinco personas se ponen a mi disposición. Llevan mis maletas, me ofrecen cócteles de bienvenida y hasta me reservan un exquisito masaje para liberar la tensión que se ha acumulado en las últimas horas.

—Tienes unos horribles nudos — me susurra suavemente el chico a cargo de mi comodidad.

—¿En serio? — Coqueteo un poco.

—Sí, — continúa masajeando mi espalda, — pero después de mí, no sentirás más tensión. Te dejaré muuuuy relajada, — alarga la «U».

con coquetería.

—Me agrada la idea...

Después de eso, solo sé que me quedo profundamente dormida. Nunca me había pasado, pero me encantaría que me volviera a suceder. Fue la mejor hora de absoluta relajación que he tenido en la vida. Después del masaje, hubo un gran banquete en mi habitación que acompañé con Titanic uno y dos. La segunda no me gustó y, cuando llegué a la mitad, decidí apagarla y hablarle a Ágata para contarle todo con lujo de detalle.

—Dos hombres atentos a ti y, bueno, la porquería que sea P. J. en el asunto — Regreso al presente y noto que aún continúa hablando mal de P. J.

Si pudiera juntar a esos tres hombres de mi actual vida y quitarles sus evidentes defectos: a P.J. lo infiel y desgraciado que fue por hacerlo en mi cama con otra — aunque fuese su novia —, me ha hecho odiarlo ya. Así que mejor dejemos de hablar de él. A Maxwell le quitaría su aparente egolatría, y a Bruno su misterio y cualquier defecto que lo haga seguir soltero; con esos dos estoy segura de que crearía al hombre perfecto para mí.

Al Límite de ti. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora