¡Entra en el emocionante mundo de los negocios y el amor! Conoce a Maxwell Nox, el implacable magnate que se debate entre el matrimonio y el poder. ¡Pero el amor no está en su menú! Así que lanza un reto al aire:
¡Se busca urgentemente pareja para s...
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Ara.
—¡Hola! ¿Cómo te sientes?
—Incómoda —respondo rápidamente. Miro al sujeto vestido de Batman frente a mí, él ladea la cabeza y, de inmediato, tira de la silla, tomando asiento al otro lado de la mesa después de empujar a un lado a mi original primer compañero Hulk. Esto hace que todos se corran de sus mesas iniciales, y todo sucede tan rápido que me toma por sorpresa. Doy un salto en mi sitio, con el corazón latiéndome desenfrenado.
—Correcto, damas y caballeros, da inicio la segunda ronda, y con ella, el juego de las mesas musicales —anuncia la voz de una mujer por los altavoces—. Tendrán solo quince minutos para conocer a la pareja que se les ha asignado. Queda prohibido preguntar el nombre de la otra persona, hablar de trabajo, aspectos físicos o cualquier cosa que revele su identidad. Una vez escuchen la campana de finalización, los hombres deben cambiarse de mesa. El juego termina cuando todos regresen a su mesa inicial.
«¿En qué nos has metido?», me interroga mi mente.
Recuerdo este juego. Solía ser divertido cuando no tenías expectativas en las personas que desfilaban frente a ti, o algo peligroso que ocultar. La primera vez que participé fue en la universidad, cuando acompañé a Brenda tras su ruptura con su novio y yo estaba en una de mis primeras de muchas separaciones con quien después terminó convirtiéndose en mi esposo. Conseguí que cuatro chicos me llamaran pidiendo citas, pero solo salí con dos que me gustaron. Una cita con cada uno, y no porque yo no quisiera salir más veces, ellos nunca volvieron a llamarme de nuevo. Sin embargo, lo dejé pasar cuando regresé con él. Hasta que años después descubrí la verdad; Sergio, el primero de los chicos, desapareció a los pocos días de nuestra cita, y Tayler sufrió amenazas por salir conmigo. Ahora está, al igual que yo, bajo protección para futuras declaraciones.
Comienzo a recordar y me doy cuenta de que he colocado el gas pimienta en mi bolso. Pero no me permitieron ingresar con este ni con mi celular debido a cuestiones de privacidad. Estoy a punto de levantarme y renunciar a todo esto cuando escucho de nuevo esa voz peculiarmente familiar, aunque no sé de quién es, pero me tranquiliza:
—¿Tú eres Gatúbela? —Él me mira expectante, y yo solo puedo asentir. De inmediato pienso en lo mal que sabe esta situación y niego con la cabeza, pero luego vuelvo a decir que sí, ya que no es mi nombre el que está sobre la mesa. —Genial... —masculla y tuerce un poco la boca, dudoso por lo que le acabo de decir—. ¿Eres Gatúbela o mis recuerdos sobre DC están distorsionados? Porque quiero aclararte desde ya, hace muchos años que no veo una película de superhéroes y mucho menos he leído un cómic desde que tenía cuatro o cinco años. —Vuelvo a asentir, mucho más relajada.
—Esto me sobrepasa —comienzo a hablar—. Espero no haberte dado la impresión de ser una loca.
—No te preocupes —dice—, he conocido locas que no dan esa impresión la primera vez, estoy preparado. —Apoya sus brazos sobre la mesa y dice en un susurro—: I'm Batman.