Max.
—¿De verdad tengo que hacer todo esto? —pregunto con hastío al ver las montañas de evaluaciones que me esperan.
—Lamentablemente, señor... —responde mi asistente—, es completamente necesario según los protocolos de la empresa. Todos debemos hacer las evaluaciones cada semestre.
Asiento resignado, sin tener mucho más que objetar, y ella continúa:
— ¿Consideras que pasas la mayor parte de tu tiempo estresado?
—No, claro que no... —Observo el rostro de la mujer frente a mí, parpadeo un par de veces para concentrarme, no porque sea mi tipo, sino porque no me entra la pregunta.
Me tomo todo el tiempo necesario para terminar esa respuesta y, sabiendo que ella está allí para atenderme, me recuesto en mi silla giratoria, intentando encontrar un poco de comodidad. Echo un vistazo rápido a los correos destellantes en mi computadora y muerdo ligeramente la parte interna de mi mejilla derecha, al mismo tiempo que repaso mentalmente la pregunta para dar una respuesta.
«Yo no vivo estresado», susurro para mí mismo.
Solo lo normal, nada más. Tengo un cargo casi presidencial, así que sí, a veces estoy tenso, pero eso es todo. Justo cuando estoy a punto de dar mi respuesta definitiva, me detengo un momento como si me costara hablar y veo que ella toma la decisión de decir algo:
—Señor...
—Quizás algunas veces. —La veo parpadear, sorprendida por mi respuesta, y sin poder contenerme, elevo la voz—: Sí, he dicho algunas veces... tal vez haya muchas situaciones en las que parezca estresado, pero en realidad no lo estoy. —Hago una pausa en mi discurso y luego decido negarlo rotundamente—: No, Martha, pon que no. —Cambiando de opinión al verla acercar su bolígrafo al papel—: Bueno, un poco nada más. Hago una tachadura mental de mi respuesta anterior y digo: Solo algunas veces. ¡No! —grito y la veo sonreír divertida ante mi decisión tan inestable.
—Señor, si me permite decirle, puede poner la respuesta que quiera. Total, nadie va a leer esto de todas formas, solo es protocolo —dice Martha entre risas, y yo asiento, riendo también.
—Tienes toda la razón. ¡Adelante! Siguiente pregunta —respondo sorprendido de lo animado que sueno esta vez.
—¿Cuántas horas seguidas duerme? —Martha se lleva el bolígrafo a la boca y, sin saber por qué, su acción me hace sentir incómodo.
Martha H. Ronzón es una de las mujeres más atractivas con las que he trabajado hasta ahora. Fue contratada no solo por su impresionante currículum en negocios y administración, sino también por su apariencia. Sin embargo, no puedo quitarme de la cabeza a la señorita Ara Rojo desde que supe de su existencia, y eso realmente calma mi intensidad sexual.
«¿Qué diablos me pasa?»
—Eso depende de con quién duerma —sonrío pícaramente. Quiero ver si puedo hacerla sentir incómoda a ella también, no solo ella a mí.
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Al Límite de ti. ©
Romance¡Entra en el emocionante mundo de los negocios y el amor! Conoce a Maxwell Nox, el implacable magnate que se debate entre el matrimonio y el poder. ¡Pero el amor no está en su menú! Así que lanza un reto al aire: ¡Se busca urgentemente pareja para s...