┋CAPÍTULO XXIV┋

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Ara

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Ara.

—Esto me sobre pasa.

Estoy en medio del bar, rodeada de ruido y gente. No tengo ni idea de cuántas cervezas he bebido, pero en este momento, la idea de deshacerme del estúpido papeleo que asecha mi mente me parece genial. El bar está lleno de herederos y futuros dueños de empresas importantes que salieron a divertirse después de gastar dinero en lo primero que se les presentó.

Jess, la novia del hermano menor de Maxwell, se ha unido a nosotras. Nos hemos separado de los trabajadores y los hombres aburridos que decidieron atender un negocio millonario supersecreto en lugar de seguir la fiesta con nosotras.

Jess nos cuenta cómo lucha por sacar adelante su carrera tras perder su oportunidad en la revista de chismes donde trabajaba. Uno de los atractivos camareros que coquetea con Ronda nos trae una jarra de cerveza para ponernos al tanto de nuestra recién adquirida unión familiar.

Mientras me bebo lo que creo que es mi quinta copa, pienso que no es una buena idea beber tanta cerveza después del vino de la cena y los dos vasos de tequila que nos sirvieron mientras los chicos estaban con nosotras.

—¿Y ahora qué, Ara? —me grita Jess.

—Pues nada, en cuanto acepte la propuesta de Max, considero que todo saldrá bien para la familia —grito. Tan alto como puedo porque en este lugar no logro escuchar ni mis propios pensamientos.

Antes de que Jess y Michael aparecieran, conocí a Ronda primero. La famosa adolescente, bastante mayor de lo que parecía al principio, que organizó el juego del que ahora puedo tener la carta maestra para ganar. Nadie más en la familia sabe lo que hemos hecho, y me hicieron prometer, e incluso jurar por mi vida, que no diría nada. Lo único que tengo que hacer es fingir felizmente que Maxwell y yo somos una pareja común y corriente.

—¡Dios mío!, ¿cómo conseguiste que te lo propusiera? Llevo casi tres años con Mich y no se anima. Creo que solo me pedirá que vivamos juntos y ya. —La chica, más bonita de lo que parecía al principio, hace pucheros infantiles y se queda mirando su vaso durante lo que parece un largo rato.

—A esta ya la perdimos —dice Ronda.

—Por supuesto. Pero ¿puedes culparla por sentirse así? ¿No te ha pasado a ti? —pregunto sonriendo lo más ampliamente que puedo.

Ronda me pasa el brazo por la espalda y me acerca a ella como si estuviera a punto de susurrarme un secreto:

—Lo mío no depende de si él me pide matrimonio o no, eso ya lo hizo —me susurra al oído—. ¿Otro vaso?

—Ronda Atalí Nox... ¿Estás tratando de emborracharme? Porque pienso que lo estás logrando —le digo riéndome—. Creo que mejor me tomaré un tequilita. Voy a buscar una jarra para todos.

—¡Más bebida, Ara! —grita Jess tras un rato sumida en sus pensamientos.

De joven, solía ser tan fuerte como un toro. Mi primera borrachera fue a los 17 años gracias a una de las fiestas secretas que Nina organizaba junto a su novio antes de que él sufriera el accidente. Mis padres no lo querían, así que ella tenía solo dos opciones: escaparse en medio de la noche para verlo o inventarme amigos y decir que me acompañaba a una fiesta cuando en realidad era al revés. Cada vez volvía a casa totalmente borracha, haciendo ruido a cada paso, cantando, gritando y bailando como una descontrolada, hasta que Gabriel Droth me besó y se llevó toda la energía de mi cuerpo, dejándome flotando en el aire y volviéndome totalmente manipulable.

Al Límite de ti. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora