Max.
—Díganme que esto no es una especie de intervención. —Realizo un gesto dramático al entrar en la casa de mi abuela, solo para encontrarme con todos los miembros de mi familia presentes, excepto uno: Nicolás. La conversación se detiene de inmediato al verme entrar, y ahora todos me observan en completo silencio. En la sala principal, mi abuela está rodeada de cuatro de sus bisnietos, y el más pequeño brilla por su ausencia. El sexto de ellos, el mayor, Raúl, está sentado solo junto a ella, con enormes audífonos en las orejas, aparentemente ajeno a mi presencia. Ariatna y Lisa están recargadas en los lados de la chimenea, junto al retrato de mi abuelo, que ha sido restaurado completamente. Ronda me mira con preocupación desde la ventana, y Michael está junto a su, por ahora, novia, Jess. Estos dos últimos ocupan sillones individuales a la izquierda, mientras que el resto, a medida que avanzo por la sala, se acomoda en el sofá más grande.
—Buenas noches —dice mi abuela con ironía, evidentemente refiriéndose a mi retraso.
—Buenas tardes —saludo. Nadie responde. Mi hermana menor sostiene una copa de vino en la mano, sin haberle dado un solo trago. Víctor aparece desde la cocina con un pequeño plato que contiene un trozo de pastel de chocolate, del cual ha dado un mordisco. Mi estómago protesta. Lisa, que suele ser la más parlanchina de todos nosotros, me mira y finge estar concentrada en sus zapatos o en alguna migaja perdida en el pliegue de su falda. Michael no me presta atención y solo observa a su novia mientras bebe vino. Ariatna es la primera en esbozar una sonrisa y responde:
—Hola, cariño. Luego todos la imitan como autómatas, diciendo lo mismo en coro, reemplazando «cariño» por mi nombre o «tío Max». Excepto Raúl, quien continúa sumido en su celular, haciendo gestos que me hacen entender que lo que está haciendo en su pantalla es más importante que mi llegada, y la abuela, quien aún me mira como si quisiera atravesarme y dejarme inconsciente en el suelo.
«Si las miradas pudieran matar...»
—¡Hola, familia! —Entra Danilo detrás de mí. Se había quedado rezagado afuera mientras hablaba por teléfono con el encargado de su restaurante. Ahora que está junto a mí y se da cuenta del ambiente sombrío y extraño que reina en la sala, me mira con cierta suspicacia, se encoge de hombros y dice—: ¡Qué gusto estar aquí de nuevo! —Podría ser el momento perfecto para que empiecen a sonar grillos y demás. —Bien... —añade, al ver que nadie parece dispuesto a responderle, luego se voltea hacia mí, saca su teléfono del bolsillo y finge recibir una llamada—. Tengo que contestar esta llamada. Permiso. —Sin esperar respuesta, desaparece de nuevo de la habitación, de la misma manera en que entró.
«Genial, me ha traído como cordero al matadero».
Por alguna razón, olvidé por completo esta «reunión». Siempre he desconfiado de las buenas intenciones de mi abuela en sus «comidas familiares». Incluso se lo dije a Danilo durante todo el camino. Pero él se negó rotundamente a dar su brazo a torcer y me aseguró que era muy improbable que supieran algo acerca de mis esfuerzos para conseguir esposa. Aunque no entiendo cómo mi abuela se entera de todo antes que yo.
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Al Límite de ti. ©
Romance¡Entra en el emocionante mundo de los negocios y el amor! Conoce a Maxwell Nox, el implacable magnate que se debate entre el matrimonio y el poder. ¡Pero el amor no está en su menú! Así que lanza un reto al aire: ¡Se busca urgentemente pareja para s...