┋CAPÍTULO XXV┋

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Max.

29 de marzo de 2022

—¡Espera! ¡Espera! No, la cabeza no...

Al despertarme por la mañana, olvido completamente que hay una mujer durmiendo en mi cama hasta que la escucho balbucear.

Casi tres horas después de llevarla a la habitación y depositarla como un saco de patatas, finalmente me meto en la cama. Ara se ha quedado dormida al instante y no ha cambiado de posición ni un milímetro desde que la dejé allí. Me deshago de la ropa que llevo puesta y me acurruco a su lado.

Ella duerme profundamente; parece poco probable que empiece a girar y golpearme. Es una de las razones por las que normalmente no comparto la cama con nadie. Las constantes patadas de Ariatna cuando solía meterse en mi cama debido a su miedo a la oscuridad y sus pesadillas me hicieron pensar que todas las mujeres eran propensas a dar golpes mientras dormían.

Vacilo un momento mientras la oscuridad se apodera de mí, pero no aflora, y sé que es porque estoy hipnotizado por el suave movimiento de su pecho al respirar, e inhalo y exhalo en sintonía con ella. Inhala y exhala. Inhala y exhala. Inhala y exhala. Por segundos, minutos, horas, no lo sé, simplemente la observo. Mientras duerme, inspecciono cada centímetro de su hermoso rostro: las oscuras pestañas que tiemblan mientras ella duerme; su boca, ligeramente entreabierta, que deja ver sus dientes blancos y parejos. Murmura algo incomprensible en sueños, su lengua se asoma entre sus labios. Es excitante, muy excitante. Finalmente, caigo en un sueño profundo.

Cuando abro los ojos, todo está en silencio y me siento desorientado por un momento. Poco a poco, giro la cabeza y la veo profundamente dormida, con su rostro hacia mí. Su hermoso rostro está relajado por el sueño. Nunca había compartido la cama con una mujer como ella. He compartido la cama con muchas, pero despertar junto a una joven atractiva es una experiencia nueva y emocionante. Mi curioso amigo parece estar de acuerdo, ya que se asoma para ver la escena.

Me levanto automáticamente, en ropa interior, despeinado y medio dormido después de una terrible pesadilla. No me doy cuenta de si ella me ve o no en paños menores, y la verdad es que no me importa mucho después de todo, pero tampoco quiero que piense que hay algo más detrás de esto. Su estado parece más cercano a un tipo de coma que a estar despierta, y no me interesan las experiencias cercanas a la necrofilia. Me gustan las mujeres conscientes.

Sabiendo que es demasiado temprano para que ella se despierte, me dirijo a mi oficina y enciendo la computadora para revisar los correos electrónicos del día. Después de enviar algunos a los nuevos clientes cuyos tratos ya han sido cerrados por los vendedores, y otros dos a Martha para informarle que trabajaré fuera de la oficina, decido cerrar todo y encontrar una forma de liberar toda la energía acumulada.

Me lleva más tiempo del habitual terminar de redactar todos los mensajes. No puedo concentrarme sabiendo que Ara está durmiendo en la habitación de al lado.

Al Límite de ti. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora