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La clase de biología se está haciendo demasiado pesada. Como siempre que pasa esto, fijo la mirada en el punto central desconchado de la pizarra, así los profesores creen que atiendo en clase y se dan por satisfechos. La voz de Monik grita en mi cabeza «Vamos Kate, ya solo queda medio curso». De alguna manera esa frase siempre hace que me sienta mejor.

Giro la cabeza hacia los demás compañeros justo cuando en el camino me encuentro con una rápida mirada de Sam Garrett. Todo en él grita «tócame». Su pelo rubio y recién cortado, los músculos marcados debajo de la camiseta, sus ojos azules e incluso el olor a ese perfume tan caro que se compran muchos de los chicos del instituto. 

Los dos apartamos la vista rápidamente.

Justo en ese momento, irrumpen en la clase un grupo de cinco hombres vestidos de negro y portando grandes armas. Toda la clase se paraliza durante un segundo justo cuando la puerta hace un estruendo, y algunos de mis compañeros chillan, mientras uno de los hombres de aspecto fuerte y con pasamontañas, como todos los demás, grita.

-¡Que nadie se mueva o disparamos! -grita el hombre que más cerca está de las mesas de la clase, levantando el arma y apuntando a las chicas de una esquina que no dejan de chillar. Ellas guardan silencio entonces, pero comienzan a sollozar con temor.

El hombre comienza a apuntar con el arma a cada uno de los alumnos, los observa a todos durante un segundo como si los estudiase o estuviese buscando algo en concreto.

Desde la otra punta de la clase otro de los hombres hace exactamente lo mismo. En su recorrido señala con el arma a Monik durante un segundo, a ella le caen lágrimas silenciosas por la cara y está aterrorizada, como yo. No quiero que nadie le haga daño a mi mejor amiga.

Desde el otro lado grita uno.

-¡Él! -cuando giro la cabeza veo a Sam horrorizado. Dos hombres se acercan a él y aunque Sam intenta resistirse le atan las manos a la espalda con bridas.

Mi mente grita en protesta. No deberían poder llevarse a nadie. Esto es, en toda regla, un ataque hacia el instituto. Como... esos que ves en las noticias que suceden alguna que otra vez en el país, pero siempre parece que es tan lejano que nunca podría pasar en tu propio instituto. 

Lo levantan del suelo contra su voluntad y lo sacan de su sitio intentando arrastrarlo hacia la puerta. Su compañero de mesa tiene las manos juntas, los ojos cerrados y sus labios se mueven. Está rezando. 

-¡Ella! -grita otro hombre, el sonido está particularmente cerca cuando me doy cuenta de que es a mí a quien señalan con el arma. 

Otros dos hombres se acercan a mí y me toman los brazos con gran fuerza detrás de la espalda y después me atan las manos también con bridas. Las lágrimas caen cuando me arrastran hasta la puerta junto con Sam, lo miro un segundo y veo que está llorando tanto como yo.

El quinto hombre vigila mientras nos arrastran por los pasillos de nuestro instituto.

Nadie sale de la clase en nuestra ayuda, todo el mundo se queda paralizado viéndonos ser arrastrados. Todos los profesores, todos los alumnos. Incluso el conserje se pega a las taquillas, agachado, y suplica por su vida. 

Nos sacan por la puerta principal del instituto sin ningún problema, como si todo el mundo estuviese a sus pies, literalmente. Como si tuviesen inmunidad diplomática o algo. 

Nos arrastran hasta un gran camión de transporte de mercancías completamente blanco, sin logotipo o marca. Después nos empujan a Sam y a mí en el interior sin dirigirnos una palabra. Caigo de cabeza en el suelo frio de metal y Sam cae a poca distancia de mí. Después cierran la gran compuerta y nos quedamos a oscuras.

A duras penas intento levantarme y busco a Sam en la oscuridad.

-¿Sam? -pregunto con tono de alarma.

No hay respuesta.

-¿Sam? -pregunto caminando. Cuando me acerco veo una sombra sentada contra una de las paredes del camión.

Me dejo caer a su lado sin fuerza y con la respiración acelerada.

El camión acelera rápidamente, como si en muy poco tiempo hubiésemos entrado en la autopista.

Una gran lista de cosas que estos secuestradores podrían hacer con nosotros se me pasa por la cabeza. Venta de órganos, prostitución, transporte de drogas, rescate... ¿Pero entonces por que escogernos a nosotros? Han sido demasiado específicos. No ha habido nada aleatorio en su elección. 

Sumidos en la oscuridad y escuchando nuestras respiraciones pienso en que no sé a dónde vamos, ni dónde estamos, ni cuánto tiempo llevamos dentro de la parte trasera del camión.

¿Qué pensaran mis padres cuando se enteren de lo que ha pasado? ¿Y Madison? Ya puedo imaginármelos llorando y buscando por tierra, mar y aire hasta encontrarme. También me imagino a los padres de Sam y a su hermano mayor Davis haciendo lo mismo.

El camión para durante un largo rato cuando se oye la puerta de la parte trasera abrirse. La claridad me ciega durante un segundo justo antes de poder diferenciar de nuevo las cinco figuras de antes. Se acercan a nosotros y nos levantan de un tirón. Yo casi salgo despedida.

Nos arrastran fuera del camión hacia lo que parece ser una pista de aterrizaje. En ella un único avión estilo jet privado descansa en el suelo. 

LA NUEVA SOCIEDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora