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-Puede que sea una parada -opina Sam. Es la primera vez que habla en todo el vuelo. Pero está bien. Mientras hable...

-Puede ser -le respondo y sonrió un poco, él me devuelve la sonrisa.

-Os quedareis aquí, no es un lugar de parada -comenta el hombre, quien se está arreglando la corbata.

No será un campamento de esos en los que trataban de reformar a los chicos problemáticos, ¿verdad? Sam y yo siempre hemos sido buenos estudiantes... De los mejores de la clase. 

El avión aterriza en la pista. Los secuestradores salen de su sala en la parte trasera del avión y nos quitan las esposas, totalmente, sin ningún impedimento. La puerta del avión se abre y la luz entra en el avión. El chaqueteado sale primero del avión. Después los secuestradores nos guían/empujan hacia la salida justo detrás del chaqueteado. Sam sale el primero y detrás yo. La luz resulta intensa y, aunque estamos a mediados del segundo trimestre, aquí hace una temperatura agradable. Una fila de más jets se ven colocadas frente al edificio. Dos mujeres con uniformes blancos y muy sencillos esperan delante de nosotros. El enchaquetado se acerca.

-Todo ha salido a la perfección, siguiendo el plan -les comenta-. Mi trabajo aquí ha terminado -dice ahora girándose hacia nosotros-. Ellas se encargaran de vosotros.

Seguidamente el enchaquetado se va caminando hacia el edificio. Las dos mujeres se acercan a nosotros. Cuando lo hacen veo otra vez la misma plaquita de metal puesta en la solapa de sus chaquetas. L.N.S Las misma siglas, lo cual descarta que sean sus nombres, puede que sean las siglas de otra cosa.

-Bienvenida, Pareja Uno -saluda una de ellas con extraño entusiasmo-. Acompañadnos.

Los secuestradores, quienes no se han movido de su sitio o quitado sus pasamontañas, nos guían junto con las mujeres hacia el interior del gran edificio de hormigón y con ventanas de espejo. Encima de las puertas de entrada las mismas siglas se encuentran talladas en letras de metal dorado. Parece un aeropuerto.

Entramos por las puertas dobles de espejo a un edificio de anchos pasillos y paredes blancas. La decoración de las paredes son fotos de países del mundo, de tribus, de ciudades... del planeta en general. El suelo que pisamos está enmoquetado como el del pasillo de un hotel. Nos guían por los anchos pasillos y dejamos detrás algunas puertas sin ningún nombre que revele lo que hay dentro, tampoco nos cruzamos con nadie. Es como un aeropuerto fantasma. 


-Yo me ocupo de la sujeto femenina de la Pareja Uno- anuncia la mujer que tiene el pelo marrón cuando nos paramos frente a una de las puertas. Me quedo mirando a Sam sin saber qué hacer, de ninguna manera quiero separarme de él y menos irme con esta mujer totalmente desconocida.

-Verás en poco tiempo al sujeto masculino de la Pareja Uno, no te preocupes -dice la mujer que me ha sido asignada mientras dos de los secuestradores me arrastran hacia el interior de la habitación. Entramos en una habitación con una camilla de médico, una estantería con libros, un escritorio en un lado y dos sillas delante de él, por la mesa hay algunos papeles, bolígrafos y carpetas esparcidos. La pared que da al exterior está completamente cubierta de ventanas que dan a la pista de aterrizaje aunque solo dejan pasar un poco de luz porque son cristales oscuros. En otra de las paredes hay una puerta de madera oscura. El suelo dentro de la sala no se diferencia de la moqueta azul oscura de los pasillos.

-Aquí tienes -anuncia la mujer acercándose a mí y dándome un montoncito de ropa muy bien doblada y planchada-. Esta es la ropa reglamentaria, debes cambiarte en ese cuarto. -Me señala la puerta de madera y me da un empujoncito para que entre.

Me acerco lentamente y cuando abro la puerta se enciende automáticamente una luz que da a un cuarto sin nada en el interior, nada, solo cuatro paredes con azulejos color arena y un suelo de mármol blanco. Entro, cierro la puerta detrás de mí y dejo caer la ropa al suelo. Me agacho al lado de la ropa y la examino. Un pantalón largo de algodón gris, una camiseta de mangas cortas blanca, una chaqueta de algodón gris y unos deportes con las mismas iniciales que las etiquetas de la ropa. Me cambio la ropa y un escalofrío recorre mi columna cuando todo misteriosamente me queda a la perfección. Entonces recuerdo que saben mi talla, mi peso, mi altura...

Salgo con mi ropa en las manos. La mujer está esperando pacientemente frente a la mesa de cara a mí. Se acerca sonriendo y toma mi ropa de mis manos. La deja sobre la camilla y entonces se acerca a una caja de metal que está sobre la mesa.

-Por favor, acércate -me ordena amablemente, lo hago-. Siéntate en la silla. -Me siento en la silla de madera marrón oscura. Ella saca una especie de pulsera de metal muy basta aunque pulida, se gira hacia mí y toma mi muñeca-. Esta pulsera es obligatoria, si logras quitártela lo sabremos y te pondremos otra.

Yo asiento en completo shock. 

-¿Para qué sirve?

-No estoy autorizada a responder esa pregunta. Ahora os trasladaremos al sujeto masculino de la Pareja Uno y a ti hasta la ciudad.

Los secuestradores vuelven a acercarse a mí y me guían no muy amablemente hacia la puerta, después salimos y esperamos a Sam fuera la puerta. Sam, la otra mujer con el pelo negro y los otros tres secuestradores salen de otra sala. Sam me encuentra con la mirada y suspira. Él también lleva una sudadera gris, una camiseta blanca, unos pantalones grises y unos deportes con las mismas iniciales. Camina hacia mí y cuando acaricia mi brazo veo que el también lleva la misma pulsera en su muñeca izquierda. Los secuestradores nos guían lejos de las dos mujeres hacia otra puerta doble en otro lado del edificio. El sol vuelve a golpearnos antes de poder ver un Land Rover estilo safari de color verde oscuro que se cierne ante nosotros. Nos suben a la parte trasera. Uno de los secuestradores se pone al volante y otro de copiloto. Los otros tres vuelven al interior del edificio. La furgoneta se pone en marcha y conducen por una carretera de un carril. Nos cruzamos con otras furgonetas iguales pero ninguna lleva a nadie tan joven como nosotros. Sam y yo evitamos hablar otra vez.

 Al cabo de unos minutos aparece antes nosotros una doble verja de metal de bastantes metros de alto, se parecería a una cárcel si lo que estuviese en el interior fuese un edificio de ladrillos grande, pero no lo hay. Las puertas de la primera se abren y conducen la furgoneta hacia el interior. La aparcan de cualquier forma y se bajan. Después abren nuestras puertas y nos mandan bajar. Nos toman a cada uno de nosotros del brazo y nos guían hacia la puerta de la otra verja. Esta se abre cuando nos acercamos, entre verja y verja hay una torre de vigilancia muy alta, supongo que en el interior hay personas controlando la entrada y salida. 

Caminamos por un camino de asfalto desierto que parece no haber conocido nunca las pisadas de los zapatos o las ruedas de los coches, en los alrededores solo hay árboles grandes y de troncos anchos; hasta que el camino da a una ciudad, una calle, con edificios a los lados. No hay nadie a la vista, solo el asfalto sin carriles, los edificios de ladrillo con carteles como: hospital, supermercado, colegio, policía, peluquería...

Entonces la calle se abre a una plaza, está llena de otros chicos y chicas con la misma vestimenta, cada uno de ellos está acompañado por dos personas con el mismo uniforme negro que nuestros secuestradores. Nos conducen más cerca de la plaza, en el centro, delante de un edificio un poco más elegante que tiene como cartel «Ayuntamiento», se levanta un escenario y en él un podio y un gran cuenco blanco estilo pecera que contiene papelitos blancos.

Los secuestradores se quedan junto a nosotros, evitando que vayamos a otro lado o intentemos escapar.

Me fijo en los demás chicos y chicas, todos ellos están también en parejas, un chico por cada chica y al contrario. Algún chico grita «¡Queremos irnos a casa, dejadnos en paz!» y otra chica no deja de llorar desconsoladamente y su compañero trata de consolarla sin éxito. Otra chica patalea contra sus secuestradores, ellos la agarran por las piernas y le esposan las manos, su compañero solo mira desconcertado.

-¿Qué es esto? -pregunta Sam en voz baja hacia mí. Su voz tensa, sus ojos abiertos de par en par ante la sorpresa y llenos de terror por lo que pueda pasar. 

LA NUEVA SOCIEDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora