En algún lugar del Pacífico (Presente) Kate Washington POV.
Me incorporo rápidamente y me llevo una mano al pecho mientras intento calmarme. He vuelto a tener una pesadilla. Una de muchas.
Retiro la mano y la dejo a un lado antes de incorporarme, alisarme el pijama y dirigirme a la puerta principal. La noche está algo fría aunque es más bien refrescante, en lugar de molesto. Las estrellas brillan por encima de mi cabeza con una intensidad que sólo he podido ver desde que estoy aquí. A veces siento como si estuviesen a punto de caer sobre nosotros y engullirnos bajo su mano de luz.
No estoy rompiendo ninguna norma mientras camino por la calle en plena noche y bajo las pocas farolas que hay esparcidas por el recinto. Aunque las calles estén solitarias y las luces de las casas de mis vecinos estén apagadas. Lo cierto es que no me lleva mucho llegar al lugar que quiero, la verdad. Las distancias en la pequeña ciudad son algo relativas si las comparas con mi antigua ciudad. Bueno, ni siquiera sé si esto es una ciudad, un país o una cárcel de alta seguridad. Los secuestradores siempre lo llaman «sociedad».
-¡Tienes que hacer algo, Kate! -me pidió Martha el otro día mientras me zarandeaba por los hombros.
Debido a su corpulencia y gran fuerza, casi me disloca un hombro.
-Ya te he dicho que es con Sam con quien debes hablar -le aseguré con paciencia mientras volvía a recuperar el equilibrio.
-¡A Sam ya no le importa nada! -se quejó-. Ahora está de parte de ellos. ¿No lo ves? Dice que las reglas son las reglas y que hay que seguirlas. ¡Sebastián cumple años dentro de un mes! -me advirtió-. No puedo quedarme embarazada cuando los cumpla.
Miré hacia otro lado para no ver la cara de impotencia de Martha. Ni siquiera alguien como ella podrá librarse de la que se nos ha venido encima. El cambio de reglas nos afecta a los veinte y no hay excepciones.
-Sam dice que esto es una democracia y no una anarquía pero no recuerdo haber votado por él -apuntó Jenna, que será la tercera en cumplir los diecinueve.
Todos los chicos a su alrededor asintieron en señal de acuerdo pero yo no podía hacer nada, así que, me largué de allí.
-¿Ha pasado algo? -pregunta Remi mientras abre la puerta de su casa y me recibe en pijama y con cara de dormido.
Niego con la cabeza mientras me remuevo algo incómoda.
-¿Sam está bien? -pregunta con curiosidad mientras se frota los ojos para despejarse.
-Supongo que sí... Hace dos meses que no hablamos -confieso, después de mucho tiempo guardándolo para mí.
-¡Oh, Kate! -murmura mientras tira de mi mano para atraerme hacia su pecho y abrazarme-. ¿Por qué no me lo has contado antes?
-Cumplo años dentro de mes y medio -susurro, intentando controlar mis ganas de llorar porque no quiero despertar a los vecinos-. Me van a llevar al edificio principal, me meterán en una de esas salas y me... me utilizarán como incubadora humana con el esperma de alguno de esos enfermos.
-Shhh. No digas esas cosas, Kate -me pide mientras me guía al interior de su casa y luego hasta su sofá-. Estaremos fuera de aquí antes de que eso pase.
Suelto una carcajada amarga sin darme cuenta de que Tessa duerme en la planta de arriba.
-Ni tú te crees las tonterías que dices -lo acuso-. Eres casi tan pesimista como yo.
-Se nos ocurrirá algo, Kate -susurra cerca de mi oreja-. Si nadie viene a rescatarnos, tendremos que hacerlo nosotros.
Quiero desplomarme sobre el sofá y echarme a llorar pero Remi irrumpe mis ganas con otro tema.
-¿Has visto el nuevo edificio? -pregunta con tranquilidad-. Estabas atendiendo a un chico cuando Sam hizo el anuncio y explicó todo sobre el edificio. Al parecer se llama Edificio de Socialización y podemos acudir todos los lunes por la tarde. Supongo que no querían que fueran los domingos para que no lo relacionemos con ninguna religión -explica con tranquilidad mientras me mantiene atrapada bajo su brazo-. Cuenta con billar, futbolín, cartas, dominó...
-Es todo un engaño -murmuro sin ganas-. Nos dan cosas bonitas para que estemos contentos. Después del suicidio de Violet algunos chicos entraron en depresión y ahora quieren convencernos de que si nos comportamos como ellos quieren, nos harán regalos.
-Sé que tú no te dejas engañar por cosas como estas, Kate, pero Tessa tiene dieciséis años y se llevó dos días llorando a cada momento después de lo que pasó. Hay gente a la que este cambio les subirá el ánimo. Aunque estoy de acuerdo contigo, estas cosas no sustituyen la libertad que nos han robado.
-Y el poder de decisión -suelto mientras me incorporo en el sofá y lo miro directamente a la cara-. Quiero decidir, Remi -aseguro-. Quiero decidir con quién tener hijos y con quién no. Quiero decidir si vivir aquí o no. Necesito poder elegir.
Remi me pide con un gesto que baje la voz.
-¿Por qué nunca has mencionado tu hogar? -pregunto con curiosidad tras unos segundos.
Remi se encoge de hombros.
-No puedes mencionarlo si no tiene un hogar -responde-. Tengo una casa y algo más pero... no puedo llamarlo hogar cuando volver allí es tan malo como estar aquí.
-¿A qué te refieres? -pregunto confundida.
-Mi tutor legal no es que sea, precisamente, un padre adecuado. Está más interesado en el dinero que recibe por mí y en cuánto alcohol puedo comprar con eso después de pagar las facturas -explica sin sentimiento, como si nada de eso le afectara ya.
-¿Qué pasó con tus padres? -le pregunto con tristeza, al recordar a mi familia.
-Me abandonaron -confiesa.
Ser yo duele mucho porque sé que tengo familia ahí fuera que me quiere y me busca pero ser Remi debe de ser incluso más duro. Al menos yo tengo a personas que se preocupan por mí.
-Lo siento tanto, Remi -aseguro mientras me acerco a él, pero tengo miedo de que al tocarlo se rompa bajo la yema de mis dedos-. Ningún niño se merece algo así.
-Tessa lleva desde que llegó aquí queriéndoselo contar a alguien, ¿sabes? Es chica no es capaz de mantener la boca cerrada -asegura con una risa amarga.
Asiento mientras dibujo en mi cara algo parecido a una mueca. Es fascinante como tus problemas parecen más fáciles de resolver cuando escuchas los problemas que tienen que enfrentar otras personas. Parecen empequeñecer hasta verse como pequeños obstáculos del día a día.
-No voy a darles mi cuerpo para ser usado -aseguro mientras clavo mi azulada mirada en la negra de Remi-. Esas personas no me van a tocar -continúo diciendo-. No van a hacerme nada que yo no quiera.
Remi parece confundido mientras me escucha.
-Por favor, Kate, no hagas ninguna locura -me pide.
Pero mi mente pesimista ya se ha puesto a trabajar con rapidez. Nadie puede obligarte a hacer algo que no quieres si tú ya lo has hecho antes, ¿verdad?
¡Las cosas se van a poner muy interesantes entre nuestros personajes!

ESTÁS LEYENDO
LA NUEVA SOCIEDAD
Teen FictionUn día estás haciendo tu vida normal y al siguiente estás siendo secuestrada. Bienvenidos a «La Nueva Sociedad». 20 chicos y chicas de entre 16 y 18 años han sido trasladados a un lugar recóndito del planeta, en el que tendrán que dar su vida, in...