Un hombre de mediana edad con traje de chaqueta aparentemente caro espera sin alguna expresión en la cara a los pies de la escalera que conduce al interior del avión. Los secuestradores nos arrastran hasta el hombre. Nos examina de arriba abajo con algo de interés brillando en sus ojos, aunque yo intento evitar el contacto visual al máximo.
-¿Por qué lleva la Pareja Uno las manos atadas a la espalda?- exige el chaqueteado.
-Opusieron resistencia, señor- responde uno sacando pecho. Patético. Ya sabemos quién manda aquí.
-Quítenselas. La pareja debe llegar en perfecto estado- ordena.
Después, uno de los secuestradores se acerca a mi espalda y otro a la de Sam, con un cuchillo nos quita las bridas y me acaricio las muñecas, ahora de color rosa por el roce del plástico.
-Metedlos dentro, es la hora de comer- ordena el chaqueteado justo antes de subir las escaleras delante de nosotros.
Los secuestradores nos empujan por las escaleras hasta el interior del avión. Cuando entro, antes que Sam, observo que el avión es como cualquier otro jet que haya visto en una película de ricos. Lo cual me hace pensar que todo este secuestro puede estar manejado por una mafia muy rica.
Los secuestradores nos sientan bruscamente a Sam y a mí en unos asientos, uno al lado del otro, y nos atan una de las manos a unas esposas que van a su vez atadas al sillón del avión.
-Es por si acaso- explica el chaqueteado al ver la duda en mi cara-. Son giratorios.
Él se sienta en un sillón al otro lado y lo rota para mirar hacia el interior del avión.
-Por favor, girad vuestros asientos hacia mí.
Sam y yo lo hacemos, aunque él no mira en ningún momento al hombre a la cara. Los cinco secuestradores desaparecieron por una puerta de la cola del avión.
-Bienvenidos, Pareja Uno- comienza a decir, incluso una pequeña sonrisa aparece en su cara-. Voy a comprobar mis datos, si algo está mal debéis notificármelo inmediatamente .- Saca de un lateral de su asiento una carpeta de piel azul marina, la apoya sobre su regazo y saca los papeles-. Bien, la sujeto femenina de la Pareja Uno es Kate Washington. -cuando pronuncia mi nombre le dirijo una mirada rápida a sus ojos-. Perfecto, esa eres tú... Dieciocho años. Pelo: rubio platino. Ojos: verdes. Altura: 1,75 m. Talla de ropa: 36 Peso: 53 kg. Madre alemana, padre brasileño y una... hermana menor. Parece que eres tú. Ahora, el sujeto masculino de la Pareja Uno es Sam Garrett. -Sam no lo mira a él sino que mira en su dirección y después a mí- Dieciocho años. Pelo: rubio. Ojos: azules. Altura: 1,80 m. Talla de ropa: 42. Peso: 73 kg. Padre y madre americanos y un hermano mayor.
El hombre vuelve a guardar la carpeta en el lateral del asiento. Sam y yo nos miramos a los ojos aunque no decimos nada. Un sonido se escucha en todo el avión.
-Coloquen sus asientos y abróchense los cinturones. Vamos a despegar -anuncia una voz de mujer por megáfono.
El hombre nos echa una mirada severa y Sam y yo ponemos nuestros asientos correctamente y nos abrochamos los cinturones. Tras unos minutos después, que parecen años, el avión despega. El cartel de los cinturones se apaga.
Una puerta se abre en la cabina de mando y una mujer, que debe de estar en sus cuarenta, sale de la sala de la parte delantera. Lleva un uniforme de azafata negro, con falda de tubo, chaqueta con tres grandes botones y zapatos con un pequeño tacón ancho negro. Se acerca hacia nosotros. En ningún momento nos mira a los ojos.
-¿Qué desea tomar? -pregunta la azafata a Sam. Sam gira la cabeza de un lado a otro.
-Pide la bebida que quieras, cuando lleguemos todo cambiará -advierte el enchaquetado.
-¿Una coca-cola? -dice Sam dudando.
-Perfecto -la azafata se mueve hasta mi asiento.
-¿Qué desea tomar? -me pregunta. En un lado de su chaqueta sobre la solapa lleva una chapa con las iniciales L.N.S ¿Serán las iniciales de su nombre?
-Una coca-cola, gracias.
La azafata camina después hacia el hombre y le hace la misma pregunta. Después habla un poco más en un tono más bajo.
La azafata vuelve con nuestras bebidas. Después vuelve a aparecer con un plato para cada uno de comida. Sam y yo recibimos un plato cada uno con un filete de carne y con puré de patatas. Creo que la comida hubiese estado muy buena si estuviésemos en otras circunstancias.
-Disfrutad de esta comida Pareja Uno -dice el enchaquetado bebiendo de su vaso con Martini.
-¿Por qué lo dice? -me atrevo a preguntar.
-No estoy autorizado. No os preocupéis, vuestras preguntas serán respondidas muy pronto.
La azafata vuelve y nos retira los platos.
-Ahora los llevas al baño, por favor -le ordena el hombre a la azafata.
La azafata vuelve y se acerca a Sam.
-No tengo ganas de ir -dice Sam en voz baja.
-Será mejor que vayas, faltan algunas horas hasta que tengáis la oportunidad de volver a ir -le advierte el hombre.
Sam va primero. Es guiado hacia el baño por la esposas. Después voy yo al pequeño baño. Aunque no tengo ganas lo intento. Solo Dios sabe cuánto tiempo pasará antes de poder ir otra vez. Me lavo la cara con agua fría y me arreglo un poco el pelo. La azafata desató las esposas que estaban cogidas a un gancho de metal mientras estaba dentro del baño, parece que son demasiado cuidadosos. No puedo simplemente escapar tirándome del avión.
Me vuelvo a sentar junto a Sam y me vuelven a coger las esposas al asiento. Nadie habla, así que Sam y yo solo nos lanzamos miradas silenciosas. Puede que piense como yo y no deje de darle vueltas al hecho de que se están tomando muchas molestias en nuestro secuestro, demasiadas.
Sin reloj, no sé cuánto tiempo pasa hasta que la luz de los cinturones vuelve a encenderse. Sam se asoma por la ventana y me hace un gesto con la mano para que me asome. Con mucho esfuerzo, con limitación por el cinturón y tirón de muñeca consigo ver una pista de aterrizaje con forma de X en un lado de la isla. La isla es bastante pequeña y aparte de la pista de aterrizaje lo que más llama la atención es un gran y tosco edificio de hormigón con forma rectangular.
¿Adónde nos han llevado?

ESTÁS LEYENDO
LA NUEVA SOCIEDAD
JugendliteraturUn día estás haciendo tu vida normal y al siguiente estás siendo secuestrada. Bienvenidos a «La Nueva Sociedad». 20 chicos y chicas de entre 16 y 18 años han sido trasladados a un lugar recóndito del planeta, en el que tendrán que dar su vida, in...