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¿Amigos o enemigos? 

-¿Quién está de nuestro lado? -le pregunto a Sam esa misma noche. 

Cuando llegamos del tour por el edificio principal todos los chicos y chicas que se habían quedado aquí rebosaban curiosidad pero... también temeridad y cobardía. Algunos pensaban que nunca más volveríamos... 

-¿De qué lado estamos? ¿Somos colaboracionistas o rebeldes? -pregunta Sam a cambio mientras se seca el pelo con una toalla tan aburrida como todo lo que nos rodea. 

-De los rebeldes, Sam. Siempre estaremos del lado de los rebeldes -respondo con seguridad. 

-No lo parece -contraataca-. Tú misma me dijiste que les siguiera el juego -me acusa, lanzando la toalla a un lado de la cama-. ¡Y cuando lo hice me cuestionaste! 

-¡Es que ya no sé de qué lado estás, Sam! -confieso-. Pareces ser muy amigo de Douglass Owen. -Escupo el nombre como si fuera veneno. 

-Si crees que lo nuestro es amistad; tienes un gran problema -asegura antes de desaparecer de nuestra habitación-. Dormiré en el sofá. 

-¡No, Sam! -exclamo mientras salto fuera de la cama y lo persigo-. No dejemos las cosas así -le pido. 

-Lo siento, Kate. No tengo la suficiente energía como para solucionar problemas tan grandes como nuestra lealtad. 

Suspiro con pesadez. 

Si no lo solucionamos ahora puede que nunca lo hagamos. 

-Bueno, si eso es lo que quieres -murmuro-. Nos veremos mañana. 

No veo a Sam por la mañana. Supongo que no ha recuperado esa energía que le faltaba o, simplemente, no le apetece verme. Admito que vernos el uno al otro es una preocupación constante por la amenaza de una visita a ese bonito pero espeluznante edificio. 

-¡Buenos días! -saluda Remi cuando entra en el hospital con una sonrisa en le rostro que destaca sobre su oscura piel. 

-¿De verdad estás tan contento? -pregunto con cautela mientras me levanto porque estaba agachada frente a uno de los armarios con medicina. 

-No -suspira-. En realidad no. Pero suponía que algo así te haría sentir mejor. 

Hago una pequeña mueca. 

-Lo siento, Remi, mi cerebro no funciona así -admito-. La positividad ajena no se me contagia. 

-Pues es mejor que un resfriado -bromea. 

Una pequeña risa se escapa entre mis labios. 

-Después de la visita de ayer... cualquier ayuda es bien recibida -digo. 

-Hay muchas posibilidades de que nos encuentren, Kate -asegura mientras pone una mano sobre mi hombro-. Veinte chicos no desaparecen de repente de la faz de la Tierra. 

-¿Y a qué están esperando, Remi? -espeto con desesperación-. Ha pasado más de una semana. Ha muerto una chica. 

-Deja de atormentante por eso, ¿vale? -me pide mientras me zarandea un poco-. Vi tu reacción después de eso, Kate. Estabas en shock. No eres responsable de lo que los demás hagan -asegura-. Algunos puede que se rindan por el camino. 

-Incluso si esto nunca se arregla no creo que la muerte sea una opción -susurro-. Por muy mal que estén las cosas. Podría haber hecho algo, Remi. Podría haberla hecho cambiar de idea... 

-No todos son tan fuertes -susurra en respuesta. 

-¡Remi! ¡Kate! -llama la voz de una chica desde abajo. 

LA NUEVA SOCIEDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora