22

145 18 7
                                    

Nunca en mi vida he organizado una reunión. Sí, bueno, he organizado algunas de las fiestas de mis cumpleaños en casa y una fiesta sorpresa para mi hermana, aunque no salió tan bien como esperaba. Ahora los cumpleaños se han tornado en algo oscuro y siniestro que todos esperamos con temor. Ser mayor ha ganado un nuevo significado. 

Me doy cuenta de que ni siquiera tengo sillas suficientes para todos. Las casas no están preparadas para invitar a toda la... jodida gente. Tampoco hay una tienda a la que pueda ir a comprar sillas plegables, e Ikea es ahora un paraíso lejano inalcanzable. 

Sam permanece encerrado en la Jaula, y nadie sabe con certeza cuándo podrá salir de ese agujero de mierda. Me temo que puede que dentro de poco comiencen las apuestas pues todos sabemos que ese tipo de morbo atrae a la aburrida multitud. 

Reuno las ocho sillas que poseemos junto al sofá y las butacas. Bebo un vaso con agua para intentar calmarme mientras espero a que suene el puño de alguien golpeando la puerta. Del primer invitado o invitada. 

No sé si me sorprende ver que los primeros en llegar son Remi y Tessa, quien lleva el pelo recogido en una cola de caballo muy alta. 

-Pensábamos que sería bueno llegar con tiempo para ayudarte si la cosa sale mal... -se excusa Remi mientras los invito a pasar echándome a un lado. 

-"Pensábamos" -puntualiza Tessa con las cejas en alto-. ¿Puedo ver tu casa? -pregunta mientras echa un vistazo hacia la planta de arriba. 

-Uh... No he ordenado la planta de arriba -confieso mientras froto el empeine de mi zapato contra mi pantorrilla y la miro incómoda. 

-No creo que me asuste si veo tus bragas de abuela tiradas por el suelo -se burla-. Y nuestra casa tampoco es ideal. Aunque eso ya lo sabes, ¿verdad? -pregunta mientras levanta las cejas. 

Me quedo muy confundida por el hecho de que sus bragas son iguales que las de todas las demás chicas y sin poder responder porque ella se auto-invita a subir a la planta superior a gran velocidad para cotillearlo todo.

Tomo a Remi por la manga de su sudadera gris y lo arrastro hacia la cocina. 

-¿La sabe? -susurro alterada. 

Remi suelta mi mano de su manga y me mira muy seriamente a los ojos. 

-Lo sorprendente hubiese sido que no se hubiese enterado. 

Gruño. 

-¿Y se va a chivar? ¿Va a contarselo a los vigilantes para que me detengan y me metan en una jodida jaula como a Sam? Le haría un favor al gilipollas de Douglass -escupo con rabia y, en el fondo, temor. 

-Si eso es lo que quisiese ya lo habría hecho hace tiempo -asegura. 

-Seguro que está esperando al momento perfecto para chantajearnos con eso. O, bueno, para chantajearme porque a ti te tiene en un pedestal -señalo con cansancio. 

Remi niega con la cabeza y suspira con pesadez. 

-Tessa no es la más inteligente pero no es para nada tonta, sabe que no serviría de nada y que, incluso, puede que los diablos esos se alegren de la noticia. Pero... ten por seguro que te odia a muerte y que no le agrada nada que lo hayamos hecho -explica con calma mientras se rasca la barbilla. Esa calma me saca de mis casillas. 

-¿Y me estás diciendo que la tía que quiere verme muerta está ahora cotilleando mis cosas? -pregunto con molestia mientras salgo de la cocina para ir a buscarla. 

Me encuentro a Tessa fuera de la cocina y no en la planta de arriba. La muy traicionera estaba escuchando a escondidas cual niña pequeña espiando a sus padres y yo la he pillado. 

Un nuevo golpe suena en la puerta. 

-No te muevas -le advierto con un dedo en alto mientras acudo a la llamada. 

Son nada más y nada menos que Brandom, el chico de la tienda, y Andrea, la sustituta. Ella lleva un plato cubierto con un paño de cocina entre las manos. 

-¿Dónde quieres que deje la comida? -pregunta con una sonrisa amplísima y más que sospechosa-. Esto va a estar genial. He hecho unos sandwiches de rechupete. Y... ¿por qué no has puesto las sillas en el jardín? Hace un día estupendo... -pregunta con tristeza y no estoy segura de si finge o es genuina tristeza. 

-Ya es demasiado tarde -señala Brandom, que no cierra la puerta tras de sí. Se da cuenta de ello:- Es mejor dejarla abierta, dado que todo el mundo está invitado. 

El chico tiene razón. 

Los invitados llegan poco a poco. «En el almuerzo» o algo así, no fue suficientemente específico. Y me doy cuenta de algo. No todos traen comida y, eso dice mucho de las parejas, en este caso, las que piensan en comunidad y no les importa compartir sus bienes y las que queremos que lo nuestro no sea compartido con gente que no sabemos si está de nuestra parte. 

-Me he tomado la libertad de preparar unas cositas en tu cocina -anuncia Tessa mientras pasa por mi lado con platos en los brazos como si fuese una camarera. 

Traidora. 

-No hay sillas para todos -señala Ivy mientras busca un sitio libre. 

-No, lo siento -le digo a la chica que vino a avisarme sobre lo que estaba pasando en la plaza. Me pregunto si será amiga o enemiga. 

-¡Será mejor que terminemos ya con todo esto! -exclama Jenna, la pescadora de electrizantes ojos verdes-. Me gustaría aclarar cuáles son los bandos para terminar cuanto antes con esto. 

-¡Eh, eh, eh! -salta Andrea mientras se levanta de su silla con los brazos en alto-. Está claro que solo hay un bando, chicos -asegura mientras recorre con la mirada las caras de los presentes-. He dormido entre basura durante los últimos meses y, de repente, me traen a una isla, me dan comida, una casa... Y sí, vale, la ropa es una cosa que solo serviría para limpiar el vomito de un borracho pero puedo vivir con ello. 

-Estoy con Andrea -asegura Tessa. 

-¡Nos olvidamos de algo muy importante! -exclamo con impotencia-. ¡Todas tenemos que tener hijos! -lo grito tan fuerte que acabo sin aliento. Y no me creo lo bien que me ha sentado sacarlo así de mí. 

Remi me lanza una mirada nerviosa.

-Por todo lo que sé tú ya te has puesto con ello. ¡Puta! -me insulta Tessa. 

-¿Perdona? -pregunto mientras doy un paso hacia ella. 

Ivy me toma del brazo. 

-Que yo sepa el pene de Remi no te pertenece -señalo con soberbia. 

-Dios... mio -murmura Remi mientras se lleva las manos a la cara. 

-Esto es a lo que me refería -señala Jenna-. Los que queréis quedaros me parece genial, en serio. Es vuestra vida y podéis hacer lo que os plazca con ella pero, al igual que nosotros os vamos a respetar, respetad vosotros a los que queremos irnos. 

-¡Sí, claro! ¿No te jode? -pregunta Andrea mientras da un golpe en la mesa-. Para que después venga la policía y dios sabe quién y se nos fastidie todo. 

-No diremos nada -asegura Ivy con desesperación-. Pero, ¡yo no puedo respirar ya! -dice mientras rompe a llorar y se encoge por el llanto. 

Apoyo una mano sobre su espalda y se la froto con suavidad. 

-Si no puedo salir de aquí y tengo que seguir sus reglas, ¿para qué sigo viva? -pregunta entre sollozo y sollozo. 

-No podemos tener a ninguna Violet más, por favor -suplica Brandom, quien todavía sigue afectado por el suicidio de su compañera de instituto. 

A partir de ahí todo se convierte en locura. Gente diciendo cosas por un lado, gente diciendo cosas por el otro, Sam en la Jaula y, yo, mientras tanto veo como esta ciudad arde a mi alrededor... 

¡Arde! 



LA NUEVA SOCIEDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora