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-Las llaves -anuncia uno de los secuestradores, dándome golpes en el hombro. Tomo el llavero con una única llave colgando y una tarjetita que pone «1»-. Es la casa número 1.

-Este es el mapa -dice el otro hombre mientras le da un mapa que es un folio a Sam-. Seguidlo para llegar a cualquier lugar de la ciudad. Que tengáis un futuro prospero. -Después los dos secuestradores se van junto con los demás. Algunos chicos ya han desaparecido, otros corren por la calle que da a la verja puede que intentando escapar, algunas chicas y chicos lloran y otros simplemente hacen lo que se les ha dicho.

-¿Qué hacemos? -pregunto mirando a Sam, quien observa el mapa con atención.

-¿Vamos a ver cómo es la casa? -pregunta levantando la mirada. 

Asiento en respuesta. Dada la situación no creo que correr hacia la verja o llorar sean mejores opciones. Ninguna de esas cosas va a funcionar tan pronto. Ahora mismo están muy alerta. 

Sam me guía por la calle principal, después giramos en una calle perpendicular hasta una calle con varias casas que llaman mi atención.

-Es una ciudad muy cuadriculada -explica Sam. Lo cual quiere decir que las calles son todas paralelas o perpendiculares, nunca oblicuas, creo.

La calle es muy corta, solo hay tres casas bastante desperdigadas. En el exterior todas son iguales. Llaman bastante la atención porque son de líneas rectas y muy simples, parecen ser contenedores industriales reciclados, o algo parecido dado el material utilizado en la construcción. Nuestra casa resulta ser la del final de la calle. En el frente de la casa hay un número en metal plateado que pone el número de la casa, la casa es de dos plantas y las ventanas son de un tamaño muy grande, como ventanales, y parece que no se abren.La casa ni siquiera tiene timbre, parece que si alguien quiere entrar deberá llamar dando golpes en la puerta que es de madera y destaca sobre la fachada. 

Como yo soy la que tiene la llave me adelanto y giro la cerradura. La puerta de madera se abre hacia el interior.

Una entrada aparece ante nosotros, soy la primera en entrar y después Sam, quien cierra la puerta.

Las paredes son blancas y lisas, los suelos de madera oscura y el techo también blanco y liso. En la entrada hay una percha de pared negra, una mesita de entrada blanca y en la pared de la derecha una escalera con una barandilla de metal negro. Todo son líneas rectas, simples y monocromáticas. 

Entro por una puerta corredera al salón- comedor. Todo es bastante sencillo, hay un sofá blanco, una mesa de café blanca, cojines color crema, dos butacas blancas a cada lado del sofá, en la otra mitad del salón- comedor hay una mesa blanca con seis sillas alrededor, todas de color blanco y con cojines para hacerlas más cómodas, en el centro de la mesa hay un jarrón de cristal con una planta de plástico , en uno de los lados de la pared hay una gran estantería de del mismo color del suelo con algunos marcos con fotos de paisajes y algunos libros antiguos. Ninguna televisión.

Salimos del salón- comedor de vuelta a la entrada para entrar por la otra puerta corredera y dar a la cocina. Los muebles y electrodomésticos se extienden por la pared que comparte con el salón y la pared que da a uno de los laterales de la casa, pero la pared que da a la parte trasera está cubierta por ventanales y da al bosque que se extiende al otro lado. Sam camina hacia los ventanales y abre las ventanas, estas se abren completamente haciendo que parezca que la cocina está en el bosque. Sam encuentra dos sillas y una mesa de metal forjado. 

Vuelvo al interior de la cocina y rebusco en los cajones. En uno hay cacerolas, sartenes, cubiertos, vasos, platos, tazas. Aunque otros muchos están vacios, no hay comida en los armarios. Sam abre el frigorífico, comprobando que hay agua corriente, y después saca unos paquetitos marrones, los deja en la encimera y lee las etiquetas.

-Comida de reserva -lee-. ¿Esto es lo que vamos a comer aquí? -pregunta de forma retórica, aun así contesto.

-No creo, sino ¿Para qué íbamos a necesitar tantos electrodomésticos?

-Es verdad... -razona-. Debe de ser algo temporal. Vamos a la planta superior.

La planta superior consta de tres habitaciones, dos de ellas tienen solo camas individuales de metal blanco que parecen de Ikea, y mesillas de noche a juego. Sigue siendo todo muy sencillo y limpio. Hay un aseo abajo y un baño en la planta superior. La habitación que está más equipada tiene una cama con un cabecero de metal negro y una funda nórdica blanca, a los lados de la cama reposan dos mesillas de noche de madera negra, cada una con una lamparilla de noche y relojes despertadores. En una pared una cómoda del color de las mesillas de noche y un armario de cuatro puertas del mismo color en otra de las paredes.  

-Una casa fantasma -murmuro. 

-¿Por qué dices eso? -pregunta Sam mientras comienza a abrir los cajones de la cómoda. 

-Falta todo lo que hace que una casa sea un hogar. ¿No lo ves? -apunto-. No hay color, ni cuadros, ni fotografías... -suspiro-. Parece una casa piloto. 

-Bueno, es lo que nos han dado. Más nos vale no encariñarnos con el lugar. No vamos a estar aquí mucho tiempo... 

Ojalá tenga razón. 


LA NUEVA SOCIEDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora