Capítulo 26 "César en el hospital"

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César está a punto de ser atropellado y Camila buscándolo lo ve y grita — ¡nooo! ¡César! —
El carro al verlo a él para, lo golpea y lo bota.
Camila va rápido a ver que le habrá pasado. El conductor se baja del auto — ¿¡qué está loco!? ¿¡Cómo se le ocurre!? — Camila lo toca de la cara — ¡César! ¡Por favor reacciona! — se a recuesta en él y se le salen algunas lágrimas. El conductor — ¡hay que llamar a una ambulancia! — Camila gritando — ¿¡tiene celular!? ¡Llámelo! — El conductor saca su celular y llama a la ambulancia. Camila -— ¡está sangrando mucho en su muñeca! — lo revisa de las bolsas, y encuentra una Gillette. — Esto es lo que hacías...—  el conductor — es que no entiendo por qué este joven quería matarse de una forma tan espantosa. Sí, está muy loco —  Camila —él está sufriendo de amor- el conductor — ¿por usted? — Camila —ya quisiera, si sería por mí, ya lo hubiera perdonado— el conductor —tal vez hizo algo grave— Camila —yo lo hubiera perdonado de igual forma— Llega la ambulancia y se lo llevan junto con ellos.
Están en el hospital y se lo llevan en la camilla, va todo desmallado y Camila corre con los doctores con él. Lo colocan en su cama y Camila decide quedarse en el hospital a esperar que se despierte. —César… Ojalá te recuperes… No sabes cuánto te anhelo— Lo toca de su mano.
Raúl está relajado acostado en el sillón de su cuarto. Queso le toca la puerta — ¡Abrí vos! — Raúl —Tss, vaya ve ¿y vos qué me mandas? — Queso —no, pero te estoy dando una orden— Raúl —vos solo— Queso —fíjate que en mi casa no hay puertas, sino cortinas. No es como aquí que todo de lujo tienen— Raúl — ¿y por qué no te vas a tu casa pues? — Queso —maje abrime no seas mala onda— Raúl —si vos ya estás todo abierto— Queso —mono bayunco, deja de joder y abrime— Raúl — ¿vos me mandas? — Queso —yo por lo menos me preocuparía por César— Raúl —a no pues sí, si vos de quién no te preocupas gran marica— Queso — ¡Va! ¡Vergón! Gran pelo de cuca que sos— Raúl —vaya pues, hay lo gua llamar— Queso —chivo— Queso se va para su casa. Raúl llama a César —no contesta el ceroilo— vuelve a llamar. Camila ve que suena su celular en la ropa de él, lo agarra y contesta. —Aja, diga, pa que soy buena—  Raúl —mira… ¡Soy yo! —  Camila — ¿quién yo? — Raúl —Raúl ¿quién más bebe? — Camila —yeah, mira fíjate que César está en el hospital conmigo— Raúl — ¿va a parir un hijo o qué? — Camila —tu madre— Raúl — ¿a mí mami? — Camila — ¡venite ya pasmado! Si es que te preocupas por él, déjate de mamadas y venite ya— le cuelga. Raúl en calzoncillos agarra sus pantalones y chamarras para comprar churros. Preocupado dice —no puede ser que a mi mami vaya a parir César—
Se hace de noche y Camila todavía está pendiente de César a la par de él, sentada en el suelo lo abraza. Así duerme con él toda la madrugada y le pide a Dios que se recupere. Amanece y César al fin pudo abrir los ojos, Camila preocupada — ¿¡cómo te sientes!? — César no muestra otro gesto más que sólo el de llanto.

—A ella la extraño demasiado Camila— Camila — ¡qué se vaya al purgatorio esa estúpida! —  César —no le digas así, ella no es así— Camila — ¿Ah? Entonces ¿qué es? ¿Una pendeja? — César —no la insultes, aquí el del error fui yo— Camila —ella no se d...

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—A ella la extraño demasiado Camila— Camila — ¡qué se vaya al purgatorio esa estúpida! —  César —no le digas así, ella no es así— Camila — ¿Ah? Entonces ¿qué es? ¿Una pendeja? — César —no la insultes, aquí el del error fui yo— Camila —ella no se da cuenta que sos un ángel, no se merece tu amor— César —no se lo merece porque soy un imbécil— Camila — ¡no digas eso! Yo si te valorara y mucho créeme— César —tendrías que estar muy ciega— Camila — ¡no es necesario! Me gustas como sea y te perdonaría lo que sea— lo toca de la mano. —Lo siento— César —mi corazón le pertenece a Yanira. Lo siento— Camila —no importa, yo puedo hacer que te olvides de ella— César — ¡Sí importa! Porque ella nunca me dejará de importar— Camila — ¡qué no! La tienes que olvidar, tienes que salir de ese hueco de dolor que te consume cada vez más en tristeza— César — ¡no puedo! ¡No insistas! — Camila — ¡Sí puedes! Y yo tengo fe en que si lo lograrás. Yo te ayudaré— César —entiéndelo, yo la amo— Camila — ¡yo también te amo! Y hago lo que sea por ti— César —deja de decir eso, estás loca— Camila —César desde hace mucho me gustas, mucho más antes que conocieras a esa tonta— César —pero yo no, siempre te he visto como a una amiga a la que tengo que respetar— Camila — ¡Y eso es lo que me ha gustado de vos! A parte de lo guapo que sos— César —Camila por favor, olvídate de mí. No me tienes que amar—  Camila — ¡no lo haré! ¿Sabes por qué? Porque te amo— César —yo no te amo— Camila — ¡Pues yo cómo sea lograré gustarte y olvidar a esa boba! — César —yo no la voy a olvidar— Camila —yo sé que si lo harás—

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