Capítulo 36 "el pasado de Marcela"

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Yanira pela los ojos. —Entonces— Marcela confundida — ¿entonces qué? — Yanira mira debajo de la mesa con pena. — ¿cómo eras? ¿En qué te parecías a mí? Porque sos bien linda y madura, y yo… Bueno, mejor contame vos— Marcela le sonríe. —Mira, eres linda ¿ok? Pero está bien, te voy a contar—

*FLASH-BACK*
Pues verás Yanira, yo también he vivido la misma historia que tú, claro, no exactamente, pero si parecida... Yo conocí a un chico del cual me enamoré demasiado y él sólo me ilusionó porque me veía tonta, como dirían ustedes "jugada o pasmada" apenas tenía mis trece años, esos fueron los años más duros para mí, porque parecía que todos estaban en mi contra. Yo al no más llegaba a mi casa de hablarle a alguien o de la escuela, llegaba a llorar acostada en mi cuarto. Porque no me iba muy bien, todos me hacían críticas a mí, de cualquier tipo. Yo era muy fácil que cayera en depresión sabiendo lo muy sensible que era.

Yanira triste — ¿qué te veían para criticarte? —

*FLASH-BACK*
Ufff no me gustaba lucir como las demás, siempre me gustaba verme como una monja ¿sabes por qué? No me había agarrado la malicia, y no quería que algún chico pretendiera acercarse a mí y verme de una forma perversa, lo sé, suena raro. La mayoría de chicas que conocía andaban a la moda, no digo que haya sido malo andar a la moda, pero había unas chicas que no me gustaba como se vestían como para provocar a hombres. Me encerré en una burbuja, que nada provocativo me debía de poner por miedo a lo que podrían pensar de mí. Aún llegué a mis dieciocho años con esa forma de pensar, claro está que, no por eso ahora me visto de una manera de tentación. Aunque sí estoy segura que no fui la única “pasmada” como le dicen. En este mundo, estoy segura que en ese tiempo existían muchas como yo, y que hoy en la actualidad, existen también.

Yanira — ¿cómo te veían en la escuela? —

*FLASH-BACK*
En la escuela también me molestaban, de apodo me ponían "la monja" y una vez unas chicas querían entrar al grado, aunque el profesor me dijo que no las dejara entrar, me lo dijo porque estaba sola sin compañeras o amigas cerca del grado. Yo con miedo les dije a ellas "no, el profesor me dijo que no" lo que hicieron ellas fue tirarme patadas, golpearme, prácticamente atacarme.
“Dialogo”
— ¡quítate! —
— Quítate dunda—
Intenta con miedo no dejar que entren.
— ¿Qué no entendiste pendeja? —
— No, el profesor me dijo que no—
— ¿No? ¿el qué? —
— Que no las dejara entrar—
— A nosotras nos vale madres si nos deja o qué, tirémosle patadas—

 —	¿Qué no entendiste pendeja? ——	No, el profesor me dijo que no——	¿No? ¿el qué? ——	Que no las dejara entrar——	A nosotras nos vale madres si nos deja o qué, tirémosle patadas—

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Al final, lograron entrar al grado y el profesor me regañó a mí. Le dije que ellas me estaban atacando y por eso las dejé entrar, y él muy disgustado, sólo me dijo “eso te pasa por dejarte”. Yo anhelaba tener aunque sea una amiga que fuera amable o buena onda conmigo, pero seguí siendo la solitaria. 
En los clubes sociales, siempre trataban de hacerme sentir mal por media cosa, más que todo me discriminaban, o sea, no me incluían en algo que era parte de ell@s, porque no me veían capaz de ser común como ell@s. También entre tantas críticas, no dejaban de hablar de mí a espaldas. “Estás gorda” “qué rara es” “pobrecita” “qué dunda”.

—	¿Ya la viste? Parece un fenómeno— —	Con razón no tiene novio— —	Pues yo no voy a decir que es mi amiga, porque o sea, así toda freak nunca—

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— ¿Ya la viste? Parece un fenómeno—
— Con razón no tiene novio—
— Pues yo no voy a decir que es mi amiga, porque o sea, así toda freak nunca—

Tuve hasta maestros, que de alguna u otra forma, me hacían ver hacia los demás como una boba, haragana y rara.
¿Cómo? Pues un ejemplo de una maestra, cada vez que me distraía le decía a otra compañera "no te hubieras unido con esa bruta"

 ¿Cómo? Pues un ejemplo de una maestra, cada vez que me distraía le decía a otra compañera "no te hubieras unido con esa bruta"

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Lo supe, porque mi compañera después le corrió el rumor a mis otras compañeras y ellas me lo dijeron. Yo también la había escuchado hablar mal de mí.

Yanira… cuando necesitaba a mi mamá, lo único que hacía era perjudicarme, mi hermana no sabía el qué me pasaba porque no teníamos la suficiente confianza, mi padre nunca llegaba a la casa cuando yo estaba muy triste por estar trabajando. Y el 23 de diciembre murió de cáncer. Por eso tu madre no es cómo quieres, y yo por otro lado, aprendí a madurar y comencé a obtener becas de estudio. Seguí así en la universidad y me dieron maestrías para seguir estudiando en los Estados Unidos, y mírame ahora, estoy trabajando en Estados Unidos de doctora. Yanira, por eso no quiero que vayas a seguir el ejemplo de tu mamá que por el poco valor de superarse, no obtuvo muchos éxitos.
No conocí sólo a personas crueles, también conocí a mis veinte años, nuevos amigos, pero sólo uno se quedó conmigo al final. Sólo las que pueden ver lo que hay en ti, son las que se quedan de verdad por último.

Yanira, no existen las “pasmadas”. Existen las masoquistas. Por el simple hecho de atacarnos a nosotras mismas con cosas negativas y luego creérnosla, y no dejar ver las cosas increíbles que podemos hacer. Son esas mismas personas que hacen muchas cosas malas porque no se valoran lo suficiente.
Así lo creas o no, las personas te ven por cómo te sientes, y ya media vez te atacan con algo y  te achicas, ya creen que tienen el poder.
Media vez vayas cambiando tu forma de pensar para bien y te defiendas, las personas ya no te verán como “la pasmada”.

La Pasmada de Yanira Donde viven las historias. Descúbrelo ahora