29.- "Cubre el bizcocho con la crema batida"

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Abraham y yo caminamos en dirección a la Plaza Comercial, estaba a unas cuantas cuadras de la escuela, no sabía que hacer con él, accedí a una cita para no seguir escuchando a la gritona de Rebeca.

-¿Alon?- dijo es español.

-Lo siento, ¿dijiste algo?- estaba pensando demasiado.

-Dije que si te gustaría ver una película- el español tomo mi dedo meñique con su mano.

Con ese simple gesto, basto para hacerme sentir querido, tal vez deba darle una oportunidad a Abraham, no ser sólo amigos...

Vimos una película, "Bajo la misma estrella", la sala estaba a reventar, nuestras manos chocaron en el cubo de palomitas, al salir del cine Abraham volvió a tomar mi meñique, me gustaba esta sensación.

-¿Qué quieres hacer ahora? - dijo el español.

-No lo sé...- dije mirando mis pasos. 

-¿Un café? -propuso el más bajo. 

-No tomo café- algo paso, de pronto ya no se sentía tan bien, era lindo sentir el cariño, sentirse querido, pero pensaba en Jos. 

Estabamos caminando hacia la salida cuando Abraham detuvo el paso. 

-Alonso ¿estáis bien?- Abaraham buscaba mi mirada.

-Abraham...- aparte mi mano -creo que deberíamos irnos- dije con una sonrisa triste y emprendí el paso.

Llegamos a la escuela, Abraham al ser alumno de intercambio se queda en la casa de estudiantes que estaba en el campus, estábamos frente a frente, mirándonos de reojo.

-Me divertí - dije con una sonrisa.

-Yo también- el español se veía desanimado.

-Bien, tengo que irme, nos vemos mañana- estaba dando media vuelta cuando sentí que tomaba mi mano.

-Alonso, ¿lo extrañas?-la voz del más bajo se escuchaba tan suave.

Cerré los ojos, estaba siendo demasiado llorón últimamente. 

-Me gustas Alonso- dirigí mi vista hacía él.

-Me gustaste desde le primer momento en que te vi sentado en la mesa del auditorio, al principio tenía miedo de acercarme pero quería mostrarme confiado, cuando me mostrabas la escuela no pude pensar en otra cosa que estar contigo, cuando terminaste el paseo, no sé de dónde pero tome la valentía y te bese en la mejilla- nuestras miradas no podían apartarse, sus ojos mostraban tanta sinceridad 

-Al día siguiente moría de ganas de verte, pero no te vi en clase, pensé que eras de otro grado así que en la hora del almuerzo te busque en la cafetería pero no tuve suerte, esta mañana cuando te vi entrar al salón me sorprendí, estabas sentado frente a mí, yo... sólo quería que me notarás- agacho su mirada.

-¿Tú de verdad quieres estar conmigo?- mi tono era serio.

Abraham dirigió su vista a mí, tome su mejilla, me quería, tal vez...tal vez podría llegar a sentir lo mismo por él. 


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Príncipe de Chocolate.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora