James contempló la puerta de una de las muchas habitaciones de aquella mansión con inseguridad. Sabía que habitación era, bueno, no lo sabía, pero lo intuía. No le había costado mucho adivinar cuales eran las intenciones del pelinegro.
—No es buena idea— Christian apretó la mano del soldado entre la suya con cariño, como si le diese ánimos, mantenía la otra sobre el pomo de puerta, aunque aún no había abierto.
—Vamos, prometo que Farah es mucho más fácil tratar que su hermano— Aunque hablaba con tono jovial, intentando amenizar el ambiente, James podía sentir el tono vibrante de su voz, debido al nerviosismo.
Exacto, qué otra cosa habría podido hacer Christian para explicarle la razón de sus sacrificios más que hacerle conocer a la familia por la cual estaba luchando. James ya había conocido a Farah en el comedor y, aunque había sido un poco shock al principio, no había tenido ningún problema en hablar con ella, pero eso era muy diferente a ir hasta su habitación y presentarse en calidad de amigo (O lo que fuese) de su hermano mayor.
El menor tragó saliva y sin decir nada asintió lentamente, dando permiso al pelinegro para continuar. Este terminó de girar el pomo de la puerta, la cual se abrió hacia dentro con un leve chirrido. Ambos chicos esperaron unos segundos en silencio, expectantes.
—¿Mamá? —La voz de una niña pequeña sonó dentro de la habitación—. ¿Eres tú?
Christian contuvo una mueca de alivio, tenía suerte de haber encontrado a su hermanita sola y no con aquella mujer que solo complicaría más las cosas.
—Farah soy yo—Se adentró unos pasos en la habitación, arrastrando consigo a James, al cual aún no había soltado—, Christian.
Al entrar por completo en la habitación pudo ver a la pequeña sentada en el suelo, rodeada de un montón de papeles llenos de dibujos de muchos colores. Una enorme sonrisa se iluminó en el rostro de la niña.
—¡Christian! —De un salto se puso de pie y corrió hacia el pelinegro. Este la alzó en volandas en un fuerte abrazo mientras besaba su cabellera de rizos dorados en gesto de cariño.
James contempló la escena embelesado, y por un momento los nervios que había acumulado desaparecieron al ver el rostro radiante de Christian al abrazar a su hermana, nervios que no tardaron en volver en el momento en el que los ojos de la pequeña rubia se posaron en él. Christian la dejó en el suelo y se mantuvo de cuclillas frente a ella, aún abrazándola.
—Te quería presentar a un amigo muy especial. Él es...
—¡Eric!— La niña pequeña se adelantó, observando a James con ojos ilusionados—. Le conozco, hermanito ¡Es el hermano de un mago! ¿Lo sabías?.
Christian miró a James con gesto interrogante y este, sonriendo, se limitó a mover los labios en silencio " Gray" , a lo que el pelinegro se limitó a asentir. Farah, ajena al intercambio de comunicación silenciosa que discurría entre los dos, se alejó de su hermano para acercarse a James.
—¿Tú también eres un mago? — El soldado no pudo evitar sonreír ante la mirada inocente de la pequeña. Le recordaba demasiado a Astrid. Imitando a Christian se arrodilló, para que su rostro quedase a la altura del de la niña.
— Lo siento, mi hermano se llevó toda la magia de los dos— La chica hizo una mueca de desilusión, pero rápidamente se sobrepuso. Con rapidez se dio la vuelta y agarró a James de la mano, tirando de él con cierta timidez.
—Yo no se hacer magia, ¡Pero me gusta hacer dibujos! ¿Quieres verlos? Podemos hacer uno juntos.
James no opuso resistencia al avance de la niña, pero volteó el rostro hacia el pelinegro para observar su mirada llena de inquietudes. Con una naturalidad que ya pensaba que había perdido el castaño sonrió y Christian supo que era su manera de decirle que aceptaba sus "razones".
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Sin rumbo (BL) (Rumbo a la guillotina 2)
RomantikJames se sintió estúpido. Estúpido por estar ahí, por haber seguido a aquel chico que le había roto el corazón en mil pedazos, y por seguir sintiéndose afectado por su presencia. Lentamente se llevó las manos a la cabeza y agarró con fuerza de sus c...