¿Habrías hecho lo mismo?

335 27 18
                                    


Los hombres de Axel le habían arrastrado a una sala privada del casino, un despacho amplio, con sillones acolchados, suelo enmoquetado y una amplia chimenea donde ardía un placido fuego que caldeaba la habitación y la inundaba de un olor a madera. Gray permanecía de pie, inseguro de lo que hacer. Incluso en un momento como aquel no pudo evitar pensar en lo agradable que era aquel lugar y en la inmensa diferencia que albergaba con los dormitorios donde ellos acostumbraban a dormir.

No sabía dónde estaba Scapa, no le habían permitido entrar junto a él y sabía que la mayoría de sus nervios erradicaban en eso. Temía a Axel, pero más por el hecho de lo que aquel hombre podría hacer los de su alrededor que por lo que pudiese pasarle a él mismo. De ahí que al separarse del castaño aquella inquietud le invadiese.

Contuvo las ganas de tirarse de los pelos. ¿Cómo había podido ser tan imprudente? Siempre había sido una persona demasiado impulsiva, pero no hasta el punto de ser tan estúpido.

"Cuando se entere James me va a dar un buen puñetazo... o tal vez me lo de Christian"

....tal vez... sí después de esto les volvía a ver ...

La puerta se abrió y un hombre de edad avanzada entró en la habitación. No pareció percatarse de la presencia de Gray, demasiado ensimismado en un montón de folios que sostenía con una mano, mientras que en la otra bailaba una copa de vino. El hombre barbudo anduvo hasta la mesa del despacho y dejó caer el puñado de folios mientras se llevaba la copa a los labios. Su entrecejo fruncido acrecentaba las arrugas de su frente. Gray no tuvo dificultades para identificar a aquel sujeto como Axel, su expresión cruel encajaba a la perfección con la descripción que James le había dado del hombre.

Cuando Axel se dignó a mirarle su cabreo pareció acrecentarse. Con rabia arrojó la copa al fuego, provocando que esta estallase con un fuerte estruendo que sobresaltó al rubio.

—¿Tú eres el gilipollas que le ha pegado a uno de mis clientes?

Gray dudó unos segundos sobre si debía responder o no y al final, temeroso, asintió débilmente con la cabeza. Axel soltó un gruñido y apoyó el antebrazo en el marco de la chimenea.

—¿Cual es tu trabajo en el casino? —Gray tragó saliva, nervioso y por fin el hombre alzó la mirada para mirarle—. Responde.

—Soy el crupier, señor. R-reparto las cartas en la mesa y si se da el caso juego en nombre de la casa.

Axel asentía mientras el rubio hablaba, pero había algo mecánico en sus movimientos que hacía pensar a Gray que nada de lo que decía llegaba a sus oídos.

—¿Cómo has dicho que te llamabas?

—Damian, señor.

Axel se enderezó y dejó escapar un suspiro que de haber estado más cerca habría embriagado a Gray con un pestilente olor a alcohol.

—Hay algo que no me ha quedado claro en todo esto, Damian. ¿En qué parte de tu trabajo dice que puedes hacer lo que te salga de los cojones con la clientela?

Gray se comenzó a morder el labio incapaz de refrenar el mal presentimiento que le invadía. No le gustaba aquella mirada ida, aquel tono lacerante, nada podía salir bueno de aquel ser tan cruel.

—UN PUÑETAZO —como si alzar la voz no fuese suficiente Axel golpeó con fuerza la mesa provocando que el rubio se sobresaltase—. Has tenido los cojones de darle un puñetazo mientras trabajabas para mí.

A grandes zancadas se acercó hasta Gray, el menor tuvo que contener todos sus instintos que le pedían con alarma que se apartase. Axel le agarró con fuerza de la mandíbula, apretando cruelmente, hundiendo las uñas en la carne y le obligó a alzar la mirada para mirarlo.

Sin rumbo (BL) (Rumbo a la guillotina 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora