El suelo estaba frió y el aire se colaba entre las rendijas de la madera.
Bajé las escaleras a una velocidad increíble, no quería seguir congelándome los pies. Fui a la cocina, moría de sed y tenía algo de apetito. A pesar de traer puestas las calcetas, el frió se colaba hasta mis huesos así que me apresure a beber un vaso de agua y tomé una manzana que encontré en la mesa. Tenía bastante sueño, en los últimos días no había dormido muy bien a causa del sueño que tuve y realmente quería verme bien mañana y no lucir como un zombi.
Me dirigí a la escalera pero cuando estaba a la mitad de ella, escuché un ruido. Me detuve y permanecí quieta por unos segundos hasta que volví a oírlo. Parecía venir del otro lado de la casa. Era un ruido tenue, apenas perceptible, pero eran las dos de la mañana ¿Qué podría estar causando ese sonido?
Caminé por la casa tratando de hacer el menor ruido posible. He de decir que me aterraba mucho la idea de que hubiera algo o alguien en la casa, además que hace mucho tiempo que no cruzaba a esa parte de la casa. Era un espacio al que poco me acostumbre.
Me detuve frente a las puertas de madera y tragué saliva.
Las bibliotecas siempre me han parecido un lugar agradable, muy tranquilo y silencio, sin embargo esas mismas características hacían que tuviera cierto temor a visitarlas por las noches. Tomé una bocanada de aire y empujé la puerta. Un chirrido agudo se escuchó y apreté los dientes. En esta casa todo chillaba, no podía moverme sin que las tablas sonaran, jamás podría tomar por sorpresa a un ladrón o a Xavier.
Me escabullí por el pequeño espacio y comencé a recorrer el lugar a oscuras. Mis manos nerviosas jugaban con la manzana, la hacían girar y pasar de mano a mano. El silencio me ponía nerviosa y cada pequeño ruido me sobresaltaba. No debía de haber ido ahí, pude haber mandado a alguno de los chicos. Suspiré y di media vuelta dispuesta a irme cuando sentí que alguien pasó detrás de mí. Me giré con lentitud y forcé a mis ojos a ver en la oscuridad, cuando todo parecía estar bien, la vi.
Me cubrí la boca con una mano y sentí mis ojos llenarse de lágrimas de temor. La sombra estaba cruzando entre los estantes como si estuviera paseando. Me tragué un grito y comencé a retroceder dispuesta a huir a mi habitación, los chicos debían saber de esto. Estaba tan concentrada en el andar de aquella sombra que no noté el estante a mis espaldas. La manzana resbaló de mi mano y cayó al suelo. El sonido fue apenas escuchado, pero fue suficiente. La sombra se detuvo y se giró a verme. Un ojo de azul y rojo me miro y unos dientes blancos y filosos me sonrieron.
Mi cuerpo reaccionó antes que mi cerebro y en menos de un segundo estaba huyendo por mi vida intentando escapar de aquel laberinto de libros. A mis espaldas se oía el sonido de una bestia molesta. Me moví entre los estantes y las mesas. Un alivió me inundó cuando alcancé a ver la salida, pero no duró mucho.
Un gritó escapó de mi boca cuando sentí unas garras rodear mi tobillo. Caí de boca contra el suelo y sentí el dolor en todas partes pero eso no me impidió ponerme de pie rápidamente. La criatura era enorme como un oso y caminaba a cuatro patas rodeándome como un predador a su presa. Solo tenía un ojo pero si tenía todos los dientes completos, y para ser sincera, lucía molesto. La puerta estaba a tres metros de mí y una mesa se encontraba entre la bestia y yo. Tragué saliva y me maldije por ser tan idiota.
Me moví hacia la izquierda, haciendo una finta de que iría en esa dirección, la bestia sonrió y saltó hacia la derecha, aproveche ese momento y con una lámpara que se hallaba sobre la mesa, lo golpeé en el ojo. La bestia rugió de dolor y use ese momento para escabullirme por debajo de la mesa lo más rápido que pude. Corrí hacia la puerta consciente de que aquella criatura venía detrás de mí aún más molesta que antes.
Mis dedos temblorosos alcanzaron la puerta y la empujaron. Los dientes de la criatura se enterraron en mi muslo izquierdo y un grito de dolor brotó de mi boca. Con mi pierna libre logré golpearle en la cabeza y alejarlo un poco, pero pronto lo tuve de nuevo sobre mí. Frente a frente. Sus colmillos frente a mi rostro asustado y como si no tuviera ya miedo, sus fauces se abrieron y un rugido escapó de su boca al mismo tiempo que un grito de horror brotaba de mi garganta.
Justo cuando creí que iba a morir, una bola de fuego golpeó a la bestia justo en el rostro. Alguien saltó sobre de mí y se llevó a la criatura consigo.
--¡Casandra, soy yo!—me sujeté del brazo de Nathaniel sin dejar de llorar y miré mi pierna sangrar
--¡sácala de aquí!
--¡ella es mía!
Mis ojos se abrieron y mire a aquella bestia con horror. Era aquella voz. La que me llamaba. Era la bruja.
--¡no vuelvas a decir eso!
El suelo completo se cubrió de hielo. La capa azul cubrió los muros mientras el fuego de Frederick y la espada de Antoni trataban de darle fin a la bestia. Las patas de la bestia comenzaron a cubrirse de hielo. Mis manos se aferraron con más fuerza al brazo de Nathaniel y escondí el rostro sin dejar de llorar y gritar.
Las puertas de la biblioteca se cerraron y sentí a alguien más a mi lado.
--esta lastimada—oí a Xavier
--encárgate—Nathaniel trató de soltarse de mi agarré pero no pudo— ¡Casandra suéltame!—pidió desesperado y por primera vez sus ojos me miraron.
Su mirada dura y llena de rabia se suavizó y pude ver preocupación en ellos. Jamás había visto preocupación en los ojos de Nathaniel.
--necesitamos sacarla de aquí—oí decir a Xavier. Nathaniel asintió y me tomó en brazos—llevalá a su recamará, buscaré vendas y medicamentos
En menos de cinco segundos ya estaba en mi cuarto. Nathaniel me dejó sobre la cama y miró la herida. Me atreví a hacer lo mismo y me asuste al ver la cantidad de sangre que brotaba de mi pierna.
--Casandra, cálmate, por favor—pidió el chico, pero aunque lo intentará no podía dejar de llorar—Casandra, estarás bien, lo prometo. Casandra—las manos de Nathaniel sujetaron mi rostro y me obligaron a mirarlo—estarás bien, no dejaré que nada te pase
--Nathaniel—el chico me miró expectante—no me dejes—más lagrimas se derramaron y noté sorpresa en su mirada—no te vayas
Jamás en los nueve años que estuve con él, nunca había pensado si quiera en que pudiera abrazarme. No lo deseaba, lo había mantenido tan alejado de mí que nunca había sido necesario que me abrazara, pero en aquel momento era en lo único que podía pensar. Estaba asustada y no solo por aquel ser, sino por el sueño. No quería que los chicos se fueran, no quería que Nathaniel se fuera.
Nathaniel me abrazó y me sentí mejor de saber que no se iría.
--ya estoy aquí—gritó Xavier con voz nerviosa—por favor déjame curarla—pidió a Nathaniel, quien de inmediato me soltó y desapareció, solo para reaparecer sentado aun lado de mi
--¡Casandra!
Antoni apareció al pie de la cama con un rostro de preocupación que me hizo sentir culpable. Frederick apareció un segundo después con la misma preocupación del resto. Estaban lastimados, pero no salía sangre de sus heridas. Lágrimas de culpabilidad rodaron por mis mejillas y bajé la mirada avergonzada.
--lo siento
--no fue tu culpa—seapresuró adecir Frederick—estamos bien—asentí sin dejar de sollozar y me concentré entratar de no llorar
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KENNINGAR: A las Sombra De Sus Alas #1
Fantasy● Libro Uno ● Una extraña herencia. Dos cazadores. Una presa.