La temperatura era baja. Tal vez demasiado.
A pesar de llevar puesta la sudadera vieja que usaba en casa y unos pantalones de algodón podía sentir el frio taladrando mis huesos. Podía ver mis respiraciones. El aire saliendo de mi boca. Mi piel estaba erizada y lo único que mis pies hacían, era seguir caminando.
El jardín era tenebroso. Varias veces me perdí en el cuando era pequeña y mi padre siempre se encargaba de buscarme. Era el único que podía dar conmigo, y ahora no estaba para ayudarme.
Aquel sonido continúo viajando en el aire hasta llegar a mis oídos. Era suave y ligero como el viento. El sonido de una flauta bailando en el aire que hacia estragos en mi cuerpo. No estaba segura de que era lo que hacía, pero sabía que había algo mal. No era un sonido normal, una persona no podía crear tal bella melodía.
Regresa a casa mi pequeña
Me detuve en seco y si antes tenía la piel erizada, ahora estaba a punto de romperse del susto. Mi garganta se secó y mi cabeza comenzó a martillarme con fuerza. El aire comenzó a ponerse cada vez más violento y frío. El cuerpo entero se me durmió y una extraña niebla cubrió mis ojos.
- ¡Casandra!
Las cosas comenzaron a volverse borrosas y mi respiración más entrecortada. Todo fue tan rápido.
Una silueta apareció justo frente a mí. Apenas podía percibirla pero eso no hacía que me sintiera menos asustada. Parecía una mujer, pero yo claramente había oído una voz masculina y no cualquier voz.
No podía reconocerle, aunque algo en mi me decía que le había visto antes. Su figura era aterradoramente familiar, pero mi cabeza daba tantas vueltas que no podía ni concentrarme.
Sígueme pequeña Kenningar
Y comenzó a tocar de nuevo aquella suave melodía. Mi cuerpo comenzó a moverse nuevamente y lentamente se acercó a aquella ilusión. Percibí ruidos a mis espaldas pero fui incapaz de volverme para ver de qué se trataba. Lo único que sentí fue un fuerte golpe en la nuca. El sonido de la flauta desapareció y aquella imagen se borró de mi vista.
La cabeza me martillaba y una sensación de mi piel quemándose se colocó en mi cara. Me moví con cautela para evitar marearme aún más y abrí los ojos. Estaba en mi habitación, lo supe por el tapiz de hojas en los muros, pero había algo más, algo fuera de lugar. Me incorporé con cuidado y entrecerré los ojos ante el cambio de luz.
Luz
Me volví hacia las ventanas de mi habitación y rápidamente me cubrí los ojos. Las cortinas verde olivo se encontraban corridas y dejaban entrar los rayos del sol a mi habitación, cosa extraña ya que recuerdo haberlas dejado cerradas y los chicos jamás abrirían las cortinas, prefieren la oscuridad y esas cosas.
- ¿Qué demonios estabas pensando?
Mire al pie de mi cama y encontré a tres fantasmas mirándome con enfado. Los chicos permanecía inmóviles y con una mirada de seriedad, como si se tratara de padres a punto de regañar a su maleducada hija pequeña.
Padres.
Llevé una mano a mi cabeza y bajé la mirada a la sabana que me cubría. Había soñado con papá. Se encontraba en la puerta de la casa de los Diamond esperándome. No era nuevo soñar con él, siempre soñaba con ellos, pero jamás con la casa de los Diamond, a él no le agradaba que yo fuera a esa casa y que me estuviera esperando ahí me perturbaba n poco.
- ¿Qué hacías afuera a media noche?-Antoni realmente sonaba como un padre, pero era su voz de Duque
- ¿media noche? No eran ni las diez cuando baje a la cocina-fruncí el ceño e intenté recordar la hora
- ¿En que estabas pensando Casandra?-Antoni estaba molesto-esa mujer te pudo haber robado el cuerpo
- ¡espera! ¿Qué? ¿De qué hablas?
Nathaniel soltó una carcajada que sonó demasiado falsa y en menos de un segundo lo tenía a mi lado, sujetándome del cuello de la sudadera.
-Tenemos un acuerdo niña-su voz era gutural y me causaba escalofríos-no pienses si quiera en romperlo
Otro día les explicó sobre el acuerdo.
-Nathaniel, no sé de qué hablas-intenté soltarme, pero es imposible alejar la mano de un muerto- ¡Nathaniel, ya basta!
El sujeto me fulminó con la mirada y desapareció para volver a aparecer al otro lado de la habitación. Realmente estaba molesto, pero no entendía porque.
- ¿Qué paso anoche? Solo recuerdo que fui a la cocina y bebí café
-Eso no era café-miré a Frederick sin entender el tono espeluznante que utilizó-era una infusión de hierbas que usaban los médicos brujos para relajar el cuerpo
- ¿es...un té? -Frederick asintió y sentí una sonrisa burlona formarse en mi rostro-creí que era algo peor
-Si...la sangre de víbora no sabe tan mal como uno piensa-la sonrisa desapareció al oír a Antoni-la sangre de víbora se usa como un sedante, al tomarla quedas a merced de la persona que ha hecho la infusión
- ¿sangre de víbora? -Antoni asintió y comencé a sentir mi estómago revolverse-alguien quería...querían...-mi mano voló a mi cuello donde comencé a sentir un sabor acido-voy a vomitar
Corrí lo más rápido que pude hasta el baño y me hinqué frente al escusado. Jamás me había gustado vomitar, era una sensación horrible y asquerosa. Las arcadas eran feroces y podía sentir la piel de gallina.
-será mejor que te alejes si no quieres que te muerda
Abrí los ojos llenos de lágrimas y me alejé lo más rápido al ver lo que parecía ser una serpiente bebé
-e-e-eso es...-inspiré hondo y aparte la mirada. Uno de los chicos bajo la palanca y pude oír el agua ser tragada por la tubería
- ¿te encuentras bien? -Negué con la cabeza y encogí mis piernas para poder abrazarlas-nos deshicimos de ella, no volverá a molestarte, además el amuleto que tienes no dejará que nada te pase
Frederick deslizó sus dedos por la cadena de plata que colgaba de mi muñeca y atrapó el pequeño dije. De la pulsera saltaron chispas como si estuviera haciendo un corto circuito haciendo que Frederick la soltara.
La pulsera fue un regalo de mi padre, la usaba desde que nací y cuando ellos murieron, Xavier me explicó que esa pulsera no era sino un amuleto que me permitía pasar inadvertida entre los muertos. Al ser hija de una mujer que ve muertos y, bueno, un muerto, lo único que consigues ser es un imán para muertos. Ni siquiera mi padre podía tocarlo, porque saltaban chispas y le causaban daño. Esta pulsera era la única que me mantenía lejos de los fantasmas, la única razón por la que no tengo muertos siguiéndome todo el día, salvo por los chicos, cosa que aún no entendía del todo.
- ¿Quién era esa mujer?
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KENNINGAR: A las Sombra De Sus Alas #1
Fantasia● Libro Uno ● Una extraña herencia. Dos cazadores. Una presa.