Al día siguiente probé suerte y volví a mi oficina. Después de todo,
œqué es un detective sin oficina?
Abrí la puerta y œquién estaba allí sentado? No era Céline. Ni el
Gorrión Rojo. Era McKelvey. Me dirigió una sonrisa dulce, falsa.
–Buenos días, Belane. œQué tal los tienes?
–œPor qué lo preguntas? œQuieres vérmelos?
–No, gracias.
Entonces se puso a rascarse los suyos bostezando.
–Bueno, Nicky, chico, un benefactor misterioso te ha pagado el alquiler
de todo el año.
Algo en mi interior me decía que la señora Muerte estaba jugando
conmigo.
–œEs alguien que conozco? –le pregunté.
–He jurado por el honor de mi madre no decirlo.
–œEl honor de tu madre? Pero si tu madre se ha trajinado más pollos
que el tendero de la esquina.
McKelvey se puso de pie al otro lado de la mesa.
–Tranquilo –le dije–, o te convierto en una canasta de baloncesto.
–No me gusta que te metas con mi madre.
–œPor qué? La mitad de los tíos de esta ciudad se la han metido.
McKelvey vino hacia mí rodeando el escritorio.
–Acércate más y te coloco la cabeza en el culo.
Se paró. Cuando me tienen hasta las narices se me pone un aspecto
temible.
–Muy bien –dije–, cuéntame. Ese benefactor... era una mujer, œverdad?
–Sí, sí. Nunca había visto una nena como ésa.
Tenía los ojos vidriosos, pero siempre los tuvo así.
–Venga, Mac, cuéntame. Dime algo más.
–No puedo. Lo he prometido. Por el honor de mi madre.
––Por Cristo! –suspiré–. De acuerdo, el alquiler está pagado, así que
largo de aquí.
McKelvey arrastró lentamente los pies hacia la puerta. Después se
volvió a mirarme por encima del hombro izquierdo.
–Está bien –dijo–, pero mantén esto limpio y ordenado. Nada de fiestas,
ni de juegos de mierda, ni de mierda. Tienes un año.
Se dirigió a la puerta, la abrió, cerró y desapareció.
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Plup
Science FictionÚltima novela del escritor Charles Bukowski. Aún no termino de pasarla, y falta editar los textos. Gracias por leer.