Fui al hipódromo para ver la 4.À carrera. Tenía que romper por algún
sitio. Todos mis asuntos estaban bloqueados. Saqué la lista. Lo tenía todo
por escrito.
1. Descubrir si Céline es Céline. Informar a la señora Muerte de lo
averiguado.
2. Localizar al Gorrión Rojo.
3. Descubrir si Cindy le está poniendo los cuernos a Bass. Si es así,
pillarle el culo.
4. Hacer que la extraterrestre deje en paz a Grovers.
Doblé la lista y me la volví a meter en el bolsillo. Abrí el Form. Estaban
saliendo a la pista para la 4.À carrera. Era un día agradable. Todo parecía un
sueño. Entonces oí un ruido detrás. Había alguien detrás de mí. Me volví.
Era Céline. Me sonrió.
–Hermoso día –me dijo.
–œQué demonios estás haciendo aquí? –le pregunté.
–He pagado la entrada. No me han hecho ninguna pregunta –contestó
Céline.
–œMe estás siguiendo, cabrón? –le pregunté.
–Yo iba a preguntarte lo mismo –me dijo.
–Hay un montón de cosas que no entiendo –le dije.
–Yo tampoco –me dijo.
Luego pasó desde la fila de atrás y se sentó a mi lado.
–Vamos a hablar –me dijo.
–Muy bien –le dije–. Para empezar, œcuál es tu nombre? Tu nombre
verdadero.
Sentí un revólver respingón contra mi costado. Lo empuñaba por
debajo del abrigo.
–œTienes licencia para llevar eso? –le pregunté.
–Soy yo el que hace las preguntas –me dijo, apretando el arma contra
mí.
–Adelante –le dije.
–œQuién te ha mandado seguirme?
–La señora Muerte.
–œLa señora Muerte? –dijo riéndose–. No me cuentes ese rollo.
–No te estoy contando un rollo. Ella dice que se llama ÿseñora MuerteŸ.
–Está majareta, œno?
–Puede ser.
–œDónde puedo encontrar a esa zorra?
–No lo sé. Es ella la que se pone en contacto conmigo.
–œPiensas que me voy a tragar eso?
–No lo sé, es lo único que puedo decirte.
–œY qué es lo que quiere?
–Quiere saber si eres el auténtico Céline.
–œAh, sí?
–Sí.
–œCuál te gusta en esta carrera? –me preguntó.
–Luna Verde –le dije.
–œLuna Verde? Es el que yo he seleccionado.
–Muy bien –le dije–, me voy a apostar, enseguida vuelvo.
Empecé a levantarme.
–Siéntate –dijo con un tono monótono–, antes de que te vuele las
pelotas.
Me senté.
–Y, ahora –siguió diciendo–, quiero que esa mujer me deje en paz. Y
también quiero saber su verdadero nombre. No me trago lo de señora
Muerte. Quiero que te pongas a trabajar en ello. –Y que empieces ahora
mismo!
–Pero mi cliente es ella. œCómo vas a ser tú cliente mío?
–Averígualo, gordinflón.
–œGordinflón?
–Te cuelga la barriga.
–Me cuelgue o no me cuelgue, si trabajo para ti tendrás que pagarme, y
no salgo barato.
–Di cuánto.
–6 dólares la hora.
Se metió la mano en el bolsillo y sacó un fajo de billetes. Me los metió
por la camisa.
–Aquí tienes un mes de adelanto.
Entonces se oyó un rugido de la multitud. Ya venían por la recta y
œquién sacaba 3 cuerpos? œY quién ganó por 4? Luna Verde. Ventaja: 6 a 1.
––Mierda! –dije–. Me has hecho perder un montón. Luna Verde ha
arrasado.
––Cállate! –me dijo–. Y ponte a trabajar en mi caso.
–Está bien, está bien –le dije–. œDónde me puedo poner en contacto
contigo?
–Aquí tienes mi número –me dijo alargándome un pedacito de papel.
Luego se levantó, se fue andando por el pasillo y desapareció.
Yo sabía que estaba en medio de algo grande pero no podía
desenmarañarlo. Bueno, tenía que ponerme a ello, eso era todo.
Abrí el Form y me puse a consultar la 5.À carrera.

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