III. Las laderas

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Al fin la luz.

La hermosa claridad que otorga al tranquilo lago merece toda la oscuridad que tengo que soportar dos horas antes de maravillarme con este espectáculo.

Me siento a la orilla y miro sin prisa la claridad vasta y bella del cielo, sus colores calidos, de difuminan para pintar de nuevo poco a poco el color azul que todos conocen.

Limpio con las frias aguas la sangre de mi cuchillo y enjugo la que pinta mis manos. Las ondas tranquilas del agua se extienden y conforme desaparecen noto en el reflejo tembloroso unas manchas en mi rostro.

Enjuago el barro pegado.

Escucho las pisadas fuertes y con prisa que hacen crujir la hierba, el sonido del bosque se opaca cuando su risa resuena.

—¡Viste!— grita con esa voz cantarina y lo sigue una risa— me vistePapi.

—Te vi pequeña, estuviste maravillosa.— dejo el cuchillo en la hierba y me giro para abrazarla, lleva consigo un conejo, obra de su habilidad con el arco. El primero que caza sola.

Yo he limpiado dos aves y sacado de la trampa un pequeño cervato, se lastimó una pata pero pudo irse sin daños mayores.

No es nuestro tipo de presa.

—Le he dicho a mamá que hoy lo lograría.

— y lo has hecho mi niña.

—es una lástima que mamá se lo perdiera.

—ella sentirá más pena que tú cuando se entere. — me siento en la hierba y mi hija me acompaña.

—Papi, qué hay más allá, detrás de esas colinas— dice señalando hacia el este, yo miro con nostalgia pero no con pena— Lo que fue nuestro hogar.

Ella me mira sorprendida. Hemos tratado de ocultar todo lo que podemos de nuestro pasado, pero ella ha visto viajeros esporádicos que llegan a nuestro refugio y siguen su camino. 8 años han pasado desde que salimos del distrito 12, fue difícil, muy duro, pero no nos arrepentimos ni un segundo.

—Y porque ya no lo es— pregunta con cautela.

—Por que te amamos más que a la vida misma— beso su mejilla— y queríamos que tuvieras la libertad de ser libre.

—Papi, ¿extrañas tu hogar?— su voz está teñida de preocupación.
Sonrío
—mi hogar son tu, tu madre, tu hermano— miro a la colina— no hay nada que extrañe de ahí, todo lo importante está aquí a mi lado.

—¿Y mamá?

—Al principio extrañaba a tu tía Prim, a tu abuela— recuerdo lo duro que fue para ella desaparecer.

Ese día salimos 9 familias del distrito, todos tomamos caminos distintos, algunos tenían noción de la existencia de el extinto distrito 13 , otros apostaban a una aldea subterránea, nosotros optamos por movernos en laderas bajas.
Con los años hemos visto varias familias, es mentira que nos sigan cazando con los años, el Capitolio tiene límites muy definidos y hay lugares a los que no accede.

Vivimos en una comunidad muy pequeña, conocemos 12 familias, todas estamos a medio día de distancia.

Nos reencontramos con Prim y la madre de Katniss 3 años después de huir, ellas fueron por su cuenta al 13, varias de las familias que conocíamos han ido a vivir ahí, nosotros nos negamos.

Los silbidos de los pájaros me hacen sonreír.
Y junto al silbido la escucho a ella.

Willow pega un brinco emocionada y toma al conejo.
Sonríe de oreja a oreja

Trae en sus brazos al pequeño Rye quien la mira con el ceño fruncido y los labios apretados tratando de silbar, aún no lo consigue.

—Escuchas Rye, sinsajos.

—ninjajos— repite y sopla sin éxito.

Katniss lo besa en la mejilla.

—Mami mira

—¡cazaron un conejo!

—Cazó un conejo—corrijo

—lo has conseguido, y me lo perdí.

—te dije que lo lamentaría papi.

—tenías razón pequeña.

Katniss llega cerca de nosotros y pone a mi hijo en la hierba.
Sale corriendo a mis brazos.

—Ninjajo papi, ninjajo— sopla

Sus ojos grises son la copia de los de su madre.

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Este capítulo o intento de capítulo extra, no salió a la luz por obvias razones, no se terminó.
Después de esto nada me llegaba, solo los veía a los 4 juntos, a salvo y felices.

Y por eso es que lo deje así. Para mí.

Pero como se trata de retomar y desempolvar, lo saco a la luz como un opcional.

Existe en esta historia 2 capítulos en borrador

El borrador de Una Mellark, era más extenso y me enrollaba, ese se queda Guardado

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El borrador de Una Mellark, era más extenso y me enrollaba, ese se queda Guardado.

Y está Un matrimonio, ese tampoco lo publiqué porque no encontré donde embonaba, así que les pregunto, ¿quieren leerlo?
Para mi esta historia es perfecta así cómo está, así que los dejo a su consideración

Besos
Lyla

En El Camino (Katniss y Peeta si no hubiesen ido a los juegos) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora