Capítulo 8: Aria
Charles había entrado en la mente de Vladimir, ahora teníamos en nuestras manos información sumamente valiosa sobre nuestro enemigo.
Nos aglomeramos alrededor de la mesa de la sala, todos mirando a Charles con suma curiosidad, esperando a que él hablara.
— ¿Y bien?—dije con impaciencia.
Charles soltó una risita al ver como todos lo mirábamos desesperados por saber el bendito plan.
—Bien—dijo Charles riendo—. Les voy a decir…, pero antes.
— ¡Charles!—protestaron Bonnie y Will al unísono.
—Bien, lo lamento—se disculpó borrando su sonrisa para ponerse serio—. Esto es lo que vi.
Con suma delicadeza, extendió sus manos hacia adelante, hacia el aire, como si quisiera atrapar algo, algo que no estaba allí, algo invisible.
Lo que ocurrió a continuación, nos asombró a todos. Lo que tomaba lugar ante nuestros ojos era algo tan extraño, un episodio que jamás habíamos tenido oportunidad de presenciar. Una luz azulada fue tomando forma circular a lo largo de la mesa de madera antigua de roble. Nuestros rostros fueron iluminados con esa luz, tornándolos en sombras azulinas, grises y negras.
En ese momento en el que el pensamiento de Charles comenzaba a mostrarse; tan vivido que incluso daba la sensación de que era algo que se podía tocar; nadie hizo nada, nadie se movía. Incluso Howard que minutos antes estaba pasando molestando a Bonnie y a mí, jalándonos el cabello, permaneció en un estado de sosiego ajeno a él.
Bonnie había explicado que no era más que un pensamiento, algo que los magos podían hacer aunque Adrianne y yo no tuviéramos ni idea de eso hasta el día de hoy. Se empezó a proyectar un hombre en una habitación. Estaba de espaldas, luego de voltea y al hacerlo sonríe, al parecer alguien ha llegado a su casa, pensé que lo primero que veríamos sería a Vladimir, pero no era así, se trataba de un hombre cuarentón, vestido como un campesino. La habitación reflejó luz y nos dimos cuenta de que se trataba de una cabaña grande y espaciosa. Era de noche y el hombre quien estaba sonriente y feliz de pronto se pone serio e incluso demuestra un temor reciente. En el pensamiento no se ve nada más que esa escena, nadie entiende nada, hasta que se ve a una mujer: Quinn, quien contoneando sus caderas con gracia irrumpe en la cabaña del hombre. Sin dubitación previa, mata al hombre. Lo atraviesa con una daga en el cuello y éste cae al suelo. Ella simplemente se da la vuelta y con su capa roja se va de la escena del crimen. La escena se corta, una nube gris la ensombrece y no vuelve a aclarecerla sino hasta que se torna en otra escena, aparece por fin, nuestro conocido enemigo: Vladimir, con una sonrisa siniestra felicita a Quinn, al parecer estaba cumpliendo con un pedido suyo.
“El anciano está muerto”. Dijo Quinn con una sonrisa siniestra mientras muerde una manzana tan roja como su capa.
“Bien hecho Quinn, sí que eres eficiente. Ese anciano, Albert, se había convertido en una verdadera piedra en mi zapato”. Gruñó Vladimir con una mirada de odio. “Criticarme, tratarme de loco, soy un visionario”. Bufó mirando su reflejo en un espejo tan vieja que los bordes se habían tornado borrosos, era una espejo grande y antiguo que cubría casi una pared completa de cinco metros de ancho.
“Él me rogó, que no lo matara”. Replicó Quinn con los ojos felinos cerrados por un momento. “Pero no duró mucho... Sonrió la rubia y luego se dejó caer en una silla “¿Por qué me llamaste?”
ESTÁS LEYENDO
Saga: Las Crónicas Mágicas I (Editándose)
Любовные романыGrandes brujos, dotados con poderes capaces de vencer a cualquier mal. Grandes poderes, grandes enemigos. Poderosas aventuras, y desventuras. Luchas de poder, de ideales, de fuerza. Maldiciones, persecuciones, y trampas, corazones rotos, celos, y...