5.Nostalgia

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Le miro de arriba abajo. Lleva unos vaqueros oscuros y un jersey con el cuello de pico que se amolda a su cuerpo a la perfección. Su pelo está revuelto de tantas veces que se ha pasado las manos por él mientras habla con Sara.

Parece un hermano mayor protegiendo a su hermana. Bueno,eso es lo que es.
Empieza a interrogarla y la pobre no sabe donde meterse.
Decido hacerme a un lado y volver a la cocina donde me siento más segura.

Saco mi móvil mientras esos dos siguen con su acalorada conversación.
Dos llamadas pérdidas de Cameron. ¿Para qué me llamará ahora?
Otra llamada de mamá. Me recuerdo que tengo que llamarla cuando llegue a casa.

La puerta se abre bruscamente y un cuerpo alto entra en la cocina. Derek abre la nevera y se bebe una botella de agua de un solo trago. Yo me deleito con el movimiento de sus brazos y la ancha espalda hasta que se gira.

—¿Te puedes creer que no me ha contado nada?—le miro y me encojo de hombros. Parece enfurecido y sus ojos ámbar me miran de arriba abajo. Desde mis piernas recubiertas por las medias hasta la cremallera del vestido que llega hasta mi cuello.
Carraspea y me mira a los ojos.

—La verdad es que yo tampoco le contaría mis problemas amorosos a un hermano que ha amenazado con ir a pegar a mi novio si no le cuento lo que ha pasado—me mira, abre la boca para decir algo y a continuación la cierra.
Se pasa las manos por el pelo nervioso. Se sienta a mi lado y apoya la cabeza en sus manos.

—Ya no me cuenta nada. Desde que empezó a trabajar —hace una pausa en la que pienso estará recordando su infancia junto a su hermana —Tengo miedo de que le hagan daño—

Parece que hoy veré a otro integrante de la familia Wells derrumbarse.

—Tiene veintitrés años — coloco una mano en la espalda de Derek — va a pasar por muchas cosas y no siempre vas a poder protegerla de todo. Entiende que tiene que vivir su vida—
Me mira a los ojos y me dedica un pequeña mueca que creo que es un intento de sonrisa.

—Yo también tengo una hermana pequeña. Y no sabes como me puse cuando me enteré que empezaba a salir con chicos—

Los músculos de su espalda se relajan bajo mi piel y pienso en que esta es la primera vez que tenemos un contacto físico. Su cuerpo vibra a causa de la risa llegando hasta mi mano.
Mano que aparto en cuanto empiezo a ponerme nerviosa por el contacto.

Mis propios recuerdos me llevan a divagar por mi mente. Empiezo a recordar la relación con mis hermanos. Me pregunto porque Daniel y yo no pudimos tener una infancia corriente. Algo de lo que recordar en el presente y sonreír.

Me río de mis propios pensamientos. ¿Daniel y yo hermanos? Por favor, no se merece ese nombre.

Su mano acaricia el largo de mis dedos. Y aunque no le estoy mirando sé que él a mi sí. Me siento observada.

—¿Qué pasa?— le miro pero no le importa y sigue observándome.

—Tienes unos ojos preciosos—me mira fijamente y siento la necesidad de apartar la mirada. Hacía tiempo que un hombre no me ponía tan nerviosa. Vaya, parece que he vuelto a mi adolescencia.

Carraspeo sonoramente.

—Gracias, será mejor que salgamos. Y ya sabes, no agobies tanto a tu hermana. Suficiente tiene con el imbécil de su novio— seguramente habré parecido algo fría. Pero es algo común en mí. Un simple comentario sobre mis ojos ha servido para alterar mis nervios.

—¿Te ha contado lo que ha pasado?—
—Derek...—Levanta las manos en señal de rendición.

—Vale, vale. Me lo contará cuando esté preparada— Le sonrió indicándole que está haciendo lo correcto.

—Eso esta mejor—

—Eres un mandona ¿Sabes?—

Me tumbo en la cama después del largo día transcurrido. Mi gato Harry, nombre que le puso mi hermana pequeña, fanática de los libros de Harry Portter, se sube a la cama y se acurruca a mi lado.
Intento que se baje porque siempre termina llenándome los cojines de pelo. Pero este ronronea y me mira con sus ojitos amarillos. Unos ojos que me recuerdan a un hombre...

Estoy delirando, debería dejar de pensar en hombre y centrarme un poco en mí misma.
Podría decirse que mi historial de relaciones ha sido un completo fracaso.

—Harry, bájate de la cama pesado — se acurruca más y cierra los ojos intentando descansar. Le acaricio la cabeza mientras recuerdo mi último encuentro de hoy con Derek.

Después de salir de la cocina me despedí de ambos y volví al coche.
Nuestro primer encuentro no fue del todo bueno que digamos. En cambio está vez he podido verle con su hermana, muy distinto al hombre que conocí en la oficina. Es una persona más agradable de lo que anteriormente había pensado.
Lo que me hace pensar en que no debería juzgar a las personas tan pronto.

Me recuesto en la cama y hundo la cabeza entre los tantos cojines que decoran mi cama.

Miro el móvil. Las diez y media. Todavía es pronto y no puedo conciliar el sueño. Marco el número de mi madre que me coge enseguida.

—Lia, cariño. Ya era hora de que llamaras—su voz me hace recordarla y empiezo a ponerme triste.

Vivir en Londres y trabajar aquí me gusta pero me siento demasiado sola. Aunque mis motivos de marcha no fueron tan bonitos como me gustaría pensar, si que estaba ilusionada con empezar un trabajo. De independizarme. Por el contrario nadie te avisa de los contras que eso conlleva. Un ambiente distinto, ser de otro lugar, no conocer a nadie. En fin...todas esas cosas con las que te vas topando con el tiempo.

—Yo también te quiero mamá. Sabes que he estado muy ocupada. ¿Qué tal todo?—

—Estamos bien hija. Aunque tu hermana está cada día  mas rara. Ya no sé que hacer para que me haga caso—

Me acomodo entre los almohadones y pongo el móvil en manos libres. Harry mueve las orejas cuando dejo de acariciarle.

—Bueno, yo tampoco he sido la mejor hija a esas edades. Recuerdo cuando me pillaste fumando y me castigaste sin ir a un concierto que llevaba meses esperando— hago una mueca al recordar a mis antiguos amigos. A mi hogar.

—Sí, y te escapaste por la ventana. Que por cierto te podrías haber matado—
Las dos nos reímos de lo que en su momento fue un gran susto para mi madre.

—Y fíjate que ahora odio el tabaco— ella suspira al otro lado de la linea.

— Tanquila mamá, verás como pronto se le pasa esa rebeldía. Tiene dieciséis años. Se dará cuenta—

—Eso espero. Y dime ¿Qué tal estas tú?—
Espero un poco para responder porque en verdad no se que decirle. ¿Estoy bien?

—Bien... Supongo—

—¿Estás segura cariño? Te noto desganada. Sabes que si pasa algo siempre tendrás tu casa aquí—

—Lo se mamá. Te quiero—
Nos despedimos tras mandarle saludos a papá y a mi hermana.

Miro el techo largo y tendido. Todo empezó por las fotos de un amigo al que le chiflaba la fotografía. Me pidió que posará para él para publicar unas cuantas en sus redes sociales. Entonces una agencia vio su página y todo empezó demasiado rápido.

Primero solo eran fotos para alguna campaña de publicidad pequeña. Mas tarde para empresas. Luego siguieron anuncios, marcas conocidas y finalmente películas.

Con veintidos años y la carrera de arquitectura acabada. ¿En qué momento decidí cambiar el rumbo de mi vida? Y lo que mas me ronda la cabeza ¿Cuánto durará todo esto?

Y ahora, tres años después sigo con las mismas dudas.

ÁMBARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora