32.Pesadillas

10 2 1
                                    

Cuando bajo del avión tengo el cuerpo molido, no doy para más. Sí, han sido dos semanas pero dos muy duras.
Casi no he podido dormir, tengo unas ojeras de panda terribles y arrastro el cuerpo como si fuera un zombie.
Si no llego a casa pronto me dormiré  mientras camino.

Pero cuando le veo ahí, entre todo el gentío, con el traje de trabajo, todo el cansancio pasa a un segundo plano.
Cuando sus ojos encuentran los míos el mundo a mi alrededor deja de existir.

De un segundo a otro le tengo frente a mí, mis pies no tocan el suelo, la maleta se ha caído y estoy dando vueltas entre sus brazos.

—Por fin estás aquí Lía, no sabes las ganas que tenía de verte—sigue estrujándome entre sus brazos— Dime que no vas a tener que irte en mucho tiempo—sonrió como una tonta mientras intento captar algo de oxigeno para mis pulmones. Y no sé porque empiezo a llorar—Cariño ¿Estás llorando? —

Escucha mis sollozos y me aparta de su cuerpo. Me sujeta de los hombros y me mira con el ceño fruncido, pensando si se me falta un tornillo.

—D-Derek... Yo— sorbo por la nariz mientras más lágrimas caen por mi rostro. Entonces entierro la cabeza en su pecho y me abrazo a su cuerpo.

—Oye, oye ¿Estás bien pequeña? ¿Ha pasado algo en el viaje?—su voz denota preocupación. Yo niego con la cabeza mientras ésta sigue enterrada mojando su camisa.

—No es nada, solo que te he hechado de menos— me coge de las mejillas y me limpia las lágrimas. Me da un beso en la frente y se encarga de llevar mi maleta tirada en el suelo.

—Mira que eres tonta, me habías preocupado— me mira de arriba abajo queriendo comprobar algo—¿Seguro que estás bien?—me pega al costado de su cuerpo y yo alzo el rostro en busca de sus labios que me reciben ansiosos.

Sujeto su cuello con ansias y giro mi cabeza para poder recibirle mejor. Con su mano libre me coje de la cintura y me aprieta contra su cuerpo.
El beso se intensifica pero no puedo para, no quiero. Necesito sentir sus labios contra los míos, nuestras lenguas enlazándose.

Algunas personas nos miran mientras siguen sus caminos, pero ninguno de los dos le damos la menor importancia.

Con mucha dificultad y pocas ganas nos separamos del cuerpo del otro, poco más y acabamos en el suelo. Junta su frente contra la mía y cierra los ojos un momento. Yo, sin embargo, me deleito con las facciones que tengo delante, con sus pestañas oscuras, sus labios, todo.

—Te quiero Derek—

Después de nuestro encuentro, un tanto exagerado para haber sido dos semanas, nos dirigimos a una cafetería cercana. Él tiene que volver al trabajo en nada y quiere acompañarme hasta casa.
Le cuento por encima un poco sobre el rodaje pero la mayor parte del tiempo me dedico a observarle, no puedo parar.

Al dejarme en casa quedamos en que vendrá ha pasar la noche aquí.
Por mi parte tampoco tengo mucho tiempo libre ya que en dos horas tengo una sesión de fotos para promoción del estreno de la película.

Andando por la calle me siento incómoda, con la sensación de que alguien me está persiguiendo.
Miro hacia atrás un par de veces y compruebo que son imaginaciones mías. Sin embargó la sensación no desaparece. Siento una presencia continuamente.

Acelero el paso hasta acabar casi corriendo por la calle.
Al llegar al coche me encierro en él y respiro superficialmente. Tengo el corazón en la boca y me cuesta volver a la normalidad.
¿Se puede saber que acaba de suceder ahí fuera?

Durante todo el día estoy extraña y pienso en que necesito descansar un poco. En cuanto llego a casa me tumbo entre las sábanas y caigo rendida.

Camino por el pasillo de puntillas intentando no hacer ruido y despertar a mis padres. El suelo cruje a cada paso que doy.
No quiero que Elena se despierte.

ÁMBARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora