6.Soledad

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Me levanto de la cama. Cuando mi cuerpo decide que no quiere dormir, no voy a conseguirlo por mucho que lo intente.

Entro en la habitación de invitados que en realidad utilizo como desván. Total, nunca tengo invitados en casa. Abro un armario lleno de mis antiguas herramientas de dibujo.

Durante la adolescencia dibujar fue un hobbie que me apasionaba. Ya no tanto, pero de vez en cuando me entra el gusanillo de coger un pincel. Es algo que me relaja y puedo estar haciéndolo horas sin inmutarme. No tengo que pensar en que pintar, la pintura empieza a fluir por el lienzo, como si tuviera vida propia.

Cuando despierto estoy en la habitación de invitados. Me quedé dormida en la cama después de estar toda la noche desvelada. Miro el lienzo que dejé a medio terminar.

Son unos ojos brillantes color verde. En sus pupilas se ve un bosque oscuro y solitario. No me gusta, refleja tristeza y soledad. Ese bosque oscuro parece hacer desaparecer a cualquiera que se atreva a entrar en él, haciéndolo perderse entre sus árboles.

Y ese color verde ...¡No! No voy a volver a caer en lo mismo. Tengo que olvidarlo.

Hay veces en las que prefiero no dibujar porque el resultado no me agrada. Mi profesor de pintura me solía decir que las pinturas de los artistas son en realidad un reflejo de sus sentimientos. Por es que no siempre me gustan mis cuadros. Reflejan cosas que no me agradan y que tampoco quiero aceptar. Cosas tan traumáticas que he decidido guardarlas en mi subconsciente, en un intento de olvidarlas.

Salgo de la habitación, no quiero seguir mirando eso, solo me hace pensar en tonterías, creandome paranoias mentales del pasado.

Abro el armario de la cocina. No hay nada dulce. Omito comprar esas cosas porque sé que acabaré comiendome todo en un día y luego lo pagaré haciendo ejercicio. Mierda, recuerdo que tengo que seguir el entrenamiento.

Salgo a la calle y miro el cielo. Perfecto, llueve a más no poder. Voy al gimnasio para cambiar un poco mi rutina. Iré a nadar.
Me cambio de ropa y me meto en mi bañador rojo.
Zambullirme en el agua deshace alguno de los nudos que tenía en el cuerpo. Doy unos cuantos largos sumida en mi mundo interior sin pensar en nada concretamente.
Salgo a la superficie y me siento en el bordillo a descansar.

Al otro lado del agua una figura ancha sale del agua. Piel morena y músculos marcados. Flexiona los brazos para impulsarse y salir. Joder, que cuerpo. Parece esculpido a medida para provocar y atraer miradas de deseo. Me apoyo en la manos y muevo los pies en el agua mientras me deleito con el espectáculo de gotas cayendo por ese cuerpo. El hombre vuelve a sumergirse al agua con una técnica perfecta. Bracea sin parar hasta llegar a la otra punta.
Hacía tiempo que no veía a alguien nadar tan bien.

Se sienta en uno de los bancos para coger una toalla y secarse la cara. Sus piernas bien formadas se flexionan al igual que los surcos que forman sus abdominales. Mis ojos descienden hasta el pequeño trozo de tela que cubre su anatomía masculina. Se seca el pelo rápidamente y alza la mirada.

Oh, vaya. Sus ojos ámbar me miran e inmediatamente mi corazón empieza a latir desbocado. Me quedo como una estatua sin mover ni un solo músculo. Es él.
Y yo aquí mirando como una babosa.

Me sonríe y los pezones se me endurecen marcándose en la apretada tela de mi bañador. Se levanta y mientras se acerca puedo observar su glorioso cuerpo semi desnudo moviéndose.

—Que sorpresa encontrarte aquí—su voz es ronca y sexy. Le miro desde mi sitio y decido levantarme para no tener su paquete a la altura de mis ojos.

—Lo mismo digo. Que casualidad—me acerco para saludarle con dos besos—Maldita sea mi costumbre. Debería pensar en empezar a saludar a la gente con un simple apretón de manos o simplemente con un movimiento de cabeza.

Derek los recibe y me coloca una mano en la espalda para acercarme a él. Su contacto con mi espalda desnuda me provoca un escalofrío directo a mi entrepierna.
Su pecho roza mis pezones endurecidos y doloridos.
Beso sus mejillas demasiado lento, más de lo correcto para un saludo normal. Su barba incipiente roza mis labios placenteramente.

—Primero te encuentro en casa de mi hermana y ahora en la piscina. Será que estamos predestinados—baja la vista a mis pechos. No hago el amago de cubrírmelos ya que es algo natural. Hace frío y acabo de salir del agua. Aunque se que es él el que me ha provocado que mi cuerpo reaccione así.

—No creo en el destino—le miro los ojos mientras se ríe —  ¿De que te ríes?—

— ¿Te apetece ir a tomar algo o tienes algo que hacer?—Será idiota, siempre ignorando mis preguntas.
Vuelve a hacer eso que tanto me molesta. Me repasa de arriba a abajo con sus ojos escrutadores.
¿Ir a tomar algo con Derek Wells? Me gusta la idea pero me tientan mas otras cosas. Como rozar sus cincelados labios. O acariciar su oscura barba.

—Claro— le sonrió coqueta y me adelanto para dirigirme al vestuario, sabiendo que le estoy dando una vista plena de mi trasero—Te espero en la salida en diez minutos.

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