25. A tu lado

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Me froto los ojos e intento buscar mi móvil entre la oscuridad sin chocarme con nada.

¡Joder!

Son las doce de la noche, maldita sea.
Descuelgo el teléfono que no para de sonar.

—¿Si?—escucho atenta—Claro, esperame ahí.

Cuelgo el móvil, lo dejo en la mesa y abro el armario para buscar cualquier cosa que ponerme. Llamo a un taxi para que venga a buscarme e ir hasta allí.
Salgo del coche apresurada y llamo a Sara.

—Estoy fuera— entro en el local tal y como me dice Sara. Busco donde me ha indicado que están y de inmediato les encuentro.

—Oh Dios mios Derek— los dos están sentados en un apartado. Él tiene la camisa abierta y está rojo. Sara no bromeaba cuando me dijo que nunca le había visto tan borracho.

Se le ve totalmente ido, los ojos entrecerrados y una tonta sonrisa en la cara. Sara está a su lado con cara de cansancio y tristeza.

—¡Lia!—grita Derek. Me acerco y me siento al lado de él para que este quede entre nosotras dos.

—Siento haberte llamado a estas horas pero no sabía a quién recurrir. Estaba en casa y ha empezado a llamarme, estaba gritando y diciendo cosas sin sentido. Me he preocupado y he venido a buscarle pero no quiere irse, no paraba de decir que quería verte—

—¡Que guapa estas Lia!—ageno a nuestra conversación me coge una mano y la besa.

Esta completamente borracho y no me gusta nada verle así.

—No te disculpes, has hecho bien en llamarme. ¿Se puede saber qué le pasa? Que yo sepa Derek nunca bebe tanto—

—No lo sé pero tenemos que llevarle a casa— me giro hacia él, no sé qué puedo hacer yo para que me haga caso.

—Lo que te dije ayer iba en serio Lía, quiero que seas mi novia. Te quiero— ruedo los ojos y aparto su mano de mi mejilla.

—Derek tienes que ir a casa. Es muy tarde y has bebido demasiado.

—¡Ya estás otra vez con lo mismo! Siempre intentando cuidarme— intenta levantarse pero la borrachera que lleva encima es demasiada y se vuelve a desplomar en el asiento.

—Por favor Derek. Mira a tú hermana, no le gusta verte así—

—Me da igual Sara, ella nunca me entiende— me mira o eso creo porque tiene los ojos perdidos— Y tú tampoco. ¡No sé porque siempre os empeñais en cuidarme!—

De un momento a otro a pasado de decir que me quiere a decir que no le entiendo.

Empieza a alzar la voz. Por suerte la música está alta y pasamos desapercibidos.

—Derek para, por favor. Te cuidamos porque nos importas—dice Sara y le coloca una mano en el hombro. Mano de la que se deshace Derek de un manotazo.

—No me toques. Lo mismo decía mamá y mira como acabó—

Sara se cubre la cara con las manos y empieza a llorar. Yo ya he perdido el hilo de la conversación.
No entiendo nada de lo que está pasando.

Miro a Sara, por lo que parece el tema de su madre es algo peliagudo.
¿Por qué seras tan gilipollas Derek?
Si el verdero Derek estuviera aquí, no el borracho, se le rompería el corazón al saber que ha hecho llorar a su hermana, a su pequeña.

Alargo la mano para apretar la de Sara y consolarla.

—Derek—le susurro al oído. Este se gira y me mira. Le acaricio la pierna hasta llegar al muslo— ¿Quieres ir a casa conmigo?— le sonrió lascivamente y le muerdo el lóbulo— Y hacer lo que tú quieras—hablo bajo para que su hermana no nos escuche.
Derek asiente y se lanza a mi boca, yo me aparto y le coloco un dedo en los labios—Primero tenemos que llegar a  casa—

Consigo que se levante y me de las llaves de su coche. Sara levanta la mirada y me mira aún con los ojos llorosos. Se limpia las lágrima y me ayuda a llevar a su hermano hasta el coche. Cuando abrimos la puerta trasera Derek se desploma en el asiento y se duerme.

Conduzco por la oscura carretera con Sara a mi lado.

—¿Éstas bien?—no puedo decir otra cosa. Todo lo que ha ocurrido en la última hora me ha dejado descolocada.

—Sí, siento que hayas tenido que ver todo esto. Derek... No está bien. Y no sé si algún día llegará a estarlo—

Estamos en silencio un rato, no dice nada más y yo no quiero ahondar en el tema. Supongo que es algo privado que no quiere contarme.

Vuelvo a centrarme en conducir. Y entonces algunas cosas empiezan a cuadrar.
Siempre me repite que no necesita que nadie le cuide.
Cuando estuvo enfermo no hacía mas que rechazar mis cuidados.
Siempre que alguien intenta ayudarle lo rechaza. Al igual que hace conmigo.
Todas esas veces que le he visto mal y he intentado que me lo cuente no ha querido.

Llegamos a casa de Derek. Tenemos que hacer un esfuerzo sobrehumano para despertarle y lograr que llegue a casa sin desplomarse.

—¿Cómo has hecho que te hiciera caso antes?—me pregunta Sara cuado ya hemos logrado que Derek se calle de una maldita vez y se tumbe en la cama.

—Mejor que no lo sepas—Sara me mira y entonces entiende a lo que me refiero.

—Ugh, dais asco—nos reímos mientras nos sentamos en el sofá.
Insisto en que puedo coger un taxi para volver pero Sara dice que ya que me ha hecho venir lo mínimo que puede hacer es dejar que me quede aquí a dormir—Ahora no me vengas con exquisitos, se que has dormido mas veces en esta casa que yo—

—Perdón por querer disimular delante de la hermana de mi novio—

—¡Ooh! Te has dirigido a el como tu novio. Ya era hora—se mira el reloj de la muñeca—Son las tres de la madrugada, creo que es mejor que vayamos a dormir—

Solo hay una habitación más aparte de la de Derek por lo que decidimos dormir juntas. Nos quitamos la ropa y rebuscamos entre algo que podamos ponernos en el armario de Derek.
Sara coge una sudadera y se la pone.

—Recuerdo que cuando era pequeña me encantaba ponerme la ropa de Derek y hacer que era él. Luego él me dejaba maquillarle y peinarle— sonrío al verla feliz de nuevo. Quiero odiar a Derek por hacerle pasar tan mal rato a Sara pero no puedo. Por como sonríe ella y por la mirada de nostalgia se ve que él fue un estupendo hermano mayor. Parece que Sara hecha de menos esos momentos.

—Vaya dos— hablo bajo intentando no despertar a Derek que esta detrás de nosotras durmiento a pierna suelta. Menuda guerra nos ha dado hoy.

—Vaya, que calzoncillos más bonitos tiene mi hermano— dice mientras observa su ropa interior— No tiene ni uno de esos típicos grandes y de cuadros.

Me río intentando no alzar la voz.
Cojo una de sus camisetas de manga larga para usarla como pijama.
Vuelvo a reírme al recordar el día en el que me dejó unos calzoncillos mientras mi ropa se secaba.

—¿Y ahora qué es lo que te da   gracia?—

—Mejor que no lo sepas— repito la frase que le he dicho hace un rato.

—Otra vez me vienes con esas ¿Tiene que ver con sus calzoncillos, no? Joder Lia no se qué es lo que hacéis ni quiero saberlo— volvemos a reírnos.

Derek se mueve. Nos giramos pensando que le hemos despertado. Por suerte sigue durmiendo.

Volvemos a la otra habitación y nos tumbamos. Es tarde y las dos estamos muy cansadas.
Nos miro a una y a otra respectivamente. Las dos sin pantalones y con ropa de hombre en la parte de arriba.

—Esto podría ser el comienzo de una peli porno— Sara se ríe a mi lado, tanto que empieza a llorar.

—No tienes remedio Lia. Ahora se porque a mi hermano le gustas tanto—sonrío y me tapo con la manta. Me alegra que Sara este bien después de haberla visto llorar antes.

—Aviso, duermo fatal. Si notas una patada no te asustes—

Apago la lámpara y cerramos los ojos. No se escucha nada y poco a poco el sueño se apodera de mí.

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