8.Arrepentimiento

32 5 1
                                    

Me despierto acalorada y sudada. Aparto el edredón y me dirijo al baño.

Después de nuestro beso, Derek se fue. Yo me quede un poco sorprendida a la par que aliviada. Sé que si se hubiera quedado más tiempo hubiéramos acabado en la cama. Y siempre que paso esa linea con un hombre la fastidio.

Eso no impidió que yo acabará entre mis sábanas, masturbándome y pensando en dos ojos ambarinos que me han estado atormentando estas últimas semanas.
Aun así, yo, insaciable tuve que soñarle en sueños algo subiditos de tono.

Me refresco la cara y me ducho para quitarme esas imágenes de la cabeza.
Leo me espera en su casa dentro de una hora.

—Fatal Leo. No sabes como de pesado era el fotógrafo. No los aguanto. Además me hablaba fatal.—

—Ya lo siento— responde mientras se come sus tostadas- Por cierto ¿Que tal con Derek?—¿Que? Se puede saber como sabe que anoche estuve con él.

—Que tal la cita-—especifica

—Ah, sí, eso. Bien la verdad—
Mastica y traga para mirarme.

—¿Solo bien?. Me comentó que le dijiste que no querías poner cargos.

—Chivato—comento por lo bajo.

—Lia, me dijiste que esta vez te lo ibas a tomar en serio y ahora me vienes con estas—camino hasta el frutero y cojo una manzana.

—Bueno Leo, ya basta. Me parece perfecto que te preocupes por mi. Pero no voy a permitir que me digas lo que tengo que hacer con mi vida. Una cosa es que me aconsejes en el trabajo y otra es esto—

Todo el mundo con el mismo tema. ¿No pueden dejarme decidir lo que hacer? Si pensara que Cameron es una mala persona no hubiera vuelto a acercarme a él. Hay personas que sí se merecen una segunda oportunidad.

—Lia, eres muy joven y no sabes como pueden llegar a ser las personas en este tipo de relaciones. Aparte de tu representante soy tu amigo. Y no quiero que te hagan daño—suspiro desganada.

Esta situación me recuerda a Derek y Sara.
—Lo sé. Pero no me gusta que me presionen. Simplemente no quiero hacerlo Leo. Yo... Estuve con Cam hace unas semanas—se frota la frente con la mano frustrado en cuanto me escucha.

Se que fue un error. Cam esta mejorando gracias a su psicólogo. O por lo menos eso me había dicho. Y yo, egoísta e impulsiva me acuesto con él. Lo único que espero es que no haya intervenido en su recuperación.

—¿Qué quieres decir con que estuviste con él?—agacho la cabeza para no tener que mirarle a los ojos. Me retuerzo los dedos y me muerdo el labio—Dime que no Lia por favor.

—Fue un impulso. La situación,      todo—

—¡No me jodas Lia! ¡Acostarte con alguien no es un impulso! Siempre estáis igual. Os peleais, volveis a reconciliaros y vuelve a hacerte daño. ¿Es que no aprendes de los errores?—Un nudo se me forma en la garganta.
Los ojos empiezan a escocerme y una pequeña lágrima de desborda. A esta le sigue otra y otra más hasta que empiezo a llorar y no puedo detenerme.

Leo se levanta y se acerca a mí. Me rodea con sus brazos y me susurra al oido:
—Lo siento pequeña. No quería hablarte así. Lo siento mucho. Sabes que últimamente estoy un poco agobiado, tú no tienes la culpa. A veces veo que lo pasas mal y sabes que eres como mi hermana pequeña. No me gusta que sufras—

Empiezo a hipar como una idiota. Entierro mi cabeza en su pecho para que no me vea así.

—No pasa nada. No sé porque lloro la verdad. Han sido muchas cosas en muy poco tiempo y me he derrumbado—Me acaricia el pelo consolandome y poco a poco me calmo.

Últimamente las cosas se me están yendo de las manos. Un día me siento bien y al siguiente me cuestiono que estoy haciendo con mi vida. Quizá no este tomando el camino correcto. No lo sé.

Me reúno con Sara para nuestra sesión de fotos. Esta vez posaremos juntas.

Nota que tengo los ojos hinchados de llorar pero no me dice nada. Sabe que no me gusta hablar de mis problemas.

El maquillaje disimula mi horrenda cara. Nadie comenta nada y el trabajo acaba sin darme yo cuenta.

—Lia ¿Estás bien? Te noto... ausente— Sara y yo nos acercamos a la mesa repleta de comida.

—Sí, no te preocupes— me lleno un plato de comida hasta arriba.

—¿Seguro? Porque solo comes tanto cuando te pasa algo— nos sentamos en una mesa y empiezo a comer.
¿Que puedo contarle? Ni siquiera yo misma sé lo que me pasa.

—Mi vida es un caos de cosas. Un suceso tras otro—me peino los mechones de pelo compulsivamente— Además me siento... sola.

Entierro mi cabeza en las manos.
Escucho una silla moverse y al momento unos brazos me rodean.

—Esto es una mierda Sara. Necesito volver a casa—

—Vamos Lia, no puedes dejar tus trabajos a medias, sabes que eso acarrea muchas complicaciones—

—Me da igual, no aguanto más aquí. Siento que este no es mi lugar. No sé si me gusta lo que hago. Me encuentro mal conmigo misma—

Levanto el rostro y los ojos azules cristalinos de Sara me escrutan con pena.
—Lo que te pasa es que estás sufriendo el sindrome de nostalgia. Echas de menos a tu familia, a tu casa... Pero no te preocupes, sé lo que necesitas. Tú tranquila.—

ÁMBARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora